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lunes, 29 de noviembre de 2010

"Los padres que protagonizaron el "Prohibido prohibir" del Mayo del 68 se equivocaron"

Josep Moya: "Los padres que protagonizaron el "Prohibido prohibir" del Mayo del 68 se equivocaron" 

FONT: http://www.lavanguardia.es/ciudadanos/noticias/20101129/54077263524/josep-moya-los-padres-que-protagonizaron-el-prohibido-prohibir-del-mayo-

El fenómeno "ni-ni" y el alto fracaso escolar derivan de la pérdida de la noción de autoridad en la generación de los progenitores, según el psiquiatra

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MERITXELL M. PAUNÉ | Barcelona | 29/11/2010  Ciudadanos

Josep Moya (Barcelona, 1954) es psiquiatra y dirige el Observatorio de Salut Mental de Catalunya desde su creación en 2007. También es Coordinador científico del Servicio de Salut Mental del hospital Parc Taulí y miembro de la Fundació - Institut Universitari del mismo centro hospitalario sabadellense. Fue el encargado de cerrar el ciclo de conferencias Ser adolescente hoy en el CosmoCaixa de Barcelona, la pasada semana.

¿Cómo son nuestros niños y jóvenes de hoy? 

Son la expresión de la sociedad y de una colisión entre la crisis y las expectativas previas. Tenemos unos niños y adolescentes educados en una época de abundancia, rodeados de objetos maravillosos –consolas, portátiles…– que los medios de comunicación pintaban como fundamentales y muy asequibles. Pero ahora resulta que la cosa se ha trastocado y que las familias apenas llegan a final de mes, el acceso al mundo laboral se ha complicado mucho y aquella abundancia ya no existe.

¿Cuáles son los problemas o los trastornos que, según su visión de especialista, afectan a más jóvenes hoy en día en Catalunya? 

Los de conducta oposicionista o desafiante. Hacia los padres, los docentes, en la escuela, en la calle… Es el síntoma de un problema mucho más amplio y de fondo. Tengamos en cuenta que no todos los conflictos o malestares necesariamente se deben a trastornos mentales, que últimamente nos empeñamos en trastornarlo todo.

¿Y según los propios jóvenes? ¿Qué malestares perciben como los más graves de su generación? 

Los mismos, los de conducta. Como sujetos o como sufridores de éstos. Hemos realizado un estudio en varias escuelas, por encargo de la Generalitat, y los niños nos cuentan en las entrevistas que en su clase hay agresiones frecuentes entre compañeros del mismo curso, dicen que falta de disciplina, que algunos compañeros que se ríen del profesor, nos cuentan que se aburren, que la violencia forma parte de las relaciones cotidianas…

¿Estos trastornos de conducta son la razón fundamental del actual malestar en la enseñanza? 

Es una de las razones pero no la única. La otra es la desmotivación del alumnado por el conocimiento. Los docentes se quejan que en su intento de transmitir un conocimiento, no encuentran receptividad. Ya no les interesa.

¿Por qué ya no les interesa?

Una de las cosas que más nos responden los alumnos es que no le ven la utilidad a aquello que se les enseña, no ven cómo les podrá ayudar a construir su proyecto de futuro.

Hace 30 años tampoco debía parecer precisamente útil la lista de los reyes Godos. 

Tampoco. Pero el profesor o tus pares te convencían de que sí que te serviría algún día para obtener un trabajo o pasar unas oposiciones, que te darías cuenta más adelante. Y esto es lo que ya no tiene credibilidad. La autoridad del adulto, el reconocimiento a su saber y la conveniencia de escucharle, tambalean.

Insisto: ¿Por qué?

Es un cambio progresivo que empieza con el Mayo del 68, durante la juventud de los actuales padres. Estas familias y actores que lo protagonizaron probablemente se equivocaron cuando decían esa famosa frase de "Prohibido prohibir". A partir de ese lema surgen hoy respuestas radicales, rígidas, feroces, que reivindican el autoritarismo contrario. Y en este sentido el resurgir de algunos grupos neonazis podría ser una consecuencia tardía del 68.

En Catalunya tenemos alrededor de un 40% de fracaso escolar. ¿Cuántos naufragan por ese magma inestable de valores y cuantos por desórdenes de conducta? 

La existencia de trastornos no justifica el fracaso escolar. Ya sé que hay colegas míos que afirman que el fracaso escolar en Catalunya se debe únicamente a trastornos mentales o de conducta no diagnosticados. A mi me parece que no, que es tan alto porque la problemática de fondo con los valores no genera las condiciones adecuadas para la transmisión del conocimiento. Por eso nuestro sistema educativo no resulta motivador ni para los que van retrasados en el aprendizaje ni para los que van sobrados.

¿Qué balance hace de la introducción de psicólogos en las escuelas? 

Muy buena. En este estudio para el Departament d"Educació justamente respaldamos que los docentes tengan un apoyo clínico con dos funciones primordiales: detectar y derivar a especialistas posibles trastornos graves y capacitar al profesor para reaccionar adecuadamente ante una crisis en el aula o un comportamiento sintomático.

Tendrá limitaciones, sin embargo. 

