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martes, 6 de mayo de 2014

El porqué de la ley del mínimo esfuerzo

A mucha gente le resulta misión imposible enfrentarse a una tarea tediosa. Otros, en cambio, aunque sientan pereza, logran motivarse y ponerse manos a la obra. Ahora la neurociencia ha hallado respuestas en el cerebro que explicarían el porqué de esa actitud distinta ante el esfuerzo

ES LA VANGUARDIA07/03/2014 Cristina Sáez

El porqué de la ley del mínimo esfuerzo
Esfuerzo, perseverancia y autodisciplina se enfrentan a la pereza, la distracción y la falta de motivación Georgina Miret

Seguramente, la siguiente situación les resulte familiar. Tienen que acabar de preparar un informe. O un presupuesto. O corregir exámenes. O una traducción. Se sientan frente al ordenador. Pero no pueden concentrarse. Les da tremenda pereza hacer aquello que tienen que hacer. Su mente comienza a divagar. Recuerdan la cena de ayer. Piensan en lo que tienen que hacer esta semana. Se despistan con el paso de una mosca o de un mensaje que les llega al móvil.

Hacen acopio de fuerzas y consiguen focalizar su atención durante unos minutos. Pero dura eso, minutos. Entonces abren el correo electrónico, miran los titulares de La Vanguardia, revisan el Twitter, hasta que el reloj les advierte que ya llevan una hora perdiendo el tiempo y que la fecha de entrega es mañana. Eso les hace sentir culpables; una vocecilla interior les recuerda que tienen que cumplir con sus obligaciones y, muy a su pesar, vuelven a la tarea que deberían estar haciendo. Y consiguen, afortunadamente y con mucho esfuerzo, acabarla.

Muchos días nos vemos en esa tesitura que nos emplaza a elegir entre aquello que queremos hacer y aquello que se supone que debemos hacer. Como si estuviéramos en una montaña rusa en la que vamos pasando por zonas de motivación y de tedio, de holgazanería y de perseverancia. “Saber, ¡claro que sabemos lo que tenemos que hacer!, pero nos resulta mucho más fácil hacer lo que nos apetece”, afirma el psicólogo cognitivo Gary Marcus, investigador de la Universidad de Nueva York, en una entrevista por videoconferencia.

Y sin embargo, aunque es algo que nos ocurre a todos en algún momento, no todo el mundo reacciona igual frente a una tarea. Mientras que a algunas personas les resulta sencillo ponerse a trabajar, a pesar de que aquello que deban hacer sea pesado, a otras, en cambio, aunque tengan por delante un trabajo atractivo y gratificante, les cuesta horrores activarse. ¿Y eso por qué? ¿Hay alguna razón que nos haga más, digámoslo así, perezosos o diligentes? Pues resulta que sí. Y la respuesta se halla en nuestro cerebro y, en concreto, en un neurotransmisor, la dopamina. Puede que les suene el nombre. Tradicionalmente se la ha relacionado con el placer. Se solía decir que era la encargada de poner en marcha nuestro circuito de recompensas. Sin embargo, era un error. Investigaciones recientes, algunas con sello español, han descubierto que del placer se encargan otras sustancias, como la serotonina. Y que la dopamina es la encargada de darnos el empujoncito que necesitamos para entrar en acción.

El delicado equilibrio entre coste y beneficio Una nueva investigación, publicada recientemente en el Journal of Neurosciences, ha arrojado algo de luz a qué ocurre en nuestro cerebro cuando nos debatimos entre obligación e indulgencia. Al frente está Michael Treadway, un psiquiatra investigador de la Harvard Medical School (EE.UU.), que hace unos años comenzó a preguntarse cuáles eran los procesos que ocurrían en el cerebro que nos hacía decantarnos por el esfuerzo o por la distracción. Este neurocientífico trataba a pacientes que padecían depresión y estos le contaban que sentían verdaderas dificultades para sentirse motivados por las cosas, incluso si éstas eran sus aficiones o actividades que les gustaban. Todo les resultaba un enorme –e insuperable– esfuerzo, le aseguraban.

Buscando documentación sobre el tema que le permitiera tener alguna pista sobre aquello que le sucedía a sus pacientes, Treadway dio con el trabajo de una valenciana, Mercè Correa, directora del Laboratorio de Neurobiología de la Motivación de la Universidad Jaume I (UJI), de Castellón, y de su colega de la Universidad de Connecticut, el investigador John D. Salomone. Ambos llevaban tiempo investigando en modelos animales el papel que tenía la dopamina en la motivación. Y ya habían hecho descubrimientos significativos.

