lunes, 19 de abril de 2010

"Cartas a un joven profesor" de Philippe Meirieu (2006). Selecció de textos.

Crea felicitat per augmentar la productivitat

El empleado feliz ya viene motivado 

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/empleado/feliz/viene/motivado/elpepisoc/20100416elpepisoc_1/Tes/ 

La empresa no puede estimular a sus empleados, pero sí debe crear un entorno que encauce su talento - Un mal ambiente puede llevar al absentismo emocional

imatge
CARMEN MORÁN 16/04/2010

-Buenas, vengo a una rueda de prensa sobre la felicidad en el trabajo.

El recepcionista del hotel levanta una mirada entre el asombro y la diversión y pregunta: "¿Eso existe?".

La felicidad en el trabajo es un concepto que pertenece todavía más al territorio de la filosofía que al de la práctica empresarial. Pero se abre camino, dicen los que saben de esto, porque nadie atrapará talentos si no proporciona un buen entorno laboral; o perderá a los empleados que lo tengan. Y la productividad se irá por el desagüe a no tardar. Así que el lema sería algo así: Sean productivos: proporcionen felicidad a sus empleados.

El primer requisito para ser felices en el trabajo es tenerlo, algo que no pueden decir millones de personas. Por eso, el director general en España de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Juan Hunt, dice que la felicidad en el trabajo es "tener un empleo digno, que permita trabajar en condiciones de seguridad, con los derechos protegidos, la salud, la formación adecuada. No tener eso es estar, desde luego, lejos de la felicidad".

¿Pero existe o no existe la felicidad en el trabajo? "A mí me gusta creer que sí, aunque es un concepto temporal. Toda la vida, no sé. Llega un momento en que es la propia persona la que puede haber cambiado de valores, de intereses; en ese caso, quizá es mejor buscar otro empleo", comienza el consultor Marcos Urarte.

Pero sí puede crearse un entorno laboral compatible con la sonrisa: hay ya criterios definidos, y Urarte se dedica a asesorar a las empresas sobre cómo implantarlos. Primer aviso: si no lo hacen, algunos de sus empleados pueden caer en el absentismo emocional. Quiere decir Urarte que llegará un día en que desconectarán, perderán el empuje y la iniciativa que tuvieron y se limitarán a aparecer por la empresa, hacer un trabajo gris y volver a casa cada día con la única satisfacción de que este mes también podrán pagar la hipoteca. "Y eso les ocurre a los buenos, porque a los trabajadores malos o a los vagos nunca les pasa porque nunca tuvieron mayor ilusión ni expectativas en el desempeño de sus tareas. Las empresas no pueden perder todo ese talento".

Lo que ocurre es que las empresas están muy despistadas sobre este asunto. "En ocasiones dilapidan recursos económicos para proporcionar a sus trabajadores ciertos servicios o prebendas que, en el fondo, a ellos les importan un bledo. Y con menos esfuerzo podrían darles lo que realmente quieren o necesitan", dice Urarte. ¿De qué sirve tener un gimnasio, o un aparcamiento, si ellos lo que quieren es cierta libertad de horarios? O incluso, ¿de qué vale ofrecerles más sueldo si lo que desean es más tiempo?

Hay que motivar a los empleados, pensarán algunos como solución. Y se equivocarán, porque esa idea ya se ha quedado antigua. "La motivación, agua más jabón", dice el consultor Joan Elías, que ha sido directivo en grandes empresas y tiene publicado un libro que se titula Lovework (Empresa Activa). Lo que quiere decir es que el empleado ya tiene que salir de casa motivado. Urarte le da la razón: "Una empresa no puede motivar a sus empleados, pero sí crear un entorno motivante donde cada cual encuentre su cauce. Las empresas no tienen alma y la felicidad habrá de buscársela cada uno".

Y aquí entra de nuevo el talento. Porque desempleo hay mucho, pero talentos no tantos. Y por ellos se pegan los empleadores. "¿Qué tienen que darles para que elijan trabajar en esta casa y no en otra?", se preguntan.
Ya hay algunas pistas sobre ello. El Instituto de la Felicidad de Coca-Cola elaboró una macroencuesta en 2008 sobre felicidad, la más extensa de España. Se entrevistó a 3.000 personas que contestaron a 900 preguntas cada una. Margarita Álvarez, responsable de ese instituto, resume alguna de las conclusiones que se extrajeron en lo que al empleo respecta: "Para ser felices en el trabajo hay dos cosas clave: sentirse útiles, ver que lo que haces corresponde con tu formación e interés, y que recibamos el reconocimiento tanto de los jefes como de los compañeros". "Gastamos mucho esfuerzo en medir la satisfacción de la plantilla desde un punto de vista técnico, pero hay otras cosas. Por ejemplo, los trabajadores valoran mucho tener cierta capacidad de influencia, no de forma vertical, entre los directivos, sino entre sus propios compañeros: sentir que forman parte de un equipo y que pueden arrastrase unos a otros hacia una dirección convenida entre todos", añade Margarita Álvarez.

Es algo parecido al orgullo de marca, de pertenencia, que cita Urarte. "No hace falta para ello estar en una gran firma, basta una ONG, por ejemplo, para que los que en ella trabajan sientan que es su proyecto y que es algo beneficioso, digno", dice este consultor.

Urarte ha desarrollado junto a Javier Fernández Aguado un modelo para gestionar el talento imperfecto. Así lo llaman. "No hay empresa que sea perfecta en todo, así que el trabajador debe evaluar qué es lo que él quiere para adaptarse a la que más le conviene; algunas imperfecciones podrán corregirse y otras no: lo que hay que hacer es no amargarse con aquellos asuntos inapelables y ver cómo se modifican los demás", dice Urarte.

El problema es que las empresas no saben detectar el talento, por tanto, difícilmente podrán adaptarse para atraerlo. "Toda empresa sabe cómo satisfacer a sus clientes, qué es lo que les demandan, y ajustar su oferta a ello lo más posible; pero no tienen idea de por qué un trabajador con talento elige una empresa en lugar de otra. Y, para ello, deben decidir en qué quieren ser buenas con sus empleados: si con los salarios, con las vacaciones, con la flexibilidad de horarios. Nosotros ayudamos a las empresas a definir eso".
Esther Sánchez, profesora de Derecho del Trabajo en la Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas (ESADE), habla de esto mismo, pero desde un punto de vista completamente jurídico: la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. "Desde 1995 esta ley se ha vinculado sobre todo a los riesgos físicos, pero hay una dimensión oculta muy difícil de medir, como son los factores estresantes en la organización del trabajo, las dinámicas relacionales, las jerarquías que generan estrés o patologías psicosociales. La ley reconoce estos riesgos, pero prácticamente no se evalúan o se evalúan mal. Y todas esas cosas originan entornos de infelicidad", dice.

Hay dos problemas asociados a esta falta de cultura de la evaluación de riesgos psicosociales: que encarecerían aún más estos exámenes obligatorios que han de pasar las empresas y que, una vez evaluados ¿quién se atreve a corregirlos? ¿Quién destituye a un jefe que ejerce un liderazgo tóxico? "Eso no solo cuesta mucho dinero, sino que, con ese mismo jefe se puede ir también un buen talento técnico. No es sencillo", reconoce Esther Sánchez.