Las horas de tutorías no pueden ser reducidas, porque hay niños que las necesitan como agua de mayo. Otra limitación son las familias que tienen una actitud hostil hacia el docente o que cuestionan sistemáticamente los informes de la escuela. Y la red de salud mental infantojuvenil tiene que dar una respuesta rápida una vez detectada una situación muy grave en una escuela, no que le den visita para dos meses después. Los centros están muy colapsados, pero tienen que encontrarse vías para acelerar la atención a los casos más graves.

Quería preguntarle sobre los ni-nis, sobre aquellos que verdaderamente lo sean y vean pasar los días y los meses apoltronados en el sofá de casa de sus padres. ¿Detrás de algunos de ellos puede haber un trastorno? 

Algunos casos seguramente habrá, pero la mayoría sufren una preocupante falta de responsabilidad, entendida como la capacidad de hacerse cargo de las propias decisiones y sus consecuencias. Me da la sensación que ante la frustración de esas expectativas de éxito fácil, no tienen los recursos personales para afrontar el contexto actual, porque no fueron educados para la escasez sino para la abundancia.

¿Cantarles las cuarenta les hace espabilar? 

No. Ya no podemos devolverlos a la infancia y volverlos a educar para el nuevo contexto. No lleva a ningún sitio criminalizarle y dedicarle toda clase de descalificativos, que si eres un gandul, que si eres un irresponsable… No da buenos resultados. Algunos incluso se acorazarán y quedarán aún más inhibidos. Posiblemente necesiten mucho más un apoyo individual, hablar con alguien y compensar los recursos que no tiene. 

¿Cuándo tiene que saltar la alarma que un posible trastorno mental? 

Cuando un mismo síntoma se da en todos los entornos. Hemos visto muchos niños que son movidos en clase de una asignatura, pero no lo son en otras, o no lo son cuando ven la televisión tres horas, jugando al ordenador o incluso haciendo una tarea escolar que les motiva.

Hay niños hiperpasivos también, aunque se les nombre menos que a los hiperactivos

Porque no hacen ruido, claro. Se trata de niños apáticos, que no hacen ruido, que no muestran interés por demasiadas cosas. Hay que explorar cada caso y ver que detrás no haya una depresión u otro problema grave.

Hábleme de la depresión infantil en Catalunya. ¿Su prevalencia es relevante? 

Bastante. Alcanza a entre un 10% y un 15% de los menores, más o menos. Un niño de 10 o 12 años puede entrar en situaciones depresivas y manifestarlo a través de trastornos de la conducta. Por eso es tan importante que cuando se detecta un trastorno, el especialista hable con el niño o adolescente, mantengan una conversación en persona, larga. Los desencadenantes más habituales son las crisis familiares y la sensación de no encontrar su sitio en la vida, por sentirse inútiles o no llegar a los niveles de aprendizaje de los demás…

Tanta complejidad estructural y de valores es desalentadora. ¿Alguna receta que esté a nuestro alcance?

Conversar. Y me refiero a conversaciones largas. Los profesores con los alumnos, los profesionales de la salud mental con los docentes, estos con las familias, los hijos con sus padres… Sólo desde la conversación llegaremos a la detección. Y superar el sentimiento de culpabilidad para alcanzar una actitud de responsabilidad, de hacerse cargo de la situación. Son tan complejas las causas de los trastornos, que lo único sensato es incidir en aquellos factores que están en nuestras manos, como la capacidad de hablar y escuchar.

martes, 17 de agosto de 2010

Autoridad Perdida

La Vanguardia. Sábado 10 de Abril, Tendencias

¿Por qué aumentan las agresiones a docentes y médicos?

JOSÉ R. UBIETO - Psicólogo clínico y psicoanalista

Las recientes noticias de agresiones a maestros y médicos forman parte de una tendencia que va claramente en aumento. Prueba de ello es que la violencia dirigida a los profesionales de los cuidados ocupa ya un lugar en los temas habituales de los congresos educativos y sanitarios.

Hay razones generales y particulares. Las generales tienen que ver con lo que el sociólogo François Dubet ha calificado como el declive del modelo institucional que instauró la modernidad, que pasaba por la relación privilegiada entre el alumno o paciente y el maestro o clínico, definidos como especialistas. Ese encuentro estaba fundado en una autoridad absoluta del profesional, que tenía el monopolio del saber académico o médico.

La postmodernidad vino a exarcerbar algunas de las contradicciones y paradojas ya incluidas en el propio programa de la Ilustración. Una de ellas deriva de la consideración de los derechos del individuo como un valor absoluto, que mina entonces esa autoridad del experto.

Este declive no sólo se ha hecho patente en los sistemas públicos de atención social, de salud o de educación, sino sobre todo, y en primer lugar, en la acción social y política donde la desafección y desconfianza hacia los gobernantes y gestores es notoria.

A esta primera razón podemos añadir otra, más clara en el ámbito sanitario: la reducción del paciente a una cifra, a una categoría diagnostica, a un código de barras. El modelo asistencial actual pone más énfasis en el cálculo y tratamiento estadístico de las patologías, que en el propio sujeto que las sufre. Eso se refleja bien en el tiempo, demasiado breve, de la atención personalizada, que se reduce a medida que aumentan los recursos informáticos, la proliferación de pruebas.

