Entrevista a Eduard Punset publicada el pasado domingo 1 de agosto enLa Vanguardia. El divulgador destaca en este artículo algunas de las principales ideas de su último libro, El viaje al poder de la mente y habla de su éxito de ventas.
Destacado:
Los maestros tendrán que aceptar, y ya lo aceptan, que los niños y ellos tienen que aprender
a gestionar la diversidad característica del mundo globalizado. El segundo consenso es aprender a gestionar lo que esa gente tan dispar tiene de común, que son las emociones básicas y universales: la ira, la rabia, el odio, la tristeza, el rencor...
La historia de la evolución prácticamente ha transcurrido sin consciencia. son procesos
cognitivos muy sofisticados, que eran el fruto de intuiciones. Lo primero era descubrir que podía haber una toma de decisiones, fruto del insconciente milenario, por lo tanto era muy bestia prescindir de la atención emocional. ¿Por qué a mis nietas, por ejemplo, no les enseñan a distinguir entre ansiedad y miedo?
Recuperamos una vieja verdad de las pocas que se sostienen de pie: lo que no hagas de los 4 a los 9 años es tiempo perdido. En un experimento de la Universidad de Columbia se vio que los niños y niñas capaces de controlar sus instintos básicos, al llegar a la adolescencia y edad adulta abordaban con mayor acierto los problemas de drogodependencia, violencia, falta de altruismo, compasión, etcétera. Por eso defendemos el aprendizaje social y emocional.
La manera más barata de transformar la sociedad es educando a los niños de 4 a 9 años en
las nuevas aptitudes que les permitirán gestionar sus emociones.
Muchos de los fanatismos son el subproducto de un entorno corrupto, dogmático, en la edad
más tierna. Este es otro de los grandes descubrimientos, y creo que por eso hay un optimismo
relativo en medio de ese pesimismo que lo invade todo.
Lo que hemos descubierto, nuestra incapacidad para cambiar de opinión o para desenchufar de
un entorno emotivo, no es lo que esperábamos. Los neurólogos y psicólogos saben que actuamos
no en función de lo que vemos sino de lo que pensamos que vemos,de nuestras convicciones.
Una decisión tomada en un ambiente emocional tiene mayor relevancia que la misma decisión tomada fríamente.
A menudo les digo a mis amigos que estamos montados en un planeta que va a 250 kilómetros por segundo y que ni Dios tiene domicilio fijo.
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