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El Paraninfo de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid no estaba tan repleto desde que se discutía el polémico Plan Bolonia. Había público sentado en las escaleras, de pie y todo para asistir al debate/encuentro, celebrado el 16 de enero, entre dos de los pensadores vivos más importantes: Claudio Naranjo (Chile, 1932) y José Antonio Marina (Toledo, 1939). El encuentro entre ambos se anunció a los asistentes como un diálogo en el que podrían intercambiar y discutir abiertamente sus respectivas ideas sobre si es posible cambiar nuestros modos de educar. Sin embargo, muy pronto se produjo la convergencia entre Naranjo y Marina al constatar que si de algo no se habla hoy en España, y en general en el mundo occidental, es de la educación. En cualquier encuesta aparecen temas recurrentes como el terrorismo, la seguridad, la crisis económica o las desigualdades sociales, pero nunca rastreamos entre ellos el de la educación. Marina se mostró tajante al respecto: “A nadie le interesa el asunto educativo. Y cuando digo a nadie, es a nadie”. Claudio Naranjo intentó desde el primer momento buscar explicación a esta afirmación del pensador español, asegurando que precisamos urgentemente de una enseñanza que nos ayude a formar a seres más humanos y comprometidos con los auténticos problemas de su tiempo.
Ambos autores declararon, a su vez, que la sociedad actual se enfrenta a un problema de inconmensurabilidad. La nueva era de la comunicación ha dado como fruto una desorientación en el modo de encontrar y asimilar la información (lo que en el ámbito de la educación ha supuesto un alarmante aumento de los casos de déficit de atención); en este sentido, es necesario saber cómo orientarnos, dar con un patrón o una guía que sirva de ayuda a los niños y jóvenes que hoy se educan en colegios e institutos.
En un Paraninfo atestado de gente, José Antonio Marina declaró que su trabajo como investigador se halla encaminado a permitir que los padres comprendan lo que sucede, ofreciendo un significado al comportamiento de sus hijos para ayudarles a encontrar sus propias soluciones y aprovechar sus recursos. El pensador español declaró en numerosas ocasiones que no valen medias tintas; la sociedad civil en su conjunto ha de movilizarse de cara a educar a la infancia en un proyecto de felicidad y dignidad; Marina emplea un viejo proverbio africano para explicarlo: “Para educar a un niño hace falta la tribu entera”, de cara a implantar lo que denomina una “civilización del cuidado” o “maternalización de la sociedad”.
Tanto Naranjo como Marina coincidieron en otorgar una importancia primaria a la sociedadcomo conjunto de individuos interconectados por una red cultural, y desde ahora, imperativa: “la felicidad íntima de cada ser humano es un proyecto que solo puede alcanzarse integrándolo en un proyecto común”, aseguró el español.
A hombros de una cita de Gracián que Marina mencionó en algún momento de la ponencia (“¿Qué importa que el entendimiento se adelante, si el corazón se queda?”), Claudio Naranjo hizo hincapié en la necesidad de cambiar la educación de los sentimientos para cambiar el mundo; a su juicio, al proceso educativo no solo le compete la formación de los individuos, sino también la transformación de una sociedad en crisis, contribuyendo a la transición desde una sociedad patriarcal moribunda a lo que él llama una “sociedad sana”, alejada del imperialismo de la razón instrumental, que hace que la educación que damos a nuestros jóvenes se haya convertido en un proceso casi de instrucción, bajo la condición de apartar otro tipo de actividades que permiten un auténtico desarrollo humano, lo que ha dado como resultado final un descenso en la salud psicológica y en la capacidad empática de los jóvenes. Naranjo declaró en diversos momentos de la conferencia que el adolescente “ha perdido el contacto consigo mismo, no sabe estar a solas, siempre necesita de constantes estímulos para sentirse vivo”. En este sentido, son tres los objetivos principales que el pensador chileno se propone: la liberación de la espontaneidad, el desarrollo amoroso entre seres humanos y el cultivo de la paz interior.
Tanto Claudio Naranjo como José Antonio Marina declararon que la profesión del educador no ha de fundarse exclusivamente en el desarrollo de procedimientos y técnicas, sino más bien de la capacidad de las personas para ayudar, capacidad sin la cual todo recurso técnico cae en el vacío. Por último, recordar que José Antonio Marina es el director del proyecto pedagógico Universidad de Padres, que tiene como objetivo colaborar con los progenitores durante todo el proceso educativo de sus hijos. La idea fundamental de este proyecto es que toda la sociedad debe ayudar en esta tarea. “Aspiramos a recuperar un discurso educativo optimista y alegre, que en la actualidad se ha olvidado”, explica Marina.
Naranjo siempre ha destacado por sus trabajos de índole integradora, acercando la sabiduría tradicional y científica al conocimiento histórico, antropológico, sociológico, psicológico y espiritual de nuestro tiempo. Actualmente es un referente mundial de la denominada terapia Gestalt (autorrealización y crecimiento personal a través del autoconocimiento). Gracias también a sus estudios de Medicina, Psiquiatría y Música, y fruto de un aprendizaje que le permitió recibir las enseñanzas de maestros como Swami Muktananda, Idries Shah o Thartang Tulku, ha desarrollado el Programa SAT, un proceso de autoconocimiento dirigido a profesionales de la psicoterapia, que ha tenido como resultado una guía de transformación individual y social con seminarios dirigidos especialmente al ámbito educativo. Recientemente ha sido creada en Barcelona la Fundación Claudio Naranjo.
Por su parte, José Antonio Marina ha dedicado toda su labor investigadora a la elaboración de una teoría de la inteligencia que comienza en la neurología y encuentra su meta en la ética. A su juicio, la función principal de la inteligencia no es conocer, sino alcanzar la felicidad y la dignidad. Inmerso en este titánico proyecto, en el que actualmente sigue aún inmerso, ha dedicado libros a la creación, el lenguaje, los sentimientos, la voluntad, la religión o la política. Ha sido galardonado con diversos premios, entre los que destacan el Anagrama de Ensayo, Premio Juan de Borbón, Premio Elle, Premio Giner de los Ríos de la Innovación Educativa y Premio Nacional de Ensayo. Información de Carlos J. González Serrano
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