¿Quién no se ha sentido un poco cobaya cuando el médico escribe en el ordenador datos, que nos va pidiendo sin apenas mirarnos a la cara, concentrado en esa tarea que, por otra parte, no puede evitar ya que forma parte de los protocolos asistenciales?

El efecto subjetivo de esta limitación de la escucha, tan importante para emitir un juicio profesional, tiene mucho que ver con las reacciones de protesta y rechazo de los pacientes y familiares que, a veces, toman formas violentas activas (insultos, agresiones) y otras, la mayoría de los casos, se expresan como boicot pasivo (incumplimiento terapéutico, falta de adherencia a los tratamientos).

En el caso de los docentes, el proceso de “cosificación” del alumno no es tan extremo, si bien también se constatan los efectos nocivos de una voluntad excesiva de uniformización, como si los quisiéramos a todos iguales, incluidos en los mismos itinerarios y con las mismas performances. Anular la singularidad de cada uno es lo que retorna luego en esas manifestaciones de rechazo, indiferencia o incluso agresión.

Cuando alguien siente que sus cosas no son tomadas en cuenta, difícilmente establecerá una relación de confianza en ese otro y por tanto no le reconocerá la autoridad necesaria para producir efectos terapéuticos o de aprendizaje.

Finalmente, a estas razones más generales, cabe añadir las particulares de cada uno, que hacen que decida en un momento responder a una situación de una manera u otra, decisión de la que es responsable y por lo tanto debe responder ante la sociedad y la justicia, si es preciso.

¿Por qué los adolescentes de hoy obedecen menos?

FONT:http://www.lavanguardia.es/premium/epaper/20090917/53785853561.html

Los adolescentes necesitan una orientación que los ayude a regular sus tensiones

El inicio del nuevo curso nos trae viejas cuestiones relativas a la autoridad. Jóvenes que desafían a policías o amenazan a profesores suscitan reacciones diversas. Desde los nostálgicos de la disciplina victoriana hasta los bienintencionados creyentes en las promesas de las nuevas tecnologías como solución mágica a los problemas educativos.

Lo cierto es que algo insiste como sintomático y es que, efectivamente, nuestros adolescentes obedecen menos y lo hacen además de otras maneras. Obedecer, y sobre todo consentir a las propuestas del otro, exige la creencia previa en ese otro. Una creencia que ya no se genera a partir de los discursos y las buenas intenciones, sino de los hechos y prácticas de estos adultos. Ese otro hoy se presenta más que nunca desnudo y mostrando su inconsistencia, su falta como rasgo consustancial. ¿Acaso alguien conoció a un padre perfecto, un maestro ejemplar o un marido sin tacha?

El velo que proporcionaba el poder, asociado al cargo de la autoridad competente, nos despistaba sobre la verdadera naturaleza de ese otro. Los jóvenes de hoy se engañan menos, saben que la distancia real entre sus progenitores y los padres Simpsons es mucho menor que la existente entre esos mismos padres y los ideales de perfección y buenas prácticas que nos autoproponemos como canon de la paternidad actual.

Los adolescentes, más que nadie, necesitan una orientación que los ayude a regular sus tensiones, entre ellas las que sus nuevos cuerpos sexuados les originan constantemente. Para ello quieren que los adultos de proximidad (padres, educadores) estén bien despiertos y por eso no dudan en hacer cualquier cosa para quitarles el sueño. A veces incluso equivocan el destinatario de sus mensajes, fenómeno que las madres conocen bien cuando reciben los reproches que no van dirigidos sino a ellos y ellas mismas por el odio que sienten por sus faltas y temores.

¿Cómo proporcionarles esa orientación, a modo de brújula, más que como protocolo fijo? Por el retorno al castigo clásico no parece muy viable, entre otras cosas porque el castigo se basaba en su función ejemplificadora y en la extracción de sus consecuencias. No parece que los propios adultos extraigamos demasiado de nuestros propios errores como para ser ejemplos creíbles de las nuevas generaciones de jóvenes.

¿Apabullándolos con las nuevas tecnologías? No hay que renunciar a ellas, pero nunca una máquina, ni siquiera los sofisticados GPS, nos llevó a allí donde nosotros no decidimos, previamente, ir.

Nos queda lo que siempre estuvo en el corazón del ser humano, la única garantía posible de esa auctorictas (de autor): la invención, guiada por el deseo, de encontrar respuestas a nuestras preguntas acerca de lo fundamental: el saber, las relaciones personales, la satisfacción, el cuerpo, la muerte... ¿Cómo podría un profesor de historia transmitir un deseo por las civilizaciones si no estuviera él mismo apasionado por todas esas cuestiones?

Los cuerpos adolescentes, frente a frente, en el aula o en la familia, nos angustian porque nos recuerdan lo inacabado de cada uno de nosotros, aquello que en cada uno desborda la palabra y la comprensión, la culpa de existir como seres en falta. No busquemos el alivio demasiado rápido, soportemos en conversación con los otros ese malestar y es posible que ese ejemplo sirva a nuestros adolescentes como signo de autoridad, como índice de lo que cada uno debe tolerar de su falta de completitud.