El talento es, al final, la columna vertebral de todo este asunto. De ahí partió esa idea de la felicidad en el trabajo que a muchos les hace sonreír solo con oírla. "Pues existe", asegura Antonio Domingo Tudó, presidente de la Asociación Española de Directores y Desarrollo de Personas (Aedipe) en Galicia. Aedipe organizará en junio unas jornadas sobre ello en A Coruña, con expertos nacionales e internacionales. "Y ya tenemos algunas empresas que han retocado su organización y alcanzan una buena valoración por parte de sus empleados. Esto revierte en una mayor productividad, está demostrado", asegura Domingo Tudó.
La organización es la clave en ese intento por deshacerse de la cara de perro en la oficina, o en la fábrica, o en la cabina de un autobús. "Y no se puede hablar de organización sin que se mencionen los horarios. El discurso de la gestión del tiempo se lo oímos a todos los ministros, al presidente del Gobierno, a todos, pero ¿cómo se hace eso? Nadie lo ha dicho", dice el profesor de la Universidad Politécnica de Cataluña Jordi Ojeda.

Harto de tanto discurso sin concreción, el profesor Ojeda y otros colegas de su universidad fundaron la empresa Rationaltime. Han desarrollado un sistema informático utilizando modelos matemáticos aplicados a la organización del trabajo. El resultado es un programa para gestionar a la carta el horario de los trabajadores. Esos planillos de turnos de fin de semana, vacaciones, horarios en general que tan laboriosos son, el ordenador puede resolverlos en 10 segundos. "Y si alguien ha cuadrado ese planillo y de repente descubre que uno de los empleados estará de baja tales días, no tendrán que emplear de nuevo una jornada entera en volver a hacer el mismo trabajo, lo hará el ordenador en otros 10 segundos", relata Ojeda. Porque los horarios son cada vez más complejos, todos no tienen el mismo, y un solo empleado puede tenerlos distintos.
Este programa ya lo han vendido a varias empresas de distintos sectores, "de la seguridad, la salud, tiendas y oficinas e industrias y fábricas", añade Ojeda. "Y en alguna hemos conseguido reducir el absentismo y el abandono del trabajo", dice satisfecho.

Conseguir un grupo cohesionado y feliz no es fácil, pero, efectivamente, algunas empresas lo van logrando. Esther Sánchez menciona la central de transportes MRW, con la que ha trabajado. "Tienen una conciliación fantástica, buenos estilos de liderazgo, inteligencia emocional, empatía". "Y un proceso de selección de empleados que testa que los que van a entrar comparten los mismos valores de respeto, solidaridad, trabajo en equipo, de los demás", dice Sánchez.

Porque, al final, "la felicidad es un ejercicio de madurez, uno ha de asumir que trabaja con personas" y no sólo de manera vertical, del jefe a los empleados, sino entre compañeros, añade esta profesora de la ESADE. "Y convivir lleva aparejados valores y formas de actuación más allá de los que uno piensa o siente; sólo así se crearán entornos saludables".

La profesora Sánchez se pregunta: ¿Por qué actuamos en familia distinto que en la empresa? "Está claro que en casa hay afecto y confianza, pero eso son cosas que se pueden moldear también en el trabajo".
Pero cuando le preguntan si existe o puede existir la felicidad en el trabajo, que es de lo que se trata, la profesora Sánchez contesta: "Si entendemos que es difícil ser felices en la vida en general, ¿por qué habríamos de serlo en el trabajo?".

Las bases para la sonrisa laboral

La Asociación Española de Directores y Desarrollo de Personas (Aedipe) ha elaborado un decálogo para alcanzar la felicidad en el trabajo, a partir de los estudios de diversos expertos que asesoran a las empresas sobre esta cuestión y de otros estudiosos sobre este asunto. Las recomendaciones son las siguientes:

- Escucha la diversidad de cada empleado.
- Fomenta que cada persona autoevalúe su potencial.
- Potencia el talento personal y profesional.
- Otorga autonomía y responsabilidad en el desempeño profesional.
- Garantiza la tolerancia y la colaboración en todos los equipos profesionales.
- Acuerda flexibilidad individual y colectiva.
- Promueve el trabajo digno y la protección social.
- Vincula la productividad a objetivos medibles que añadan competitividad.
- Recompensa a mandos y directivos comprometidos con la felicidad en el trabajo.
- En resumen, crea felicidad en el trabajo para aumentar la productividad.

domingo, 18 de abril de 2010

"Inteligencia emocional infantil y juvenil" de Linda Lantieri





La Universidad avala el método pedagógico de Linda Lantieri.- SANTI BURGOS

"Los colegios parecen fábricas"


JOAQUINA PRADES EL PAÍS 17/04/2010

Un tiroteo entre adolescentes en un instituto en 1992, que acabó con la vida de uno de ellos, confirmó a Linda Lantieri (Nueva York, 62 años) que el programa que estaba aplicando, casi por intuición, en la red de escuelas públicas de Harlem era una vía adecuada para combatir el uso de la violencia que los chavales copiaban de los adultos para encarar los conflictos. Un periodista de The New York Times cubrió el suceso, la entrevistó y al día siguiente tituló en portada: "Una profesora enseña paz a sus alumnos". Lantieri recibió una donación de un millón de dólares para ampliar su método a escuelas más pobres. El periodista profundizó y escribió un libro. Se llamaba Daniel Goleman. El libro, La inteligencia emocional (1995), fue best seller durante una década.







La educadora Linda Lantieri
Ampliar
La educadora aplicó la inteligencia emocional y pacificó las aulas de Harlem

Ahora, Linda Lantieri imparte seminarios a profesores de todo el mundo. Su método para que niños y adolescentes aprendan técnicas de respiración y relajación y sepan administrar la ira o la frustración está implantado en medio millar de escuelas públicas de EE UU y otras tantas de Brasil y Puerto Rico. Un estudio de la Universidad de Columbia constatando que una hora semanal de aprendizaje de este método disminuye un 23% la conflictividad en el aula y mejora el rendimiento académico un 11% resulta un buen aval para que la Administración de Obama se haya comprometido a debatir en el Congreso su generalización en el sistema educativo.
"Aún hay padres que dicen: 'Bah, chorradas'. Y congresistas que dicen: 'Será una pérdida de tiempo'. Espero que sean minoría. Creo que el proyecto se aprobará y daremos un paso de gigante", comenta esta mujer optimista y pragmática, hija de italiano y alemana.


Su tiempo en España está medido. La editorial Aguilar acaba de lanzar la segunda edición de Inteligencia emocional infantil y juvenil, que incluye un CD de ejercicios con la voz de Elsa Punset, y elige el restaurante porque queda a mano del colegio SEK, que impartirá su método el próximo curso.


El aperitivo es sorprendente: empanada de morcilla cubierta de mermelada. "Delicious", comenta, mientras trata de comprender el concepto "morcilla de Burgos".


