Puede que a humanos y babuinos no les separen tantas cosas. Estos primates cuadrúpedos, que rara vez suben a los árboles, viven en sociedad, tienen comportamientos altruistas como los humanos y, además, parece que dominan elementos básicos de la lectura. Una investigación de la Universidad de Marsella que se publica en la revista «Science» demuestra que los babuinos distinguen palabras en inglés de secuencias de letras sin sentido, después de ser entrenados para ello. La investigación descarta que estos primates tan «humanos» tengan habilidades lingüísticas. Pero acaban con la creencia establecida de que sea imprescindible conocer un lenguaje para reconocer palabras. Hasta la fecha, la capacidad de reconocer palabras se relacionaba fundamentalmente con el lenguaje.
Este hallazgo demostraría que la capacidad humana para leer se asienta sobre una capacidad más primitiva, anterior a la evolución de nuestra propia especie.
Para llegar a esta conclusión, Jonathan Grainger y su equipo de la Universidad de Aix-Marsella estudiaron a un grupo de babuinos en un recinto con ordenadores de pantalla táctil. Se les mostraba en las pantallas secuencias de cuatro letras y tenían que clasificar la secuencia como una palabra real o no. Si acertaban recibían comida como premio.
Procesamiento ortográfico
El entrenamiento duró un mes y medio. Y tras este tiempo, los babuinos aprendieron a identificar docenas de palabras entre más de 7.000 secuencias de letras sin sentido. La precisión, al final del estudio fue de casi el 75%.
Esta capacidad desconocida de los primates no humanos de identificar combinaciones de letras específicas se llama «procesamiento ortográfico». Es una habilidad íntimamente relacionada con la lectura y hasta ahora atribuida al hombre.
Por lo tanto, uno de los bloques de construcción de capacidad de lectura, que es uno de los más complejos de las capacidades humanas, pueden ser más comunes en el cerebro de los primates que se pensaba. Una perspectiva relacionada con discute la investigación.
Otro estudio previo ya había demostrado que los babuinos poseían capacidades de razonamiento abstracto que hasta ahora se atribuían en exclusiva al hombre y al chimpancé.
El gorila se une al club del genoma
Kamilah vive en San Diego, California, tiene 35 años, pesa 136 kilogramos y la cubre un oscuro abrigo de piel. Y es el primer gorila al que se le traza su genoma completo.
Domingo, 25 de marzo de 2012
Por Kerry Smith - Nature News © 2012
Los investigadores ya han secuenciado el genoma de humanos, chimpancés y orangutanes. Entender estos catálogos genéticos de nuestros familiares vivientes más cercanos puede revelar mucho sobre nuestra senda evolutiva, como cuándo divergimos de nuestros primos primates y qué diferencia a los humanos de los simios.
Después de los chimpancés, los gorilas son los familiares vivientes más cercanos de los humanos. “Cuando los humanos y los chimpancés divergieron no fue mucho después de que los gorilas se separaran del mismo linaje”, dice Aylwyn Scally, cuyo equipo del Instituto Wellcome Trust Sanger, situado en Hinxton, Reino Unido, encabezó el esfuerzo para trazar la secuencia.
“Tener más linajes pone a la evolución humana en una perspectiva importante”, asegura Wolfgang Enard, investigador de genética evolutiva humana del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig, Alemania, que no formó parte del estudio.
El equipo también comparó el genoma de Kamilah con secuencias parciales de otros tres gorilas, dos de la misma subespecie que Kamilah, el gorila occidental de planicies (Gorilla gorilla gorilla), y un gorila oriental de planicies (Gorilla beringei graueri).
En general, los datos sugieren que los gorilas se separaron de su ancestro común con los humanos y chimpancés hace aproximadamente 10 millones de años, y que los chimpancés y los humanos se separaron casi 4 millones de años después.
Esto ayuda a despejar el enigma evolutivo de los tres tipos de grandes simios. “Durante mucho tiempo hubo discordancia entre la evidencia fósil y las estimaciones genéticas, en el sentido de que estas últimas generaban tiempos de especiación más recientes”, afirma Scally.
Sorpresas desconcertantes
Pero la secuencia del genoma también ha dado sorpresas. La visión estándar del árbol genealógico de la familia de los grandes simios es que los humanos y los chimpancés se parecen más entre ellos que a los gorilas, porque los chimpancés y los humanos se separaron más recientemente. Pero, 15% de los genes humanos se parecen más a la versión gorila que a la chimpancé.