José R. Ubieto.- Psicólogo clínico y psicoanalista

martes, 22 de junio de 2010

Síndrome del Pensament Accelerat. Augusto Cury, Psiquiatra

Font: http://www.sindicat.net/p.php?u=http://revista.consumer.es/web/es/20091101/entrevista/75246.php

Augusto Cury, Psiquiatra: "Los maestros deberían cobrar dos veces más y trabajar la mitad" Augusto Cury habla y escribe con pasión sobre la educación. Pero en el discurso de este psiquiatra brasileño no asoman ni la geografía, ni las matemáticas, ni la física, ni la Historia... Prefiere centrarse en la empatía, en la libertad creativa, en lo que define como humanización del conocimiento. Alerta de que el sistema actual, volcado en depositar cantidades ingentes de información, perpetúa personas enfermas para una sociedad que se ha convertido en un gran hospital psiquiátrico. La solución no radica en la promulgación de leyes, sino, entre otras fórmulas, en prestigiar la figura del profesor, en su opinión la más importante para un país, y en estrechar la relación entre padres e hijos. "Los padres deben contar a sus hijos sus éxitos, pero también sus fracasos y frustraciones".

En nuestro país se ha generado un debate sobre la autoridad de los profesores. Se ha propuesto incluso reforzar su figura por medio de leyes. ¿Usted cree que los docentes han perdido autoridad?

 Los profesores en todo el mundo, no sólo en España, están perdiendo la autoridad, pero esto no se puede achacar a los niños o adolescentes. Estos niños y adolescentes padecen un nuevo síndrome, que se llama Síndrome del Pensamiento Acelerado. Se han convertido en consumidores de productos y servicios, y no de ideas o sensibilidad. En el pasado, el volumen de información se duplicaba cada 200 años, ahora se duplica cada cinco años. Ese exceso de información conduce al desarrollo de ansiedad, irritabilidad... y a la falta de respeto de las reglas, pero una ley no va a resolver el problema de la autoridad. Lo que se tiene que hacer es cambiar la educación por completo, con una educación más humanizada.

¿La autoridad debe marcar la relación profesor-alumno?

Sí, pero la autoridad no impuesta, la autoridad que promueve la protección de la emoción, la libertad creativa, la aventura intelectual. La autoridad que controla es un problema, pero no hay duda de que los los maestros y profesores deberían ser más valorados y respetados por la sociedad. En mi opinión, deberían ganar dos veces más y trabajar la mitad. Los profesores deberían ser tratados con dignidad, tener más libertad, no para controlar, sino para estimular el arte de pensar, para provocar la inteligencia, para que los jóvenes dejen de ser las víctimas de la historia para pasar a ser los protagonistas de la historia.
"Muchos padres están formando hijos enfermos para una sociedad enferma"
Defiende formar personas activas, no ciudadanos pasivos.
Sí, es que estamos formando una generación de personas pasivas. Las herencias negativas que vamos a dejar son pésimas, y además no estamos formando una casta de pensadores que puedan dar respuestas inteligentes a estas cuestiones.

En esa transformación, ¿qué relación se debería establecer entre alumnos y profesores: respeto, distancia, amistad...?

Una combinación entre autoridad y afecto. Es una fórmula en la que es difícil encontrar el punto intermedio: o se tiene mucha autoridad y poca sensibilidad, o se tiene mucha sensibilidad y poca autoridad. En el caso de los padres falta en muchas ocasiones el intercambio de experiencias, un aspecto clave. Los padres deben exponer los capítulos más importantes de su vida a sus hijos. Sus hijos deben conocer sus éxitos, pero también sus fracasos, sus frustraciones... para que los hijos construyan en su mente una imagen real de sus padres, desmitificándolos y creando un nuevo modelo: el de una persona que sufre, que lucha... para que los hijos puedan realizar sus sueños. Muchos padres se basan en manuales de comportamiento, de reglas, pero los manuales sirven para manejar máquinas, no personas.
"Estamos creando una generación de personas pasivas"
¿Y cuál debe ser la relación entre padres y profesores?

El enfrentamiento entre padres y profesores es la tónica general en todo el mundo. En todas las naciones hay más agresividad: más agresividad entre padres y profesores, entre padres e hijos, y entre los propios alumno. Según distintos estudios, entre el 6% y el 40% de los niños o adolescentes de todo el mundo han sufrido en alguna ocasión algún maltrato psíquico o físico. Esto se debe a que la sociedad moderna se ha convertido en un gran hospital psiquiátrico. Lo normal es estar irritado, nervioso, tenso, no tener paciencia, no colocarte en el lugar del otro... Lo contrario es lo anormal: ser empático, abrazar más, hacer de cada día un momento mágico... Los padres deben preparar a sus hijos para que entiendan el teatro de la vida. Sinceramente, me parece que muchos padres están preparando hijos enfermos para una sociedad enferma. Los buenos padres dan a sus hijos regalos, los padres brillantes dan a sus hijos su historia personal. Los buenos profesores preparan a los alumnos para el éxito, los profesores brillantes preparan a los alumnos para los días más difíciles, para transformar lo negativo en energía creativa. Todas las personas pasamos en nuestra vida por situaciones muy estresantes e imprevisibles. Tenemos que aprender a proteger nuestras emociones.