Linda Lantieri ha dedicado 40 años a la docencia, primero como profesora y después de corresponsable de la red pública neoyorquina. Resume: "Tenemos implantado un sistema educativo que se diseñó en la era industrial [finales del XVIII y comienzos del XIX] para responder a las necesidades del momento: niños bien preparados en una serie de materias, disciplinados, con horarios fabriles, actividades regladas como en una cadena de producción, buenos trabajadores. Hasta la arquitectura de muchos colegios recuerda a fábricas. Se ha acomodado a los tiempos pero en lo sustancial el sistema no ha variado. Es útil, aunque es una visión estrecha de la educación. ¿Habrá quizá relación entre esos ejércitos de buenos trabajadores que hemos formado dejando de lado los sentimientos, las emociones o los conflictos personales, y un siglo XX tan sangriento?".


Apura la ensalada de pollo persiguiendo los tomates cherry por el plato y moja el pan en la salsa del pescado con evidente placer. "El futuro va en otra dirección. Imagino a un niño que tuvo una educación completa -espíritu, mente y cuerpo- recibiendo un día el Nobel de la Paz...", dice, muy seria, "y dándole las gracias por ello a su profesora", remata con una carcajada.

miércoles, 14 de abril de 2010

Altres perspectives: distanciar-nos del present i educar en la nostra condició essencial segons Oakeshott

"Lo único indispensable para la escuela es que haya maestros; el actual énfasis en todo tipo de aparatos (no sólo en el aparato de la 'enseñanza') destruye casi por completo la escuela".Oakeshott

La educación liberal

FERNANDO SAVATER,  EL PAÍS 13/04/2010
Si me piden dar motivos de especial afecto por Michael Oakeshott, sin duda uno de los más destacados filósofos ingleses del pasado siglo, aportaré dos. Para empezar, debutó con un librito escrito en colaboración con un amigo y titulado A guide to the classics. ¿Un vademécum para leer a Platón, Maquiavelo o Hobbes? El subtítulo aclara que las clásicas a las que se refiere no son obras filosóficas sino carreras de caballos: Cómo acertar el ganador del derby. Cuentan los afortunados hípicos que la leyeron que es una breve maravilla de agudeza. Segundo mérito: cuando cumplió setenta años se le incluyó en la lista de los que iban a recibir el título de sir de manos de la reina, pero fue borrado apresuradamente cuando se le detuvo en una playa por hacer el amor con una mujer que, para mayor pecado, era la suya. Nunca llegó a par, pero para mí permanece sin par entre tantos profesores insignes.

Como Isaiah Berlin (el único pensador político comparable en la Inglaterra de su época), Oakeshott no escribió propiamente libros: sólo ensayos más o menos largos publicados en revistas especializadas y reunidos luego en volumen por su exegeta Timothy Fuller. Así son los titulados El racionalismo en la política y La política de la fe y la política del escepticismo, ambos editados por Fondo de Cultura Económica. Y también su libro póstumo La voz del aprendizaje liberal (editorial Katz) que recopila sus escritos sobre el sentido y los contrasentidos de la educación. Reflexiones a contracorriente de lo que hoy profesa tanto la pedagogía progresista como la más conservadora que merecen ser recordadas.
Para él, educar consiste ante todo en iniciar a las personas en las aventuras de la autocomprensión, haciéndolas capaces de participar en la inacabable conversación cultural hecha de símbolos, creencias, indagaciones y sentimientos en la que históricamente crecemos y vivimos. No se compone de la escueta declaración "de que un ser humano es una inteligencia autoconsciente y reflexiva y que no vive únicamente del pan, sino de las indagaciones, las acciones y los enunciados concretos en los que los seres humanos expresaron su comprensión de la condición humana". Lo que debe transmitir la enseñanza no es una simple y atareada preparación para el presente sino distanciarnos de él en beneficio del desarrollo de nuestra condición esencial. Componente básico de la idea de "escuela" es "el alejamiento del mundo inmediato y local del estudiante, de las preocupaciones de momento de ese mundo y de la dirección que éste le da a la atención del estudiante, ya que tal es el significado correcto de la palabra schole (y no 'tiempo libre' ni 'ocio')".

Por tanto, el compromiso educativo es a la vez una disciplina y una liberación; la una es posible en virtud de la otra. "La recompensa es una emancipación del mero 'hecho de vivir', de las contingencias inmediatas de lugar y tiempo de nacimiento, de la tiranía del momento y del servilismo de una mera condición actual; es el reconocimiento de una identidad humana y de un carácter capaz, en cierta medida, de la aventura moral e intelectual que constituye una vida específicamente humana". El pensamiento de Oakeshott es liberal sin el relente de pragmatismo botijero que el término merece entre nosotros. Aún podríamos citar aquí su crítica a la idea de la ciencia como modelo de toda comprensión válida o a la sustitución automática de "humano" por "social" como apellido del aprendizaje. Prefiero esta reflexión: "Lo único indispensable para la escuela es que haya maestros; el actual énfasis en todo tipo de aparatos (no sólo en el aparato de la 'enseñanza') destruye casi por completo la escuela". Escrito en 1972...

domingo, 11 de abril de 2010

Aprenentatge per competències

Lo que hay que saber en el siglo XXI

Font: http://www.lavanguardia.es/gente-y-tv/noticias/20100410/53902887814/lo-que-hay-que-saber-en-el-siglo-xxi.html

  • Lo básico es aprender a resolver problemas y a elegir la estrategia adecuada
  • Resulta necesario conocer otras culturas y trabajar en equipo y se ha de disponer de un alto nivel de lectura crítica y reflexiva
Es difícil prever qué necesitarán saber los escolares cuando lleguen al mundo laboral, pero parece que no precisarán haber acumulado mucha información, sino habilidades para buscarla, seleccionarla y utilizarla de forma eficaz

MAYTE RIUS | LA VANGUARDIA, 10/04/2010
 
¿Qué ha de enseñar hoy la escuela para preparar a los profesionales de las próximas décadas? ES ha preguntado a sociólogos, pedagogos, profesores, psicólogos... y todos han coincidido en su respuesta: a ser competentes.

Formación de base
A · Saber comunicarse bien> Lectura crítica y reflexiva
> Interpretar la información y los medios de comunicación
> Escritura argumentativa
> Utilizar e intercambiar diferentes códigos
> Debatir y contrastar puntos de vista
> Idiomas

B· Dominar las nuevas tecnologías
> Buscar y evaluar críticamente la información
> Organizar y crear contenidos digitales
> Comunicarse y trabajar a través de redes
> Participar en la vida pública a través de internet

C · Ser creativos e innovadores
> Espíritu crítico
> Apertura a perspectivas nuevas
> Hacer preguntas y plantear hipótesis
> Originalidad e inventiva
> Expresividad artística

D · Conocer cómo funcionan los negocios
> Trabajo en equipo
> Negociación de metas y proyectos
> Flexibilidad y resolución de conflictos

E · Ser multiculturales
> Conocer otras culturas y valores
> Implicarse en la comunidad
> Dialogar y negociar

F · Conocerse a sí mismo

> Expresar las propias emociones
> Entender a los demás
> Ser responsables y confiables

Un plano de metro por libro de texto

La formación de los alumnos del siglo XXI obliga a reinventar la escuela o, como mínimo, sus métodos. Las fuentes consultadas abogan por trabajar por problemas, pero con problemas reales que tienen o tendrán los niños en su vida cotidiana.

