Los babuinos pueden distinguir palabras con significado
Una investigación descubre que el reconocimiento de signos no es exclusivo de los humanos
Investigadores europeos han descubierto que los babuinos son capaces de reconocer palabras escritas. En un experimento, aprendieron a discriminar docenas de palabras con sentido entre más de 7.000 sin sentido. Este descubrimiento significa que el reconocimiento de signos no es exclusivo de los humanos.
Los babuinos Papio papio no tienen habilidades lingüísticas, pero sí pueden reconocer palabras escritas, según un estudio publicado en la revista Science. Este hallazgo cambia el paradigma de que el reconocimiento de signos es algo inherente al lenguaje y, por lo tanto, a los humanos.
Papio es un género de primates catarrinos de la familia Cercopithecidae conocidos vulgarmente como papiones o babuinos. Son los mayores monos del Viejo Mundo, los primates más corpulentos de hecho si se exceptúan los grandes simios y los simios menores.
“La clave de esta investigación es que para discernir las palabras con y sin sentido, los babuinos no han utilizado una aproximación holística, sino la información de las letras individuales“, explica Jonathan Grainger, investigador de la Universidad de Aix-Marsella y primer autor del trabajo.
Grainger y sus colegas han estudiado un grupo de babuinos en cautividad que vivían en una zona vallada con varias cabinas con ordenadores. En el experimento, los monos observaban en la pantalla combinaciones de cuatro letras y tenían que discernir si la palabra tenía sentido o no.
Si acertaban, recibían comida como premio. En un periodo de un mes y medio, los primates aprendieron a discriminar docenas de palabras con sentido entre más de 7.000 sin sentido.
Los primates aprendieron a discriminar docenas de palabras con sentido entre más de 7.000 sin sentido.
Los científicos piensan que, en humanos y babuinos, el modo de reconocer las palabras a través de las letras imita a la manera en la que reconocemos un objeto cotidiano como la suma de sus partes. “Sabemos que una mesa es una mesa cuando vemos una tabla y cuatro patas dispuestas en una configuración espacial particular” señala el investigador.
Código ortográfico, sonido y significado
“Estos resultados con babuinos abren la puerta a infinidad de proyectos relacionados con la capacidad cognitiva y de lectura de otros animales”, declara Grainger. Además, los científicos están seguros de que el mismo procesamiento cognitivo está presente en otros primates.
A la habilidad de reconocer combinaciones específicas de letras se la conoce como ‘procesamiento ortográfico’ y es el primer paso en el proceso de aprender a leer. A partir de aquí, los humanos asignan el código ortográfico a un sonido y a un significado, los otros dos bloques fundamentales en el proceso de leer palabras. Los siguientes pasos son más complejos e implican la lectura de frases enteras y la sintaxis.
“Uno de nuestros próximos proyectos será examinar cómo los babuinos asocian palabras impresas con significados. No hay razón para pensar que no tendremos éxito”, concluye Grainger.
Referencia
Los babuinos pueden leer (o casi)
Una investigación demuestra que pueden distinguir palabras en inglés de secuencias de letras sin sentido
ABC 16/04/2012
SCIENCE
Puede que a humanos y babuinos no les separen tantas cosas. Estos primates cuadrúpedos, que rara vez suben a los árboles, viven en sociedad, tienen comportamientos altruistas como los humanos y, además, parece que dominan elementos básicos de la lectura. Una investigación de la Universidad de Marsella que se publica en la revista «Science» demuestra que los babuinos distinguen palabras en inglés de secuencias de letras sin sentido, después de ser entrenados para ello. La investigación descarta que estos primates tan «humanos» tengan habilidades lingüísticas. Pero acaban con la creencia establecida de que sea imprescindible conocer un lenguaje para reconocer palabras. Hasta la fecha, la capacidad de reconocer palabras se relacionaba fundamentalmente con el lenguaje.
Este hallazgo demostraría que la capacidad humana para leer se asienta sobre una capacidad más primitiva, anterior a la evolución de nuestra propia especie.
Para llegar a esta conclusión, Jonathan Grainger y su equipo de la Universidad de Aix-Marsella estudiaron a un grupo de babuinos en un recinto con ordenadores de pantalla táctil. Se les mostraba en las pantallas secuencias de cuatro letras y tenían que clasificar la secuencia como una palabra real o no. Si acertaban recibían comida como premio.
Procesamiento ortográfico
El entrenamiento duró un mes y medio. Y tras este tiempo, los babuinos aprendieron a identificar docenas de palabras entre más de 7.000 secuencias de letras sin sentido. La precisión, al final del estudio fue de casi el 75%.