¿Cómo?

Las claves son varias: aprender a dar sin esperar algo a cambio, a entender que detrás de una persona que hiere hay una persona herida, no exigir demasiado a los otros y ser más flexible.
Muchos líderes, muchas personas de éxito no saben proteger sus emociones porque no son flexibles. Tienen la necesidad neurótica de tener siempre la razón y de que todos graviten a su alrededor. Eso es muy perjudicial. La capacidad de reconocer nuestros propios errores es fundamental.

Usted defiende que la figura del profesor es sagrada. Pero la realidad es que el sueño de muchos docentes consiste en jubilarse cuanto antes.
Este es un problema mundial. La educación se convierte, en más ocasiones de las que desearíamos, en uno de los pocos ámbitos en los que hay un vendedor y no hay un comprador. Y eso que vivimos en un momento de una oferta ilimitada de información. Hoy, un niño de siete años tiene más información de la que disponía un emperador romano. Pero estas informaciones no se han transformado en conocimiento, conocimiento en experiencia y experiencia en sabiduría. Son informaciones que producen estrés, inquietud, ansiedad. Se produce una hiperactividad funcional, aprendida por este sistema enfermo. Es lo que he denominado con anterioridad como Síndrome del Pensamiento Acelerado. Padecen dolor de cabeza, dolores musculares, falta de concentración, insatisfacción crónica, irritabilidad, fluctuación emocional, desprecio de las reglas... Y ellos lo reflejan en un consumo desaforado de productos y servicios. Se convierten en dictadores que quieren todo pronto y rápido.
"Los padres deben contar a sus hijos sus éxitos, pero también sus fracasos y sus frustraciones"
¿En qué debe cambiar entonces el estilo de vida?
Es importante asumir que se precisa tiempo para entrenar el cerebro. Una persona es más rica desde el punto de vista psiquiátrico y psicológico cuanto más valora las pequeñas cosas como un regalo para su emoción y como un entrenamiento, una preparación para la vida. Nunca se ha desarrollado tanto la industria del entretenimiento y nunca han sido las personas tan tristes y depresivas. La depresión se va a convertir en 20 años en la dolencia más importante.

¿Y qué se puede hacer en las escuelas?

Debemos tratar de que los niños tengan más contacto con la naturaleza, que se potencien los trabajos manuales, que aprendan música... La música clásica es muy buena para desacelerar el pensamiento. Por ello, estamos preconizando que las aulas deben tener música ambiente durante la exposición y que se coloquen en semicírculo alrededor del profesor, como si fuera una platea. Sólo con estas dos medidas tan sencillas, el estrés de niños y profesores se reduciría a la mitad. Nosotros ya lo hemos probado y comprobado en escuelas conflictivas de mi país, de Brasil. Junto a esas técnicas y otras, hemos logrado en tres meses que en estas escuelas ya no tengan que llamar a la policía cada día y que los alumnos muestren interés e ilusión por el conocimiento. Y este cambio no requiere grandes inversiones. Es barato.
Precisamente, nunca se ha invertido tanto en la educación y, sin embargo, los resultados están lejos de ser los deseados.
Es verdad. Insisto: los profesores son, a mi juicio, las personas más importantes de una sociedad, pero están dentro de un sistema educativo enfermo. Estamos produciendo personas enfermas para una sociedad enferma. Voy a poner un ejemplo: en el sistema educativo no se humaniza el conocimiento, y eso es un crimen intelectual porque los niños, adolescentes y universitarios creerán una falsa verdad, la de que producir conocimiento es una tarea de superhéroes, de gigantes. Y no es así. Todos los grandes productores de conocimiento atravesaron crisis, sufrieron dilemas, fueron rechazados... Además de humanizar el conocimiento, hay que potenciar la imaginación frente a la información. La escuela comete un error cuando se centra en tratar de que los alumnos acumulen información y más información. Más del 90% de la información que se acumula en el córtex cerebral no se rescata. Es más importante organizar de una nueva forma los datos, desarrollando el pensamiento imaginativo, para pensar con ejemplos, desarrollar el raciocinio esquemático, la invención...
"Hoy un niño de siete años tiene más información que un emperador romano"
La clave es potenciar las herramientas de pensamiento.
Exacto. Es fundamental. La capacidad de almacenamiento de datos es limitada, pero la capacidad creativa es inagotable. Pretender llenar la cabeza de datos y datos y más datos produce ansiedad e irritabilidad.

Redes sociales, chat, foros... Internet se ha convertido en la plaza pública en la que los jóvenes entablan relaciones. ¿Qué actitud deben adoptar los padres?

Es verdad que Internet permite ampliar el mundo de los jóvenes, pero también incrementa la superficialidad de las relaciones y, con ella, la falta de confianza y una dificultad enorme para intercambiar experiencias de vida profunda. Creo que debe haber un límite y que los límites los deben establecer los padres, pero, en la medida de lo posible, sin imposiciones, con diálogo. Las reglas deben ser comprendidas antes de ser aceptadas.