 Con este método, un plano de metro puede ser libro suficiente para enseñar todas las matemáticas de primaria, desde aritmética hasta las unidades de medida o las fracciones, con cálculos reales que los alumnos sentirán próximos y útiles.

 Y la respuesta a la curiosidad infantil sobre cómo vivían los dinosaurios permite enseñar historia, ciencias, matemáticas y lenguas todo un trimestre mientras se desarrolla la expresión oral y escrita, el trabajo en equipo, la búsqueda y selección de información y se usan nuevas tecnologías

MÁS INFORMACIÓN
¿Influencia del plan Bolonia y de la ley de Educación porque plantean las competencias básicas que debe desarrollar el currículo educativo? "No. Se habla de competencias porque ser competente no es sólo ser hábil en la ejecución de tareas y actividades concretas tal y como han sido enseñadas, sino, a partir de las habilidades adquiridas, ser capaz de afrontar nuevas tareas o retos que suponen ir más allá de lo ya aprendido; la competencia es disponer de recursos (saber qué, saber cómo y saber cuándo y por qué) para enfrentarse a los problemas propios de los escenarios en que uno se desenvuelve, y eso es lo que necesitarán los actuales escolares para desenvolverse como adultos", resumen Carles Monereo, profesor de Psicología de la Educación de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), y Juan Ignacio Pozo, profesor de Psicología Básica de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Y como los escenarios en que transcurrirán sus vidas son el educativo, el profesional y laboral, el vinculado a la comunidad y el personal, opinan que la clave es formar a los futuros adultos para ser aprendices permanentes, profesionales eficaces, ciudadanos participativos y solidarios y personas felices.

Ya, pero ¿qué han de aprender para llegar a ello? ¿Qué contenidos ha de ofrecer la escuela? "El mercado laboral va a pedir que sean competentes, así que, más que cambiar el currículo, hay que introducir más habilidades y actitudes, sobre todo actitudes; porque el mundo laboral exige sobre todo una buena actitud, gente de fiar, que sepa trabajar en equipo, con iniciativa y autodirección, porque el conocimiento ya se supone y, si no, lo ofrecerá la propia empresa", explica Albert Sáenz, director de ESO y bachillerato del colegio Sant Estanislau de Kostka-SEK, uno de los centros de la Fundació Jesuïtes Educació.

David de Prado, director del Instituto Avanzado de Creatividad Aplicada Total y del máster en Creatividad de la Universidad Fernando Pessoa, cree que la clave es "olvidarse de materias y asignaturas y centrarse en los procesos; en lugar de dedicarse a dar respuestas, hay que enseñar a hacer preguntas, despertar la curiosidad, fomentar el pensamiento libre, automático e inconsciente para formar mentes pensantes y desarrollar personas creativas, investigadoras y emprendedoras".

Como él, Rafael Feito, profesor de Sociología de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid, opina que hay que romper con la enseñanza por asignaturas y ofrecer a los alumnos una formación más interdisciplinar donde el objetivo no sea que aprendan matemáticas, historia o geografía, sino que tengan inquietudes, que sepan expresarse, trabajar en equipo, hablar otros idiomas, leer periódicos... Monereo y Pozo son partidarios de "podar" el actual temario escolar para poder introducir otros contenidos de mayor utilidad y vinculados a los problemas reales que tendrán que resolver los niños en el futuro, en su vida adulta, desde entender las facturas o los prospectos de los medicamentos, hasta saber comunicarse a través de redes digitales o comprender un telediario.

Por ello, su propuesta es introducir en la programación escolar módulos o asignaturas como salud o cuidado del cuerpo, medio ambiente o cuidado del entorno, cómo informarte o cómo cuidar el país, que permiten vincular diferentes disciplinas. Este es el modelo que desde hace tiempo utilizan en Finlandia, el país que obtiene mejores resultados educativos según el controvertido informe PISA. "Si los alumnos estudian como materia el cambio climático, para responder a ese problema necesitarán conocimientos de física, ciencias, matemáticas, historia...; y deberán buscar información, comprenderla, reelaborarla en gráficas, comunicarla... y para ello utilizarán herramientas digitales, trabajarán en grupo, defenderán sus puntos de vista...", ejemplifican Pozo y Monereo.

Porque, según los expertos consultados, para desempeñarse adecuadamente en las primeras décadas de este milenio serán más necesarias determinadas habilidades que los conocimientos teóricos adquiridos. "Antes se pensaba que lo que aprendías en la escuela te servía para toda la vida, pero ahora todo cambia a mucha más velocidad, y si hoy pensamos que es indispensable saber inglés, quizá dentro de unas décadas lo básico sea conocer el chino; por ello, más que acumular información, lo que importa es aprender a aprender", explica el sociólogo Rafael Feito.

Albert Sáenz apunta que esta competencia se alcanza cuando el alumno es capaz de crear conocimiento, de autorregular su proceso de aprendizaje y de autoevaluarse. Y ambos enfatizan la importancia de que la enseñanza vaya destinada a capacitar a los jóvenes para resolver problemas, de forma que, ante cualquier situación, conozcan varias estrategias y sepan cuál es la que han de aplicar en ese momento. "Las empresas contratarán a un filósofo como gestor si sabe crear equipo y romper tensiones", resume Feito, convencido de la trascendencia de desarrollar habilidades personales y sociales.

Y sus planteamientos encajan bastante con el modelo de aprendizaje propuesto por el Consorcio de habilidades indispensables para el siglo XXI de Estados Unidos, una institución creada en el 2002 por entidades públicas y privadas con el objetivo de integrar las demandas académicas, cívicas y económicas en la enseñanza de aquel país. Los estadounidenses han establecido como indispensables unas materias básicas, en las que se combinan asignaturas curriculares (lenguaje y comunicación, lenguas extranjeras, matemáticas, historia, arte, economía, gobierno, ciencias y geografía) con temas interdisciplinarios del siglo XXI (conciencia global, alfabetización económica y financiera, alfabetización cívica y conocimientos básicos de salud), y una serie de habilidades para la vida personal y profesional (flexibilidad, iniciativa, liderazgo, responsabilidad...) y de manejo de información y de tecnologías digitales.

De las propuestas y reflexiones planteadas por todos estos interlocutores cabría concluir que la formación de los escolares del siglo XXI implica su alfabetización lingüística, digital, emprendedora, ciudadana, sociolaboral y emocional, de manera que al acabar la enseñanza obligatoria los jóvenes sepan comunicarse bien, dominen las nuevas tecnologías, sean creativos e innovadores, multiculturales, conozcan cómo funcionan los negocios y sepan identificar y autorregular sus emociones.