“Todos sabemos que hay gente que es más perezosa que otra. El origen de esas diferencias en el cerebro era un misterio y era lo que pretendíamos averiguar". Salomone y Correa estaban observando el mismo fenómeno en modelos animales, cuando la función de la dopamina se interrumpía. Eso me llevó a preguntarme si tal vez ese neurotransmisor tendría un papel importante en los síntomas de falta de motivación en enfermedades como la depresión”, explica Treadway en conversación vía Skype.

Este psicólogo americano realizó un experimento con 25 voluntarios sanos, de edades comprendidas entre los 18 y los 29 años, a los que les propuso realizar unas acciones a cambio de una recompensa económica. Cuando era algo muy fácil, les reportaba un dólar (unos 70 céntimos) y cuando era algo más difícil, 4 (casi 3 euros). En cada ocasión, los psicólogos que conducían el experimento les decían si tenían una probabilidad alta, media o baja de obtener una recompensa.

Cada tarea, que consistía en apretar unos botones, duraba unos 30 segundos y debían repetirlas una y otra vez durante 20 minutos. Mientras, se iban tomando imágenes de la actividad de sus cerebros mediante una tecnología llamada PET (tomografía de emisión de positrones), que les permitía medir la actividad de la dopamina por todo el córtex cerebral. De esta manera, el equipo de investigadores –cuando se realizó el experimento, Treadway estaba en la universidad estadounidense de Vanderbilt– pudieron hallar correlaciones entre la actividad dopaminérgica y la voluntad de los participantes para completar las acciones menos placenteras. Así, vieron que los estudiantes que tenían más cantidad de dopamina en el estriado izquierdo (relacionado con el movimiento corporal) y en el córtex prefrontal ventromedial (implicado en la toma de decisiones) tenían más tendencia a trabajar más a cambio de grandes recompensas e incluso cuando la posibilidad de ganar dinero era muy baja, conseguían mantenerse motivados y seguir participando.

En cambio, vieron que en aquellas personas que se daban antes por vencidas, con menos tendencia al esfuerzo, había más dopamina en la ínsula interior, una zona cuya función exacta no está muy clara pero que al menos en este caso parece que responde a los costes o al dolor de tener que sufrir en una tarea desagradable. Una ínsula más excitada, al parecer, nos hace más vagos.

“Puede que esta zona [la ínsula] detecte la posibilidad de aburrimiento o las palpitaciones en el dedo dolorido después de tanto pulsar. O quién sabe, el dolor existencial de tener que hacer algo que realmente no queremos hacer. De nuestro experimento lo que se desprende es que cuanta más actividad dopaminérgica se produce en la ínsula, antes dejamos de esforzarnos”, explica Treadway.

Evaluando los pros y contras Los resultados de este estudio se suman a otros anteriores relacionados con cómo el cerebro analiza y evalúa el coste-beneficio de una acción. De manera inconsciente, nuestro órgano rey está continuamente mesurando aquello que debemos hacer y si vale la pena en función de la recompensa final. Y son esos cálculos los que al final acaban determinando si acaban, por ejemplo, de leer este reportaje o si, por el contrario, deciden consultar sus notificaciones de Facebook.

A menudo, aquellas cosas que debemos hacer requieren un esfuerzo considerable. ¿Han comenzado a estudiar un idioma nuevo o un instrumento, como la guitarra, de adultos? Ambas acciones requieren una infinidad de horas de inversión y no hay atajos que valgan. “Las tareas para las que debemos esforzarnos mucho necesitan de altas dosis de dopamina en el cerebro”, asegura Mercè Correa, investigadora de la UJI. Este neurotransmisor es el encargado de potenciar la fuerza de voluntad y resulta esencial para la motivación psicológica pero también para empujarnos a movernos físicamente. Es el elemento que, al final, inclina la balanza hacia “dejo las clases” o “voy a estudiar más, a ver si para en la próxima clase ya puedo tocar esta canción”.

La futura previsión de las consecuencias es lo que desencadena la liberación de dopamina –explica Carles Escera, al frente del grupo de investigación en neurociencia cognitiva del Instituto de investigación del cerebro, cognición y conducta (IR3C) de la Universitat de Barcelona–. Y para ello, evalúas en función de la experiencia pasada. A lo largo de la vida vas aprendiendo qué te gusta y qué no, qué cosas son aquellas por las que vale la pena esforzarse. Y eso se va almacenando en nuestro aprendizaje y va orientando nuestra conducta”.