Conviene, por tanto, que las relaciones presenciales que mantienen los jóvenes prevalezcan sobre las virtuales.

Las relaciones físicas son insustituibles. Se han producido en las últimas décadas dos fenómenos que han cambiado las relaciones humanas. El primero ha sido la televisión. Los padres e hijos prestan más atención a las imágenes que aparecen en la pantalla y el diálogo mutuo se silencia. La familia se convierte en un grupo de extraños viviendo en un mismo lugar. El segundo fenómeno es Internet. Es mucho mejor que la televisión, porque el espectador ya no es pasivo. Es activo. Con Internet conocemos a muchas personas, pero, y he ahí el problema, conocemos sólo su sala de visita, no sus cuartos más íntimos. Además, la vida no da para tener decenas, centenas de amigos íntimos, que es la ilusión que puede hacer creer Internet. Es imposible. Los buenos amigos se pueden contar con los dedos de una mano, o de dos a lo sumo. Para ello deben ser cultivados en la realidad presencial.
"Nunca se ha desarrollado tanto la industria del entretenimiento y nunca han sido las personas tan tristes y depresivas"
¿Los padres deben ser amigos de sus hijos?

Los padres tienen que ser los mejores amigos de los hijos. También tienen que poner límites, pero la ecuación entre límites y amistad es la cuestión. Es necesario sorprender a nuestros hijos, salir de la rutina, contar nuestras pérdidas y frustraciones, para que nuestros hijos entiendan que a través de nuestras experiencias vitales, que no siempre han sido positivas, nos hacemos más sensibles, más humanos, más generosos.

¿No cree que esa amistad con los padres puede confundir a sus hijos sobre la naturaleza de esta relación?

La amistad que yo defiendo no es ser previsible, no es ser permisivo con los hijos, no es sobreproteger a los hijos o dejar que los hijos manipulen a los padres. Hoy los hijos están manipulando a los padres. Ser amigo significa construir una imagen excelente en los hijos, abrazar más, ser más cariñoso y más generoso; y al mismo tiempo, saber colocar los límites, aprender a decir no... Es decir, establecer una equilibrio entre autoridad y afectividad.

Ese equilibrio no parece fácil.

No lo es. Pero si no lo hacemos, ¿cómo vamos a preparar a nuestros hijos para enfrentarse a los desafíos de la vida, las crisis, las angustias, las decepciones... si no preparamos a nuestros hijos para relacionarse con otros seres humanos? No lo hacemos si nos basamos en un manual de reglas muy estricto y superficial, y tampoco lo hacemos si somos muy permisivos y les compramos todo. Así, sólo formamos a consumidores que sólo son números de una tarjeta de crédito.

El fracaso escolar, el acoso, el 'bullying' son problemas antiguos y comunes a todas las sociedades. ¿Por qué se les concede tanta importancia en la actualidad?


Es cada vez más habitual la crueldad entre niños y jóvenes y la falta de sentimientos ante el dolor de los demás. Hay una creciente falta de empatía, de ponerse en el lugar del otro. Es una de las funciones más importantes de la inteligencia y no está siendo trabajada. ¿Qué se debería hacer? Padres y profesores deberían acompañar a niños y adolescentes y mostrar la vida de las personas menos favorecidas: desempleados, ancianos, personas enfermas... Si no entrenamos a nuestros hijos centenares de veces en ello, esa capacidad no se desarrolla. Produciremos así líderes que serán auténticos desastres, que mirarán sólo su propio ombligo.No todas las personas podemos tener ni grandes carreras ni grandes trabajos ni grandes reconocimientos.

¿Cómo se puede enseñar en la sociedad del triunfo a vivir sin él?

La sociedad actual está obsesionada por el triunfo, por el podio, por el número uno. Pero apenas algunas personas podrán llegar. Pero podemos ser el número 10, el número 100 o el número 1.000 con dignidad y felicidad, y eso se puede y se debe enseñar. Por desgracia, la agenda paranoica de la sociedad estimula lo contrario.
"Los padres tienen que ser los mejores amigos de los hijos, pero eso no significa permisividad o sobreprotección"
¿Usted tiene hijos?

Tengo tres hijas a las que adoro.

¿Aplica con ellas lo que predica?

Aplico y en ocasiones tengo que reconocer errores, pedir disculpas... porque quiero que mis hijas entiendan que una persona madura es aquella que reconoce sus errores. Algunos años atrás, mi hija mayor me echó en cara que tenía muchos pacientes, que daba muchas conferencias, pero que últimamente no tenía tiempo para hablar con ella. Le miré a los ojos, le abracé y le dije: "es verdad". Y cambié.

lunes, 31 de mayo de 2010

Els efectes de l'educació permissiva

El nihilismo del caviar

Una legión de tiranos adolescentes avanza hacia la edad adulta, dispuestos a imponer su ley


Antoni Puigverd - LA VANGUARDIA  - 31/05/2010

Una profesora de secundaria –mujer exigente, esforzada y cabal– se muestra muy pesimista sobre el futuro. "No es verdad –sostiene– que la crisis vaya a servir, como se dice, para despertarnos del letargo. Vivíamos muy por encima de nuestras posibilidades y las jóvenes generaciones, instaladas en la comodidad, siguen ignorando las dificultades que nos acechan. La crisis no corregirá nuestros defectos, como reza el tópico más usado estos días: no sabremos ponernos las pilas". ¿Y eso?, pregunto. Meresponde narrando sus experiencias diarias en el instituto, de las que se desprenden tres características: la imposibilidad de ejercer la autoridad, las enormes dificultades que encuentra el profesor para imponer un ritmo de trabajo a sus alumnos y la institucionalización de la molicie con la excusa de la pedagogía del diálogo.