Alfabetización lingüística El área de comunicación y lenguaje resulta fundamental en la sociedad de la información. Es imprescindible que los alumnos aprendan a leer, a entender e interpretar los periódicos, los telediarios, los libros y webs de ciencia, las facturas y contratos... Que entiendan cómo se construyen los mensajes mediáticos, para qué propósitos y con qué herramientas, características, convenciones... Han de salir de la escuela con un alto nivel de lectura crítica y reflexiva y el entrenamiento suficiente para poder identificar las fuentes e intereses que hay detrás de cada escrito y discernir entre el alud de información y publicidad al que se enfrentan cada día. También han de ser capaces de expresarse de manera argumentada y razonada de forma oral y por escrito, y saber defender sus puntos de vista. Y para ello han de poder utilizar diferentes códigos y pasar de uno a otro: convertir gráficas o imágenes en textos, trasladar un texto a una gráfica... Además habrán de estudiar idiomas (como mínimo inglés) para poder comunicarse, entenderse y trabajar con personas de cualquier otro lugar del mundo.

Alfabetización digital Los escolares han de aprender a buscar información por internet de forma eficiente, contrastada y más allá de Google. Es decir, tienen que saber cuándo y dónde buscar información, ser capaces de seleccionarla según unos objetivos y elaborarla adecuadamente para después exponerla, escribirla o aplicarla. Esta formación les abre las puertas a nuevos e inagotables conocimientos y les convierte en aprendices permanentes.

Pero la formación de ciudadanos digitales exige ir más allá. Hay que enseñarles a comprender y producir documentos digitales; a saber cuándo, cómo y por qué utilizar las redes sociales para comunicarse; a trabajar en red con personas de otros lugares, y a participar en la vida pública y política a través de internet.

Y para desarrollar estas habilidades digitales no se trata de implantar una asignatura de informática, sino de integrar el uso de las herramientas digitales en cualquier aprendizaje, sea de historia, de lengua o de matemáticas, y de utilizar internet como algo más que un mero buscador o escenario de juegos.

Alfabetización emprendedora Los escolares del siglo XXI han de salir de la escuela habiendo aprendido a aprender y sabiendo pensar. Puede parecer una perogrullada pero los especialistas en enseñanza aseguran que no lo es. Si la sociedad actual exige aprendices permanentes, las personas habrán de ser capaces de regular el propio proceso de aprendizaje y de autoevaluarse.

Y para disponer de mentes multicreativas y capaces de adaptarse a los cambios profesionales y laborales, habrán de saber utilizar la imaginación y la fantasía, mantener despierto el interés y la curiosidad. Por ello la escuela debe enseñar a hacer preguntas e hipótesis, a pensar de forma innovadora, a descubrir múltiples aficiones, a crear conocimiento en lugar de repetir o imitar, a ser artísticos en lugar de teorizar sobre el arte. Para conseguir emprendedores hay que formar jóvenes abiertos a perspectivas nuevas y capaces de demostrar originalidad e inventiva.

Alfabetización sociolaboral Muchas de las necesidades laborales de los escolares son impredecibles ahora. Pero parece claro que, sean cuales sean las profesiones más demandadas o los títulos exigidos dentro de una o dos décadas, tendrán que negociar, trabajar en equipo, demostrar flexibilidad para llegar a acuerdos, saber resolver conflictos, apoyarse en otros y apoyarlos, ser socialmente responsables y sensibles al contexto social, comunicarse bien de forma directa y a distancia. Así que todas estas materias o capacidades deberían trabajarse en la escuela. Y los alumnos deberían salir de ella conociendo cómo funcionan los negocios.

Alfabetización ciudadana Si algo han de ser los escolares de esta primera parte del milenio es multiculturales. Su formación ha de acercarles a otras culturas y permitirles conocer otros valores para saber entender los problemas actuales y trabajar con personas de otras procedencias. También ha de enseñarles a participar en la vida civil, a implicarse en la comunidad, a mantenerse informado y a entender los procesos políticos y administrativos, y a ejercer sus derechos y obligaciones como ciudadanos. Para todo ello es importante formarles en valores, en el diálogo y la negociación, enseñarles a entender las implicaciones locales y globales de las decisiones cívicas.

Alfabetización emocional El reto es formar personas que sepan expresar sus propias emociones, que se conozcan y tengan capacidad de autocontrol y de autorregular sus comportamientos. Otras cuestiones básicas que hay que desarrollar para capacitar a los alumnos para su vida personal son la responsabilidad y la confianza, así como la empatía para poder entender a los demás, cualidades imprescindibles si han de trabajar en equipo y de forma colaborativa.


viernes, 9 de abril de 2010

Intolerància davant el sofriment


Conjurar la tristeza con píldoras


http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Conjurar/tristeza/pildoras/elpepisoc/20100406elpepisoc_1/Tes/

Los antidepresivos se convierten en el principal recurso para pacientes con malestar emocional - Los ciudadanos se vuelven intolerantes al sufrimiento y ven la felicidad como un derecho

INMACULADA DE LA FUENTE 06/04/2010

Nadie le ha pedido explicaciones, pero prefiere estar ligeramente enferma a confesar que se siente infeliz. Sara entró hace unos días por la puerta de la consulta diciendo al doctor que se encontraba cada día más triste sin saber por qué y salió de allí con la receta de un conocido antidepresivo. No es algo excepcional.

Nadie le ha pedido explicaciones, pero prefiere estar ligeramente enferma a confesar que se siente infeliz. Sara entró hace unos días por la puerta de la consulta diciendo al doctor que se encontraba cada día más triste sin saber por qué y salió de allí con la receta de un conocido antidepresivo. No es algo excepcional. Sara forma ya parte de la estadística. Son muchos los pacientes aquejados de malestar emocional que, gracias a una medicación controlada, son capaces de asumir los claroscuros de su vida. Aunque lo suyo no sea una depresión. Por fortuna para ellos, porque la depresión clínica, endógena o exógena, es un mal profundo del que cuesta salir. Los antidepresivos más usados, desde la fluoxetina (el célebre Prozac) a los de última generación, se diseñan pensando en los enfermos reales. Sin embargo, la gran paradoja es que también se benefician de este arsenal farmacológico personas con leves cuadros depresivos o con dificultades emocionales. Personas que no deberían tomarlos en sentido estricto, pero que de hecho los consumen porque se los recetan.

"No me importa hacer autocrítica: no siempre los recetamos para los verdaderos enfermos, sino para pacientes con otro tipo de sufrimiento. Y lo hacemos así porque funcionan", reconoce el psiquiatra del hospital Clinic de Barcelona Víctor Navarro. "No sabemos bien por qué les ayuda, porque es algo que no está avalado por estudios ni por la literatura médica, pero de hecho atenúa su situación", añade. Pese a todo, hay especialistas que consideran que para una mayoría de pacientes esos fármacos o son inútiles o actúan como meros placebos. El debate está ahí: ¿deben los médicos exigir que se padezca una profunda depresión para recetar antidepresivos o debe extenderse su influencia a los que sufren una tristeza inexplicable o en algunos casos lógica por haber sufrido una pérdida real?

Sara, administrativa, casada y madre de dos hijos, no se habría atrevido a automedicarse, pero una vez que tuvo la receta en la mano, pensó que tenía permiso para experimentar: ver si así la tristeza se evaporaba o si le resultaba más fácil vivir e ir cambiando su entorno. Hacía tiempo que se había perdido a sí misma: madrugones para el colegio, trabajo, atención a la pareja. ¿Dónde estaba ella? No aguantaba ese ritmo, se sentía desmotivada. Sabía que lo suyo no era una depresión. Pero mejor verse como enferma durante cierto periodo de tiempo que insatisfecha, irritable o melancólica.