Gran parte del 15% está en secciones del genoma que no codifican proteínas. Pero los investigadores también buscaron cambios genéticos funcionales. Encontraron que ciertos genes -incluyendo algunos relacionados con la audición y el desarrollo del cerebro- habían sufrido cambios más rápidos de lo esperado en el linaje de gorilas y de humanos.
Algunos de estos cambios rápidos son desconcertantes: el gen LOXHD1 está involucrado en la audición de los humanos y, por tanto, se pensaba que también participaba en el habla, pero el gen muestra la gran aceleración de la evolución en los gorilas. “Pero sabemos que los gorilas no se hablan; si lo hacen, se las están ingeniando para mantenerlo en secreto”, señala Scally.
Esto debilita la conexión entre el gen y el lenguaje, piensa Enard. “Si encontramos esto en los gorilas, la opción sale por la ventana”, explica.
La secuencia del genoma del gorila también podría influir en la conversación. “La gente puede empezar a tomar el genoma y buscar partes que estén relacionadas con el estado físico de los animales”, informa Harry Marshall, investigador de primates de la Sociedad Zoológica de Londres.
Entonces, ¿qué especies deberían ser las próximas en unirse al club de secuencia genómica? Hay cientos de especies de primates, y en un mundo ideal a Enard le gustaría trazar la secuencia de todas. Pero no tiene mucho caso sin datos fisiológicos y de comportamiento. “También queremos fenotipos”, agrega.
Después de los chimpancés, los gorilas son los familiares vivientes más cercanos de los humanos. “Cuando los humanos y los chimpancés divergieron no fue mucho después de que los gorilas se separaran del mismo linaje”, dice Aylwyn Scally, cuyo equipo del Instituto Wellcome Trust Sanger, situado en Hinxton, Reino Unido, encabezó el esfuerzo para trazar la secuencia.
“Tener más linajes pone a la evolución humana en una perspectiva importante”, asegura Wolfgang Enard, investigador de genética evolutiva humana del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig, Alemania, que no formó parte del estudio.
El equipo también comparó el genoma de Kamilah con secuencias parciales de otros tres gorilas, dos de la misma subespecie que Kamilah, el gorila occidental de planicies (Gorilla gorilla gorilla), y un gorila oriental de planicies (Gorilla beringei graueri).
En general, los datos sugieren que los gorilas se separaron de su ancestro común con los humanos y chimpancés hace aproximadamente 10 millones de años, y que los chimpancés y los humanos se separaron casi 4 millones de años después.
Esto ayuda a despejar el enigma evolutivo de los tres tipos de grandes simios. “Durante mucho tiempo hubo discordancia entre la evidencia fósil y las estimaciones genéticas, en el sentido de que estas últimas generaban tiempos de especiación más recientes”, afirma Scally.
Sorpresas desconcertantes
Pero la secuencia del genoma también ha dado sorpresas. La visión estándar del árbol genealógico de la familia de los grandes simios es que los humanos y los chimpancés se parecen más entre ellos que a los gorilas, porque los chimpancés y los humanos se separaron más recientemente. Pero, 15% de los genes humanos se parecen más a la versión gorila que a la chimpancé.
Gran parte del 15% está en secciones del genoma que no codifican proteínas. Pero los investigadores también buscaron cambios genéticos funcionales. Encontraron que ciertos genes -incluyendo algunos relacionados con la audición y el desarrollo del cerebro- habían sufrido cambios más rápidos de lo esperado en el linaje de gorilas y de humanos.
Algunos de estos cambios rápidos son desconcertantes: el gen LOXHD1 está involucrado en la audición de los humanos y, por tanto, se pensaba que también participaba en el habla, pero el gen muestra la gran aceleración de la evolución en los gorilas. “Pero sabemos que los gorilas no se hablan; si lo hacen, se las están ingeniando para mantenerlo en secreto”, señala Scally.
Esto debilita la conexión entre el gen y el lenguaje, piensa Enard. “Si encontramos esto en los gorilas, la opción sale por la ventana”, explica.
La secuencia del genoma del gorila también podría influir en la conversación. “La gente puede empezar a tomar el genoma y buscar partes que estén relacionadas con el estado físico de los animales”, informa Harry Marshall, investigador de primates de la Sociedad Zoológica de Londres.
Entonces, ¿qué especies deberían ser las próximas en unirse al club de secuencia genómica? Hay cientos de especies de primates, y en un mundo ideal a Enard le gustaría trazar la secuencia de todas. Pero no tiene mucho caso sin datos fisiológicos y de comportamiento. “También queremos fenotipos”, agrega.