Mi amiga profesora debe forzosamente mantener, no en privado, sino ante el plenario de la clase, discusiones que rompen a cada minuto el ritmo de la asignatura: unos alumnos aprovechan la menor ocasión para hacer bromas y chascarrillos; otros, ignorando su propia ignorancia, discuten el lenguaje de la profesora ("Oye, tía, ¿por qué hablas tan raro?"). Después está el grupito de los que, aprovechando el silencio de un día de examen, dejan el papel en blanco y alardean en voz alta de sus aventuras sexuales, etílicas o futbolísticas. Es constante el barullo de los se niegan a presentar un trabajo, protestan por la materia de un examen, desprecian el libro propuesto o claman sin rubor por un aprobado sin esfuerzo. Lo peor –sostiene mi amiga– no es el desbarajuste constante y la imposibilidad de lograr un clima de trabajo ordenado, lo peor es que el sistema organizativo y las normativas de los centros, en lugar de afrontar estos problemas afirmando la autoridad docente y apoyando la severidad, agravan la problemática adulando a los jóvenes, cediendo por sistema a sus quejas y dulcificando hasta convertirlas en papel mojado las normas que impone el profesor en su clase.

Fatigados y desautorizados, los profesores exigentes van cediendo terreno hasta que claudican. Cada vez que un profesor exigente se rinde, unos cuantos jóvenes más devienen dictadorzuelos. Una legión de tiranos adolescentes avanza –sostiene mi amiga– hacia la edad adulta, dispuestos a imponer su ley, una ley muy arcaica: "Nunca plantean una discusión en clase en términos objetivos o de grupo, siempre en términos de beneficio individual". Mi amiga profesora, como pueden comprobar, está más que desolada. Y ha llegado a esta lúgubre conclusión: "Estos jóvenes parecen indiferentes a cualquier otra causa que no sea la de su propio yo. No podrán asumir las dificultades que el futuro les depara. ¡Serán capaces de cualquier cosa con tal de salir a flote!". Otra profesora, más joven, pero no menos exigente, con la que coincido casualmente, confirma el diagnóstico: "Alumnos bastante holgazanes, que han trabajado y rendido muy por debajo de sus posibilidades, reciben notas excelentes. Esto no es enseñar: es sobreproteger. No es educar, sino mimar". ¿Corromper?

Por fortuna, otros profesores me explican, si no maravillas, sí experiencias más afortunadas y esperanzadoras. Abundan –sostienen– en nuestros centros educativos y en nuestra vida social jóvenes solidarios y ejemplares que se aplican al estudio con plena consciencia del imprescindible esfuerzo y se implican en iniciativas solidarias con espíritu generoso y altruista.

Prometo hablarles otro día de experiencias didácticas positivas, pero hoy, mientras comparto con ustedes la desolación de mi amiga profesora, quisiera relacionar su experiencia con unas páginas de diario que me han dejado el ánimo por los suelos. Me refiero a las transcripciones del caso Pretoria, en las que unos tipos podridos de poder, dinero e influencia se reparten comisiones, manipulan las ordenanzas municipales, recalifican terrenos, colocan a parientes y amigos en puestos públicos, presionan a consellers, alardean de sus contactos, se jactan de sus abusos, de sus millones, de su caviar, se burlan unos de otros y demuestran un absoluto desprecio por la cosa pública, convertida para ellos en cuerno de la abundancia, en cueva de Alí Babá.

En condiciones normales, no habríamos conocido estas conversaciones, pero un juez que perseguía delitos de fuga de capitales ordenó las escuchas. Las palabras llegan hasta nosotros con toda su crudeza. Es la cháchara de los héroes de nuestro tiempo. Cínicos de pies a cabeza, carecen de escrúpulos, vergüenza e ideología. Desprecian incluso a sus compinches. No creen en nada, excepto en su interés.

Los alumnos de mi amiga desolada no han leído seguramente dichas transcripciones, pero sintonizan con su filosofía. Son hijos del nihilismo del caviar. Un tiempo que ha entronizado la ironía, ha despreciado la rectitud, se ha burlado del trabajo paciente, ha adorado al becerro de oro y ha despreciado todo lo que el profesor debe transmitir en clase: el esfuerzo para aprender materias que no reportan ganancias, la paciencia lectora, la imposibilidad de llegar a fin de curso haciendo trampas, la responsabilidad individual y el respeto a las normas que rigen en la comunidad de la clase. Curiosa pedagogía contemporánea: creyendo proteger a los niños y adolescentes de los abusos del pasado ("la letra con sangre entra"), les ha dejado sin defensas ante los abusos del presente.

martes, 9 de febrero de 2010

François Dubet: «L’escola ha de tractar bé els vençuts»



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Aquest expert en educació, un dels més respectats a França, diu que el model escolar confeccionat a mida de la nació s’esgota. La immigració convida al ‘redisseny’.