Esta capacidad desconocida de los primates no humanos de identificar combinaciones de letras específicas se llama «procesamiento ortográfico». Es una habilidad íntimamente relacionada con la lectura y hasta ahora atribuida al hombre.
Por lo tanto, uno de los bloques de construcción de capacidad de lectura, que es uno de los más complejos de las capacidades humanas, pueden ser más comunes en el cerebro de los primates que se pensaba. Una perspectiva relacionada con discute la investigación.
Otro estudio previo ya había demostrado que los babuinos poseían capacidades de razonamiento abstracto que hasta ahora se atribuían en exclusiva al hombre y al chimpancé.
El gorila se une al club del genoma
Kamilah vive en San Diego, California, tiene 35 años, pesa 136 kilogramos y la cubre un oscuro abrigo de piel. Y es el primer gorila al que se le traza su genoma completo.
Domingo, 25 de marzo de 2012
Por Kerry Smith - Nature News © 2012
Los investigadores ya han secuenciado el genoma de humanos, chimpancés y orangutanes. Entender estos catálogos genéticos de nuestros familiares vivientes más cercanos puede revelar mucho sobre nuestra senda evolutiva, como cuándo divergimos de nuestros primos primates y qué diferencia a los humanos de los simios.
Después de los chimpancés, los gorilas son los familiares vivientes más cercanos de los humanos. “Cuando los humanos y los chimpancés divergieron no fue mucho después de que los gorilas se separaran del mismo linaje”, dice Aylwyn Scally, cuyo equipo del Instituto Wellcome Trust Sanger, situado en Hinxton, Reino Unido, encabezó el esfuerzo para trazar la secuencia.
“Tener más linajes pone a la evolución humana en una perspectiva importante”, asegura Wolfgang Enard, investigador de genética evolutiva humana del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig, Alemania, que no formó parte del estudio.
El equipo también comparó el genoma de Kamilah con secuencias parciales de otros tres gorilas, dos de la misma subespecie que Kamilah, el gorila occidental de planicies (Gorilla gorilla gorilla), y un gorila oriental de planicies (Gorilla beringei graueri).
En general, los datos sugieren que los gorilas se separaron de su ancestro común con los humanos y chimpancés hace aproximadamente 10 millones de años, y que los chimpancés y los humanos se separaron casi 4 millones de años después.
Esto ayuda a despejar el enigma evolutivo de los tres tipos de grandes simios. “Durante mucho tiempo hubo discordancia entre la evidencia fósil y las estimaciones genéticas, en el sentido de que estas últimas generaban tiempos de especiación más recientes”, afirma Scally.
Sorpresas desconcertantes
Pero la secuencia del genoma también ha dado sorpresas. La visión estándar del árbol genealógico de la familia de los grandes simios es que los humanos y los chimpancés se parecen más entre ellos que a los gorilas, porque los chimpancés y los humanos se separaron más recientemente. Pero, 15% de los genes humanos se parecen más a la versión gorila que a la chimpancé.
Gran parte del 15% está en secciones del genoma que no codifican proteínas. Pero los investigadores también buscaron cambios genéticos funcionales. Encontraron que ciertos genes -incluyendo algunos relacionados con la audición y el desarrollo del cerebro- habían sufrido cambios más rápidos de lo esperado en el linaje de gorilas y de humanos.
Algunos de estos cambios rápidos son desconcertantes: el gen LOXHD1 está involucrado en la audición de los humanos y, por tanto, se pensaba que también participaba en el habla, pero el gen muestra la gran aceleración de la evolución en los gorilas. “Pero sabemos que los gorilas no se hablan; si lo hacen, se las están ingeniando para mantenerlo en secreto”, señala Scally.
Esto debilita la conexión entre el gen y el lenguaje, piensa Enard. “Si encontramos esto en los gorilas, la opción sale por la ventana”, explica.
La secuencia del genoma del gorila también podría influir en la conversación. “La gente puede empezar a tomar el genoma y buscar partes que estén relacionadas con el estado físico de los animales”, informa Harry Marshall, investigador de primates de la Sociedad Zoológica de Londres.
Entonces, ¿qué especies deberían ser las próximas en unirse al club de secuencia genómica? Hay cientos de especies de primates, y en un mundo ideal a Enard le gustaría trazar la secuencia de todas. Pero no tiene mucho caso sin datos fisiológicos y de comportamiento. “También queremos fenotipos”, agrega.
Después de los chimpancés, los gorilas son los familiares vivientes más cercanos de los humanos. “Cuando los humanos y los chimpancés divergieron no fue mucho después de que los gorilas se separaran del mismo linaje”, dice Aylwyn Scally, cuyo equipo del Instituto Wellcome Trust Sanger, situado en Hinxton, Reino Unido, encabezó el esfuerzo para trazar la secuencia.