De hecho, tenemos un cerebro que ya viene de serie preparado para el esfuerzo. Estamos programados para dedicar recursos y llevar a cabo tareas que no nos apetecen pero que, seguramente, sean de vital importancia. Y evolutivamente, al parecer, tiene lógica que sea sí. “Esas cosas que no tenemos ganas de hacer suelen ser necesarias para la supervivencia. Por ejemplo, nuestros ancestros necesitaban conseguir comidas ricas en calorías, como la carne, que les aseguraba sobrevivir durante un tiempo. Pero conseguir esa carne requería un enorme esfuerzo: recorrer largas distancias, cazar. La dopamina está ahí para ayudarnos y empujarnos a hacer aquello que resulta valioso para la supervivencia –explica Correa, de la UJI–. En nuestra sociedad hoy en día, quien persevera más es más probable que encuentre, pongamos por caso, un puesto de trabajo. No es que le resulte más fácil, sino que cuanto más perseverancia, más aumentas las probabilidades de conseguir un reforzador, en este caso, el trabajo”.

Aprendiendo disciplina Parece, pues, que el hecho de que seamos más proactivos o, en cambio, más remolones tiene que ver con un cerebro que libera más o menos dopamina. Entonces, ¿podemos culpar a las neuronas de nuestra indulgencia? Ni mucho menos. “Los niveles de dopamina en determinadas regiones del cerebro son una explicación, no una excusa”, opina el neurocientífico Carles Escera, de la UB. Es cierto que existe cierta predisposición genética: personas que nacen con menos dopamina y puede que eso explique por qué tienen una actitud más relajada en la vida. Pero el cerebro está en interacción con el medio y eso afecta a nuestra biología. Y podemos buscar diferentes estrategias para modular la manera de hacer de nuestro cerebro. “No es válido el determinismo de que nacemos así y así nos quedamos”, sentencia Escera. “La motivación está determinada por el cerebro pero es importante recordar que el cerebro está siempre cambiando. La dopamina juega un papel en el proceso: puede estimular cambios en el circuito responsable de codificar costes y beneficios y siempre se necesita cuando se quiere iniciar una acción. Pero no podemos decir que una cantidad concreta de dopamina produce una cantidad determinada de motivación en una persona. Porque eso cambia en función de la situación”, insiste Treadway. Existen formas de combatir la pereza. Para empezar, buscando nuestros propios estímulos que hagan decantar la balanza de costes-beneficios hacia los beneficios: desde la satisfacción de un trabajo bien hecho hasta los elogios del jefe o, también, evitar una bronca. “La dopamina nos aproxima a recompensas que nos gustan, pero también nos aleja de aquello que nos desagrada, nos ayuda a evitar el castigo o a enfrentarnos con nuestro superior si no hacemos nuestro trabajo. Actúa pues en los dos sentidos, poniéndonos en marcha para evitar consecuencias negativas o para acercarnos a aquello que nos gusta”, explica Mercè Correa.

Hay personas que tienen multitud de estímulos, desde la familia y los amigos, hasta el orgullo propio de hacer algo bien; y otras, en cambio, muy pocos. El caso extremo es el de los adictos a las drogas que reducen todos los estímulos que les proporcionan motivación a uno solo, la droga. Para conseguirla son capaces de todos los esfuerzos que hagan falta. Y como tenemos un cerebro plástico, capaz de cambiar para ir adaptándose a la realidad cambiante, podemos enseñarlo a modular ese sistema de coste-beneficio, y de esta manera vencer la pereza y esforzarnos más.

Mercè Correa acaba de comenzar una nueva línea de investigación en este sentido: con modelos animales, estudia si entrenando a los roedores desde que nacen en una actividad voluntaria, eso hace que de adultos estén motivados a realizar esfuerzos para conseguir otras tareas. “Queremos ver si podemos potenciar el sistema dopaminérgico, entrenarlo”, dice.

Nosotros, por nuestra parte, podemos empezar a entrenar nuestra fuerza de voluntad ya. Para adquirir disciplina, sobre todo en aquellas cosas que no nos gustan hacer. Eso no quiere decir que nos sintamos motivados, pero al menos seremos capaces de acabar haciendo el trabajo. Carles Escera, investigador de la UB, aconseja que cuando tengamos algo que nos resulte tremendamente pesado de hacer le asignemos a esa tarea una hora al día. O si eso nos parece mucho, podemos comenzar con 20 minutos. Durante ese tiempo, no hay excusas que valgan. Por ejemplo, si se trata de estudiar, durante esos 20 minutos hay que apagar el móvil, el ordenador, la música. Y sólo estudiar. Metas cortas.

