La Universidad avala el método pedagógico de Linda Lantieri.- SANTI BURGOS
"Los colegios parecen fábricas"
JOAQUINA PRADES EL PAÍS 17/04/2010
Un tiroteo entre adolescentes en un instituto en 1992, que acabó con la vida de uno de ellos, confirmó a Linda Lantieri (Nueva York, 62 años) que el programa que estaba aplicando, casi por intuición, en la red de escuelas públicas de Harlem era una vía adecuada para combatir el uso de la violencia que los chavales copiaban de los adultos para encarar los conflictos. Un periodista de The New York Times cubrió el suceso, la entrevistó y al día siguiente tituló en portada: "Una profesora enseña paz a sus alumnos". Lantieri recibió una donación de un millón de dólares para ampliar su método a escuelas más pobres. El periodista profundizó y escribió un libro. Se llamaba Daniel Goleman. El libro, La inteligencia emocional (1995), fue best seller durante una década.
La educadora aplicó la inteligencia emocional y pacificó las aulas de Harlem
"Aún hay padres que dicen: 'Bah, chorradas'. Y congresistas que dicen: 'Será una pérdida de tiempo'. Espero que sean minoría. Creo que el proyecto se aprobará y daremos un paso de gigante", comenta esta mujer optimista y pragmática, hija de italiano y alemana.
Su tiempo en España está medido. La editorial Aguilar acaba de lanzar la segunda edición de Inteligencia emocional infantil y juvenil, que incluye un CD de ejercicios con la voz de Elsa Punset, y elige el restaurante porque queda a mano del colegio SEK, que impartirá su método el próximo curso.
El aperitivo es sorprendente: empanada de morcilla cubierta de mermelada. "Delicious", comenta, mientras trata de comprender el concepto "morcilla de Burgos".
Linda Lantieri ha dedicado 40 años a la docencia, primero como profesora y después de corresponsable de la red pública neoyorquina. Resume: "Tenemos implantado un sistema educativo que se diseñó en la era industrial [finales del XVIII y comienzos del XIX] para responder a las necesidades del momento: niños bien preparados en una serie de materias, disciplinados, con horarios fabriles, actividades regladas como en una cadena de producción, buenos trabajadores. Hasta la arquitectura de muchos colegios recuerda a fábricas. Se ha acomodado a los tiempos pero en lo sustancial el sistema no ha variado. Es útil, aunque es una visión estrecha de la educación. ¿Habrá quizá relación entre esos ejércitos de buenos trabajadores que hemos formado dejando de lado los sentimientos, las emociones o los conflictos personales, y un siglo XX tan sangriento?".
Apura la ensalada de pollo persiguiendo los tomates cherry por el plato y moja el pan en la salsa del pescado con evidente placer. "El futuro va en otra dirección. Imagino a un niño que tuvo una educación completa -espíritu, mente y cuerpo- recibiendo un día el Nobel de la Paz...", dice, muy seria, "y dándole las gracias por ello a su profesora", remata con una carcajada.