“Tener más linajes pone a la evolución humana en una perspectiva importante”, asegura Wolfgang Enard, investigador de genética evolutiva humana del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig, Alemania, que no formó parte del estudio.
El equipo también comparó el genoma de Kamilah con secuencias parciales de otros tres gorilas, dos de la misma subespecie que Kamilah, el gorila occidental de planicies (Gorilla gorilla gorilla), y un gorila oriental de planicies (Gorilla beringei graueri).
En general, los datos sugieren que los gorilas se separaron de su ancestro común con los humanos y chimpancés hace aproximadamente 10 millones de años, y que los chimpancés y los humanos se separaron casi 4 millones de años después.
Esto ayuda a despejar el enigma evolutivo de los tres tipos de grandes simios. “Durante mucho tiempo hubo discordancia entre la evidencia fósil y las estimaciones genéticas, en el sentido de que estas últimas generaban tiempos de especiación más recientes”, afirma Scally.
Sorpresas desconcertantes
Pero la secuencia del genoma también ha dado sorpresas. La visión estándar del árbol genealógico de la familia de los grandes simios es que los humanos y los chimpancés se parecen más entre ellos que a los gorilas, porque los chimpancés y los humanos se separaron más recientemente. Pero, 15% de los genes humanos se parecen más a la versión gorila que a la chimpancé.
Gran parte del 15% está en secciones del genoma que no codifican proteínas. Pero los investigadores también buscaron cambios genéticos funcionales. Encontraron que ciertos genes -incluyendo algunos relacionados con la audición y el desarrollo del cerebro- habían sufrido cambios más rápidos de lo esperado en el linaje de gorilas y de humanos.
Algunos de estos cambios rápidos son desconcertantes: el gen LOXHD1 está involucrado en la audición de los humanos y, por tanto, se pensaba que también participaba en el habla, pero el gen muestra la gran aceleración de la evolución en los gorilas. “Pero sabemos que los gorilas no se hablan; si lo hacen, se las están ingeniando para mantenerlo en secreto”, señala Scally.
Esto debilita la conexión entre el gen y el lenguaje, piensa Enard. “Si encontramos esto en los gorilas, la opción sale por la ventana”, explica.
La secuencia del genoma del gorila también podría influir en la conversación. “La gente puede empezar a tomar el genoma y buscar partes que estén relacionadas con el estado físico de los animales”, informa Harry Marshall, investigador de primates de la Sociedad Zoológica de Londres.
Entonces, ¿qué especies deberían ser las próximas en unirse al club de secuencia genómica? Hay cientos de especies de primates, y en un mundo ideal a Enard le gustaría trazar la secuencia de todas. Pero no tiene mucho caso sin datos fisiológicos y de comportamiento. “También queremos fenotipos”, agrega.
Los chimpancés hablan, mienten y hacen poesías con el lenguaje de signos
El matrimonio Fouts durante su visita a Barcelona. | Efe
Esta pareja de psicólogos comparativos, del Instituto de Comunicación entre Humanos y Chimpancés de la Central Washington University, se jubilará el próximo verano sabiendo que han cumplido su misión y que han podido "cerrar la boca" a muchos científicos -entre ellos al lingüista Noam Chomsky- que durante décadas negaban esta posibilidad comunicativa, explican en una entrevista con Efe.
Los Fouts fueron continuadores de los trabajos iniciados en los 60 por otro matrimonio -los también psicólogos Allen y Beatrice Gardner- a quienes la NASA cedió la chimpancé Washoe después de que la agencia espacial abandonó su investigación con "chimponautas".
Cuatro palabras en seis años
Washoe fue introducida en un ambiente humano donde sólo se hablaba el lenguaje de sordomudos, una vía muy diferente a la de equipos que, décadas antes, habían intentado enseñar lenguaje oral a una chimpancé que en seis años sólo pudo pronunciar, y no claramente, cuatro palabras: "mamá", "papá", "taza" y "arriba", explica Roger simulando los sonidos que salieron de la boca de la primate.Los Gardner y su equipo, donde Roger era becario, creían que la vocalización de los chimpancés era involuntaria, como el sonido que hace un humano si se golpea el dedo con un martillo. Apostaron por aprovechar el movimiento natural de sus manos (como utilizan los ejemplares salvajes, con dialectos propios) y decidieron criar a Washoe como una niña sorda, con el lenguaje de signos de EEUU.
La primate aprendió más de un centenar de signos viendo cómo se comunicaba el equipo, y así podía pedir comida o que le rascasen, o expresar conceptos complicados como "estoy triste" o pedir perdón.