Hay gente en la cuerda floja, aunque no esté enferma. Gente que no saldría de su edredón en todo el día si pudiera. No siempre por un decaimiento hondo, sino por un difuso y permanente malestar. Las suyas son pequeñas y diversas patologías fronterizas con la depresión. Aunque Víctor Navarro aclara que "o hay depresión o no la hay. Y en este caso hablamos de problemas adaptativos o de una tristeza generalmente lógica si a alguien le acaban de dar un palo emocional". Para un depresivo, el medicamento actúa casi al 100%; en otros casos ayuda en un porcentaje menor, no cambia sus patrones de vida. Aunque en apariencia se confundan, no es lo mismo tristeza que depresión. Incluso las personas permanentemente tristes reaccionan de forma positiva ante un regalo, una muestra de confianza o la compañía de un amigo. La depresión, por el contrario, es una desesperanza profunda: ni amigos ni placeres son capaces de removerla por sí solos.

En muchos malestares subyacen problemas adaptativos. Todo el mundo se está adaptando a algo, a una nueva responsabilidad o relación, a un nuevo jefe. Pero junto a esa realidad, Eudoxia Gay, ex coordinadora de Salud Mental de la provincia de Córdoba, sostiene que crece también la sensación de que el sufrimiento o la excesiva dificultad resultan ya intolerables. "Falta mucho aguante. En vez de afirmar: 'Me siento hecho polvo porque me han traicionado o mentido, o porque he fracasado, o me han prejubilado', la tendencia es que se recurre a la enfermedad para borrar con un analgésico nuestros resentimientos, odios, inseguridades", argumenta. "En parte, los responsables somos los sanitarios, al medicar ese malestar", admite Gay, miembro del patronato de la Fundación Castilla del Pino. Naturalmente, cada caso es único. "Cuando no se está bien, y se tienen alteraciones que los requieren, los fármacos son una opción eficaz". La psiquiatra piensa, sin embargo, que este culto al dios medicamento, esta atracción fatal por las farmacias, no es inocente. "Las mismas compañías aseguradoras no quieren hablar de tristezas y desánimos, por hondos que sean, y si se produce una baja al trabajo tiene que haber una enfermedad que la justifique", continúa.

"Una persona que se engancha al trabajo o a un problema y que por perfeccionismo o temperamento obsesivo está todo el día pum-pum, rumiando esa situación incluso cuando llega a su casa o está con sus amigos, no tiene depresión, pero al final si le das una medicación, le ayudas a desconectar", explica Navarro. "No cambias su vida, pero eliminas de ella causas de estrés". Aunque no dispone de datos contrastados, el psiquiatra del Clinic calcula que sólo un 20% de los que toman antidepresivos sufren la correspondiente enfermedad, mientras que a un 80% se les prescribe por distimia (ánimo bajo o trastorno depresivo leve) y problemas adaptativos.

En cualquier caso el malestar parece extenderse y son muchos los que sucumben a diario a esta pequeña sensación de infelicidad. A pesar de que "la gran patología no ha cambiado tanto: esquizofrenia, depresión clínica, cuadros psicóticos...", afirma Eudoxia Gay. "Puede que se hayan añadido algunas más como la anorexia o la bulimia, o la patología de la infancia", añade. "Esta última, en parte porque estaba abandonada como especialidad. Y porque empieza a descubrirse que la infancia no es siempre el paraíso y que los niños tienen depresiones y problemas. Entre otros, la gran exigencia sobre su comportamiento escolar y los horarios complicados: tienen que madrugar lo que nadie sabe para llegar al colegio y no disponen de mucho tiempo para jugar con sus padres o amigos. Hacemos la vida a la medida de los adultos, de los colectivos... Y los niños se ven exigidos por razones que desconocen", prosigue.

¿Qué está pasando? A las consultas llega cada vez más gente cargada de problemas existenciales. "El riesgo es que no se elaboren los conflictos, y que surja una cronicidad en el cuadro depresivo. Y que al buscar la solución, surja la dependencia", advierte la psiquiatra Eudoxia Gay. "Sería genial que hubiera más psicólogos en la Seguridad Social y que los pacientes, una vez pasado el estado lloroso inicial, contaran con ayuda especializada para solucionar por sí mismos sus problemas", declara Víctor Navarro por su parte. "Pero tenemos que jugar con lo que hay, y no puedes dejar a la gente sin nada". A muchos una psicoterapia les serviría más que una pastilla, "pero hay pacientes que no pueden permitirse pagar un psicólogo privado. En cuanto a otros, vemos de antemano, por su escasa disposición, que no se van a prestar a ninguna terapia", añade Navarro. "Eso no excluye que expliquemos al paciente que está triste por un hecho objetivo (una pérdida, un trauma, un disgusto grande), que va a seguir triste a pesar de la medicación. La tristeza lógica no se puede eliminar, y el antidepresivo lo único que hará será suavizar el duelo. Si se ha muerto su madre hace poco y va al cine con unos amigos, por ejemplo, podrá concentrarse en la película y evadirse unas horas, aunque al salir siga triste", agrega.

La gama de psicofármacos, clasificados por familias, es amplia: antipsicóticos, ansiolíticos, antidepresivos, hipnóticos, antiepilépticos... De ellos, los más consumidos son los antidepresivos y los ansiolíticos. En una década, el uso de los ansiolíticos por excelencia, las benzodiacepinas, se ha duplicado. Aunque las benzodiacepinas no se recetan sólo para trastornos de ansiedad, ese es el uso más extendido de este tipo de fármacos cada vez más democrático. En uno de los últimos estudios facilitado por la Agencia Española del Medicamento, se menciona que uno de cada diez españoles adultos reconoce haber tomado algún medicamento de esta familia de forma esporádica o continuada. Entre los antidepresivos, uno de los principios activos más recetados en estos momentos es escitalopram. Pasada la fiebre inicial por el Prozac que aún subsiste, uno de cada tres pacientes a los que se les prescribe ahora antidepresivos toma probablemente un preparado de escitalopram. De cualquier modo, los más usados son los antidepresivos ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina), de los que según los últimos datos disponibles se venden al año más de 15 millones de envases. Si a estos se suman los de otros antidepresivos, el consumo anual sobrepasa los 24 millones de cajas.

En medio de esta necesidad creciente de un ansiolítico o un antidepresivo, Gay teme que se desatienda a los psicóticos, justamente los que no se creen enfermos, mientras que otros, los neuróticos o deprimidos, copan las consultas.

Habitualmente, se considera que son las mujeres las que consultan con mayor frecuencia por un síndrome depresivo-ansioso. Los expertos dicen que o sufren más tensión o se muestran más receptivas a afrontar sus problemas. No siempre hay patologías menores. "De lo que se trata es de entender el significado de los síntomas e ir pactando cuándo se da la medicación y cuándo se quita. Hay que aceptar, en definitiva, que se tiene un problema, no una enfermedad".