François Dubet. Foto: ELISENDA PONS
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Núria NAVARRO

Aquest sociòleg sosté que l’escola ha aconseguit ser democràtica però que li falta ser justa. I en aquesta lluita està ficat. François Dubet (Périgueux, 1946), director d’estudis de l’École des Hautes Études en Sciences Socials, és autor d’assajos que han sacsejat el sistema francès, com ‘La escuela de las oportunidades’ i ‘El declive de la institución’, publicats en castellà per Gedisa. La Fundació Jaume Bofill l’acaba de convidar a Barcelona per parlar-ne, d’aquests i de més.

–Ha canviat el paisatge a les aules. I a vegades amenaça tempesta.
–Les escoles estan dissenyades a la mida de la nació. Pretenen formar bons francesos, italians o catalans. Però les coses han canviat. Cal construir programes perquè tothom els pugui realitzar.
–L’atonia d’alguns pot frenar el progrés dels altres, ¿no li sembla?
–Una escola justa no és la que fabrica vencedors que acumulen mèrits, sinó la que tracta bé els vençuts que no en tenen. Ells posseeixen tants valors humans i socials com els altres.
–Els exàmens no els avaluen.
–Jo sóc partidari de no seleccionar els alumnes fins als 16 anys. S’ha de crear unitat. Després ja començarà el combat. Perquè si es comença massa aviat, hi haurà una minoria excel·lent i una immensa majoria exclosa.
–Buscar l’excel·lència no sembla un mal propòsit.
–Però no es parla mai del 20 o el 30% de gent completament incompetent. Si per produir un Albert Einstein o un Rafa Nadal fa falta que hi hagi milers de cadàvers escolars, potser és millor que no es produeixin... La recerca de l’elit ha causat a França una feble confiança en les institucions i una baixa estima en els alumnes. I és a l’elit a qui li interessa que això passi.
–Això, al país de la llibertat, la igualtat i la fraternitat...
–L’escola ara és millor que fa 50 anys, quan hi estava vetada l’entrada de dones, pagesos i obrers. Però no es té en compte la realitat de les aules. Per exemple, el 1970 l’escola va passar a ser mixta, l’adolescència i la seva revolució hormonal van entrar als centres, però ningú va preveure fins a quin punt això canviaria les coses.
–A la barreja de sexes s’hi suma ara la diversitat de cultures.
–L’escola del segle XXI ha de ser comuna, eficaç en termes econòmics –si els alumnes senten que el diploma no els serveix, deixaran d’anar-hi–, i complir una funció moral: formar individus generosos i oberts.
–¿Existeix ja algun model que reuneixi tanta virtut?
–L’escola escandinava no està malament. Els nens hi van contents, té un bon nivell i més igualtat. ¿El secret? Als països protestants el mestre no és el successor del capellà.
–¿Què vol dir?
–Els països on el sistema educatiu falla són aquells que tenen una relació teològica amb l’escola. Com que és una institució creada per l’església, creiem que té un deure sagrat: salvar el món.
–¿No exagera una mica?
–No. Esperem que l’escola fabriqui igualtat d’oportunitats, que determini la competència de l’individu, reemplaci la família, integri les minories. ¡Això no és raonable! Prestaríem un gran servei a l’escola si no esperem que arregli tots els problemes socials.
–En pot suavitzar alguns.
–A França tot passa com si haguéssim renunciat a reduir les desigualtats socials. Ens conformem de dir: «Gràcies a l’escola, els pobres es podran tornar rics». ¡És fals! Primer, perquè els pobres es belluguen pitjor a l’escola, i segon, perquè els rics no estan disposats a cedir-los el lloc.
–Seria just que el mèrit manés. Però vostè no hi està d’acord.
–El que no és just és que les notes defineixin tots els mèrits escolars. L’escola es concentra en l’alumne que va primer en matemàtiques, però es desentén del que és amable, que socialment resulta molt útil. ¡Això és un regal per a les classes acomodades! A més, des de la perspectiva de l’individu, el mèrit és molt violent.
–¿Violent en quin sentit?
–Fa 50 anys un nen obrer podia dir: «No he tingut èxit a l’escola per culpa del sistema capitalista i burgès». Avui l’escola meritocràtica el condemna a dir: «Si no he tingut èxit a l’escola és perquè sóc un nul». I això el torna violent contra els educadors, i fa créixer l’absentisme.
–I a sobre hi ha crisi d’autoritat.
–Cada alumne ha de percebre el seu centre com una comunitat política en la qual existeix una llei i aquesta llei s’ha de respectar. Per la seva banda, els professors hi han d’estar presents.
–Els que, a vegades, no ho estan són els pares.
–Hi ha veus que reclamen que la dona torni a casa, però això no passarà. Per tant, l’escola ha d’acollir, fer sentir el nen que allà es fa més intel·ligent i més lliure. El problema, insisteixo, és que l’objectiu és tenir èxit en la competició...