Demasiado 'humana'
Pero la vida doméstica con Washoe se hizo complicada. Cuando los Gardner decidieron cederla a un centro de Oklahoma, Roger no quiso dejarla sola en aquel laboratorio -donde iba a pasarlo mal en jaulas junto a unos congéneres a los que llamaba "bichos negros"- y logró que la trasladaran con él a Washington para seguir investigando, hasta la muerte de la chimpancé en 2007.En todos estos años, el matrimonio de investigadores, que ha pasado por Barcelona invitado por CosmoCaixa y la Fundación Mona, pudo ver cómo Washoe trasladó el lenguaje a su "familia", Tatu, Dar y Loulis -una cría adoptada que aprendió los signos sin intervención humana- hasta niveles sorprendentes: llegaban a hablar ellos solos mientras "leían" una revista, ya que son capaces de poner nombre a lo que ven en las fotos (bebida, comida, helado, zapatos...).
"Hablan como una familia; si unos discuten, se intenta poner paz; cuando Loulis le quitaba una revista a Washoe, ella le maldecía y le decía 'sucio'", explica Deborah, que indica que los primates también saben utilizar los signos para mentir.
Así se ve en una grabación en la que Dar hizo creer a Washoe que Loulis le había pegado y se tiró al suelo señalándole y pidiendo con signos a su madre un "abrazo", que además acabó regañando al supuesto agresor, una infantil malicia típica de Bart Simpson o de un delantero en el área pequeña.
La poesía de los grandes simios
Más sorprendente si cabe fue otra grabación en la que uno de los chimpancés repetía "llorar, llorar; rojo, rojo; silencio, silencio; divertido, divertido", un enigma para el equipo hasta que un amigo poeta de la pareja apuntó que los signos de estas palabras eran similares y que se trataba de una aliteración de la lengua de signos, ¡¡una composición poética!!"Hay evidencias de que son capaces de aprender los signos, de ordenarlos y conversar, tienen una sintaxis, incluso son capaces de inventar y transmitirlos", remarca Roger Fouts.
Aunque se jubilarán de su trabajo en la universidad para dedicarse a sus cinco nietos a los que ven poco, reconocen que seguirán yendo a ver a sus otros "nietos" chimpancés. "No podemos decirles que tenemos 68 años y nos jubilamos; iremos a verles aunque ya no cada día", adelantan.
Los Fouts están satisfechos de la prohibición de las corridas de toros en Cataluña y confían en que se extienda al resto de España. "Con nuestros compañeros animales hemos tenido una relación de explotación, los hemos tratado como esclavos; ahora, aunque poco a poco, al menos estamos pasando al camino de compasión", afirma esperanzado el científico, crítico con el trato que aún se da a los chimpancés en muchos laboratorios de EEUU.
La pareja lamenta que la difusión de sus sorprendentes investigaciones no hayan servido para detener el maltrato a estos primates, pero confía en que éstas lleguen a las escuelas y que provoquen un cambio de actitud en las nuevas generaciones.
El cerebro 'lingüístico' de los chimpancés
Estos simios activan la misma área cerebral que los humanos al comunicarse
EL MUNDO 03/03/2008
ROSA M. TRISTÁN
MADRID.- Chimpancés y seres humanos utilizan la misma región cerebral para comunicarse, ya sea de forma verbal o gestual, lo que significa que la base neurobiológica del lenguaje ya pudo estar presente en el antepasado común entre ambas especies, hace unos siete millones de años.
Mientras les tenían conectados a un sistema de tomografía por emisión de positrones, con el que se puede escanear un cerebro, un investigador les mostraba alimentos desde fuera de su alcance.
Los chimpancés gesticulaban y vocalizaban sonidos para pedir comida. La zona cerebral que se les activó fue el área de Broca, en el hemisferio izquierdo, que es la relacionada con el lenguaje humano. Sin embargo, cuando les enseñaban a pedir comida intercambiándola por piedras, el resultado tomográfico era diferente.
«Una interpretación de estos resultados es que los chimpancés tienen un cerebro preparado para el lenguaje y de hecho utilizan esa área para producir señales de su repertorio comunicativo», ha declarado Taglialatela.
Una cuestión importante es que el experimento en Yerkes se hizo con chimpancés nacidos en cautividad, que realizan gestos no vistos en los que están en estado salvaje. Ello indicaría que fue el aprendizaje de esas señales lo que activó su Broca del cerebro. «Si es así, significa que el cerebro del chimpancé tiene una enorme plasticidad, tanto como el humano, y también que el desarrollo de ciertos signos de comunicación puede influir en la estructura y función del cerebro», añade el investigador.
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