La experiencia de la psicóloga Laura Rojas-Marcos es algo distinta. A su consulta privada de Madrid acuden, además, bastantes hombres. Pero con patologías asociadas al estrés y a un estilo de vida en el que abundan ingestas de alcohol u otros hábitos autodestructivos. Desde esa consulta, la psicóloga observa también algunas contradicciones. E incluso exageraciones: "El análisis de los problemas personales está floreciendo y la gente no tiene ya recelo a ir al terapeuta. Pero uno de los riesgos es sobreanalizarlo todo. Como decía Freud, a veces un cigarro es sólo un cigarro... No hay que darle tantas vueltas, sino relativizar.

Laura Rojas-Marcos piensa que hay gente que vive con una especie de depresión latente. Son deprimidos funcionales, aunque no tengan la enfermedad clínica. Además, la distimia acaba siendo una forma de ser. El paciente proclive ve amenazas en todas partes, es autoexigente y siempre quiere sacar un 10. "La labor del psicólogo puede ser desbrozar esa dinámica de bucle que lleva a algunos a rumiar sus problemas y a perderse en el bosque", prosigue Rojas-Marcos. Romper ese nudo emocional puede ser más útil que tomar una pastilla. Los antidepresivos curan la depresión, pero no la tristeza.
Un alto porcentaje de personas que han sufrido depresión alguna vez en la vida, sobre todo si no había una causa que lo motivara, pueden recaer pasado un tiempo si se quita la medicación. "Pero hay que correr ese riesgo y dar herramientas a la gente para que aprenda a defenderse por sí misma. Sabemos muy poco de lo que pasa en la cabeza de la gente que se agobia. No sabemos bien qué alteración hay, sólo se ha visto que mejoran... Hasta que no se conozca bien la causa es arriesgado pensar en otras alternativas".

A veces el psiquiatra lo que hace es poner nombre al malestar. Ansiedad, depresión, son palabras de dominio público, alteraciones que le pasan a uno y también al tendero. "Lo fácil es caer en la automedicación. Últimamente parece que todo el mundo lleva una bata blanca", señala Rojas-Marcos. En muchos casos, además, lo que preocupa al paciente no es la infelicidad sino el miedo a ser infelices. Pero "¿es la felicidad un derecho? Como mucho, la felicidad son destellos", apostilla Gay. "Y en todo caso, la felicidad, como la esperanza, ha de labrársela cada uno. Además, si los médicos fracasamos con un primer tratamiento entonces sí hemos construido un verdadero paciente", recuerda Eudoxia Gay.

Para esta psiquiatra destinada ahora al hospital Carranque de Málaga, uno de los problemas de hoy es que faltan "perfiles de personalidad. Se está promocionado un tipo de valores, sobre todo a través de programas de televisión para adolescentes, en los que no se va a lo hondo, ni se acude a la introspección, a preguntarse quién soy yo. No se valora la inteligencia, ni al maestro, ni al que trabaja... Se busca el prototipo exitoso", concluye.

Hay especialistas que, ante determinados pacientes, siguen la terapia del no tratamiento: "No, no está enfermo, está sufriendo y eso es algo que tiene que pasar usted". "Buscar el bienestar es un derecho, pero el precio no puede ser mayor que la propia salud. Es cuando menos paradójico que para mejorar te tengas que poner enfermo", concluye Eudoxia Gay.

Presos de los 'debería'

"Vivimos un ambiente de malestar casi global, al menos en Occidente. Hay gente que vive bajo una presión importante, acentuada en parte por la crisis", afirma Laura Rojas-Marcos, autora de El sentimiento de culpa (Aguilar). "Los positivo es que en el plano individual somos cada vez conscientes de ese malestar, sabemos que esos problemas tienen nombre, que pueden ser serios... El riesgo es ahorrarse la mínima perturbación a cambio de un lexatin. En muchos casos esto se produce porque no nos tomamos el tiempo de ver cuál es el problema. Hay que asumir que tenemos que pasar por etapas de tristeza, de pérdidas. ¿Por qué anestesiar ese estado? Hay que afrontar los duelos y aprender determinadas técnicas que nos van a ayudar a sobrevivir", asegura la psicóloga. "Es necesario también aprender a conocerse, identificar los días malos, para esquivar nuestra propia irritabilidad y no crear un círculo de estrés en nuestro entorno".

"Hay miedo a sufrir, a no dormir, a una crisis de ansiedad...", reflexiona Eudoxia Gay. "Hay gente que no tolera una noche en blanco, porque las noches son oscuras, y no todo el mundo soporta la soledad. En definitiva hay gente que prefiere yugular sus penas", añade. Aunque también es cierto que ese valium que tapa otras carencias permite a mucha gente ir tirando y no ir a peor.

Laura Rojas-Marcos ofrece otra clave: "Conviene aprender a ser flexible con uno mismo. Hay mucha gente presa de los debería: debería haber dicho, conseguido, haberme dado cuenta... Todo eso, las excesivas expectativas y la baja tolerancia a la frustración complican mucho la vida. Es la tendencia a la insatisfacción, al bovarysmo (por Emma Bovary). Pero nuestra vida real no es una novela".

Protocols contra la violència escolar


Violència i canvi social a les aules


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L'opinió del diari s’expressa només als editorials. Els articles exposen posicions personals.
La comunitat educativa, en particular, i la societat, en general, reflexionen des de fa anys sobre els canvis de comportament que s’han donat a les aules, conscients que s’ha produït una variació significativa de les formes, de la «manera d’estar», del concepte mateix d’educació. Els canvis s’han desenvolupat a tot el món occidental, producte de la irrupció de nous paràmetres i de l’evolució social cap a esquemes menys autoritaris i de més llibertat en l’entorn acadèmic. Espanya no és, per descomptat, una excepció, però presenta la singularitat que el canvi de costums s’ha produït, en l’últim terç del segle XX, a una velocitat superior, més sincopada.

El difícil pas de l’adolescència a l’edat adulta ha registrat en l’últim decenni –no només a les escoles o els instituts, sinó també al carrer, al si familiar– una tendència cada vegada més perceptible, socialment preocupant, cap a un antiautoritarisme que ha desembocat en conductes delictives. No es tracta de perdre el nord o la serietat analítica a partir de casos recents com el de la mare de Barcelona condemnada per lesionar la mestra de la seva filla, o com el de l’assassinat de Seseña, però cal convenir que és veritat que l’atmosfera que es respira en alguns centres educatius i àmbits juvenils s’acosta a la violència. I no només física, sinó també argumental, verbal, impositiva i de grup.
L’autoritat del professorat ha resultat laminada tant per l’afany legítim i democràtic de superar les xacres del passat reaccionari com per l’actitud familiar, que ha derivat en un abandó dels deures educatius i, al mateix temps, en una sobreprotecció dels fills en detriment de determinades normes de comportament. Trobar un punt intermedi no és gens fàcil, però és innegable que la societat necessita esquemes en els quals s’ha d’harmonitzar la llibertat de l’individu amb el compliment d’unes obligacions que no es poden obviar. És la base de tot aprenentatge.

Tal com asseguren els experts, la violència no és un comportament natural, sinó una actitud aprehesa en la socialització de l’individu. Som, doncs, davant d’un problema complex que demana solucions que no poden escudar-se solament en una hipotètica reforma punitiva, sinó en una labor educativa incessant perquè no s’imposi la llei de la selva sobre els preceptes d’una societat democràtica avançada.

Metges i fiscals preparen un protocol contra les agressions

ANTONIO M. YAGÜE
MADRID

L’Organització Mèdica Col·legial (OMC) i la Fiscalia General de l’Estat han arribat a un acord per elaborar un protocol d’actuació general davant les «cada vegada més nombroses» agressions a facultatius, que serveixi tant per homogeneïtzar el procediment de denúncia d’aquestes agressions com «perquè no quedin casos per atendre» de violència a professionals sanitaris. El president de l’entitat corporativa, que aglutina tots els col·legis de metges, Juan José Rodríguez Sendín, va anunciar ahir aquesta iniciativa, que té l’objectiu que l’agressió a un facultatiu en la sanitat pública sigui considerada en tot Espanya un delicte d’atemptat contra l’autoritat, amb penes de presó de fins a tres anys, com ja han dictaminat alguns tribunals en l’àmbit autonòmic. La consideració de les agressions com a delicte de faltes sol comportar només una multa econòmica.

Encara que no hi ha dades estatals d’agressions a metges per part de pacients, l’OMC calcula que el problema afecta un de cada tres professionals i que el 10% de les agressions són físiques, segons els estudis que s’han dut a terme per part dels col·legis autonòmics. «La situació és greu, cada dia va en augment i no es pot permetre que la por impedeixi que els metges denunciïn aquests fets on correspon», va subratllar Rodríguez Sendín. Els facultatius atribueixen la tendència a l’augment a les males concidiones en què moltes vegades exerceixen.

CREACIÓ DE REGISTRES A part del protocol per tramitar les denúncies, els metges creuen que un altre aspecte que milloraria aquesta «plaga» seria la creació de registres d’agressions en cada col·legi de metges provincial i d’un observatori espanyol que permetés tenir més informació, quantitativa i qualitativa, sobre aquest problema. Aquestes eines servirien per conèixer quants actes violents es produeixen, les seves causes, els àmbits assistencials i les diferents maneres de combatre’ls, va explicar el secretari general, Serafín Romero.

Amb l’objectiu d’ajudar els metges que treballen en el sistema públic de salut a formalitzar les denúncies per agressions, l’OMC ha elaborat una guia en què es recullen procediments i recomanacions per denunciar els casos de violència i una espècie de fitxa amb més de 40 ítems per relatar com són els actes violents comesos contra ells. L’organització col·legial també proposa declarar com a Dia de la no-Violència en l’Àmbit Sanitari el 12 de març, una data que coincideix amb l’assassinat fa un any a Múrcia de la doctora María Eugenia Moreno a conseqüència dels trets que va rebre per part d’un pacient.

La condemna d’una mare a dos anys avala que pegar a mestres és delicte

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1. • Aquesta interpretació jurídica equipara el personal docent i sanitari amb els agents de l’autoritat
Milagros Flores es queixa de la massiva afluència de periodistes a la sortida del judici per agressió a una professora, ahir, a la Ciutat de la Justícia. Foto: GUILLERMO MOLINER
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ANTONIO BAQUERO RAFA JULVE
BARCELONA
A cada pas que feia, intentava transformar en forçada desimboltura la sorpresa inicial per la gran afluència de periodistes. Per això, quan va arribar a la sala 322 de la Ciutat de la Justícia, on havia de ser jutjada per agredir a una professora, Milagros Flores va dir desvergonyida: «¿Però què passa? Si jo no he matat ningú». I va rematar amb sorna: «Jo només sóc una noia sexi». No obstant, davant la jutge, no només va abaixar el to, sinó que va assumir els delictes de què se l’acusava i va acabar condemnada a una pena que consolida la interpretació jurídica que sosté que agredir un professor és delicte.
Milagros Flores va reconèixer que el 6 de novembre del 2008 va anar a l’institut Roger de Flor de Barcelona i que va agredir la professora C. S., a la qual acusava de vexar la seva filla de 13 anys. Se li va abalançar a sobre, li va estirar els cabells, li va pegar, esgarrapar, i li va dir que la mataria.
CONTUSIONS I ESGARRAPADES / La docent va patir contusions al cap i esgarrapades als braços i va necessitar gairebé quatre mesos per recuperar-se de les ferides físiques. Les psicològiques van trigar més a cicatritzar. La professora va caure en una depressió i no ha tornat a fer classe.
L’acusada va reconèixer els càrrecs que se li imputaven per arribar així a una conformitat amb l’acusació. La seva intenció era evitar que la jutge fes seva la petició de la fiscalia i de l’acusació particular representada per una lletrada de la Generalitat, que sol·licitaven tres anys de presó, cosa que li hauria suposat l’ingrés a la presó. Al final, la jutge va acceptar l’acord i va condemnar Flores per delicte d’atemptat a l’autoritat a dos anys de presó (no entrarà a la presó al no tenir antecedents) i a pagar una indemnització de 8.000 euros a la víctima, a la qual no es podrà acostar a menys de 1.000 metres.

La jutge se suma així al corrent d’interpretació judicial que, en sintonia amb la Fiscalia de Catalunya, considera que els professors de la xarxa pública són agents de l’autoritat, igual que els policies, i que per això agredir-los constitueix un delicte d’atemptat penat amb presó. Això eleva la pena, ja que si no es qualifica com a atemptat, aquesta agressió seria només una falta de lesions, que sol comportar una multa. De fet, en un principi, aquest cas s’havia de tramitar com a falta. No obstant, l’advocada de la Generalitat va insistir que es jutgés com a atemptat. Malgrat que molts jutges no apliquen aquest criteri, cada cop són més els que sí que ho fan, i així aquesta línia judicial comença a acumular sentències.
Tot i recolzar la conformitat, l’advocat defensor de Milagros Flores va rebatre després la tesi de la imputació del delicte d’atemptat. El lletrat va manifestar que «és erroni considerar que un professor és un agent de l’autoritat com un policia».

AMPLIAR EL CONCEPTE / L’advocat alimenta la polèmica per l’equiparació dels professors amb els agents de l’autoritat. A la Conselleria d’Educació li sembla «correcta» aquesta línia jurídica. Per a penalistes com José María Fuster Fabra, «per al bé de la societat és bo que un professor sigui una autoritat».

Aquesta interpretació es basa en l’ampliació del concepte de qui és autoritat i incloure-hi professors i metges. L’argument és que el bé jurídic que es pretén protegir és el bon funcionament de la funció pública. Perquè es pugui considerar atemptat, el professor ha de ser funcionari, estar en exercici i hi ha d’haver escometiment, és a dir, una agressió física intencionada.

La mesura també té els seus detractors. Per Joan Queralt, catedràtic de Dret Penal de la Universitat de Barcelona, neix de la necessitat d’augmentar com sigui les condemnes per agressions, poc penades a Espanya. Queralt assenyala la discriminació que suposa que només es considerin atemptat les agressions a professors funcionaris i no als de les escoles privades i concertades.

Un jutge que sol·licita queda en l’anonimat opina: «El Codi Penal ja estableix qui és una autoritat i qui no. El que s’està fent és estirar el codi per resoldre les agressions a professors. Això és un disbarat jurídic».