Hay que ir repitiendo esa operación de forma sistemática cada día. El cerebro es moldeable y todos esos cambios comportamentales que nos imponemos, acabarán teniendo una consecuencia en la forma en que trabaja: acabará aprendiendo que tiene que esforzarse y vencerá esa gandulería inicial. “Si te autoimpones disciplina, el cerebro acabará asimilando que esa autodisciplina es reforzante en sí misma y funcionará como estímulo”, señala el doctor Escera. Así es que ya saben, tal vez, si han conseguido acabar de leer este reportaje puede que sea porque durante unas horas quien escribe ha conseguido ganarle la partida a la indulgencia. Y en su cerebro, a su vez, durante unos minutos al menos se ha impuesto su fuerza de voluntad. Quizás, quien sabe, este artículo les haya resultado un buen estímulo para hacerse con la batalla.
Estas dos listas de reproducción de Spotify pueden actuar como estímulo:
Música para concentrarse y trabajar, clica aquí.
Música para relajarse, clica aquí.

miércoles, 2 de mayo de 2012

El llegat de Sísif. La cultura de l'esforç


Un magnífic documental! La veritat és que fa molta falta fer pedagogia pública de l'esforç. Portem ja massa temps parlant de manera molt simplista sobre la motivació a l'escola i ens hem oblidat  de mostrar al jovent la potencia extraordinària que té l'esforç continuat per assolir objectius que semblen sorprenents (de millora personal -virtuts- i  d'una vida col·lectiva més digna; de millora i excel·lència en els rendiments, d'aprofundiment en el saber,  de "vida aconseguida"...) Sense adonar-nos, mantenim atrapats als joves en un  pessigolleig motivador de baixa intensitat i escassa ambició que no porta més enllà de petites satisfaccions ocasionals i transitòries.  Per tant, s'agraeix molt aquest documental i la presència de figures eminents  que reforcen amb els seus comentaris la importància de l'esforç.  M'ha semblat molt oportuna la presència d'un neuròleg, perquè  també de l'àmbit científic s'està insistint en la importància que té ensenyar a aplaçar les recompenses i postergar el desig. L'últim llibre d'en José Antonio Marina -entrevistat al programa- sobre La intel·ligència executiva (Ariel, 2012) és molt  estimulant al respecte. Però com van comentar els autors del documental -l'Anna Barreda i en Lluís Montserrat- l'esforç necessita de valors i finalitats que ho legitimin  i justifiquin. No basta amb mostrar el nexe entre l'esforç i la consecució de fites, cal explicitar quins són els reptes que plantegem. I per parlar sobre això proposo fer urgentment un altre documental. Ho necessitem! I com a guió de partida, suggereixo el nou llibre d'en Gregorio Luri Per una educació republicana. Escola i valors (Barcino, 2012), una obra molt lúcida i realista, que trenca amb els sermons a l'ús que ens han portat al desencís actual.   

 

jueves, 5 de enero de 2012

"No hay ninguna excusa para los padres vagos"

Francisco Kovacs, médico, propone un método educativo

LA VANGUARDIA LA CONTRA 03/09/2011

Tengo 47 años. Nací y vivo en Palma de Mallorca. Soltero. Presido la Fundación Kovacs dedicada a la investigación médica. Cuando un país tiene un nivel educativo muy bajo y una justicia que no es predecible, no es democrático aunque vote. Creo que en el humano está todo.


Foto: Jordi Roviralta





Educan los padres

En la universidad lo llamaban cerebrito Kovacs. Fue formado por su padre en técnicas especiales de educación temprana. Terminó sus estudios de medicina a los 19 años y se doctoró summa cum laude a los 22. Esa experiencia le ha llevado a desarrollar un método educativo que aúna la intuición paterna con sus investigaciones médicas que explica en Aprendiendo a ser padres. El método Kovacs(Martínez Roca). "Hay un error conceptual: el colegio forma, pero los que educan son los padres. Y el niño se convertirá en un adulto más o menos libre en función de la eficacia con la que asuma sus responsabilidades. Casi cualquier cosa que hace un humano necesita entrenamiento y formación".



En un entorno global competitivo, o aseguramos la educación de las próximas generaciones o hablaremos todos chino rápidamente.

¿Y qué significa educar?
De acuerdo con el conocimiento científico tres cosas: el niño debe estar rodeado de un entorno que fomente al máximo todas las capacidades que su código genético permite. No se trata de hacer nada artificial sino permitir que esa potencialidad fructifique.

No idiotizarlo, vaya.
En segundo lugar hay que rodearlo de afecto. Y en tercer lugar hay que darle modelos de conducta que pueda imitar y que le transmitan los valores que socialmente queremos, véase el rigor, la disciplina, la meritocracia, la justicia, etcétera.

Entendido.
El conocimiento científico demuestra que, al nacer, la mayor parte de nuestras neuronas no están conectadas entre sí. Se conectan o no en función de los estímulos del entorno, y cuanto mayor es el sujeto más difícil. Con lo cual, quien debería fijar el calendario educativo es el desarrollo biológico del niño.

Es usted un poco determinista.
Hay tres estereotipos. El primero es el del salvaje feliz, lo de que hay que dejar al niño que brote espontáneamente como las lechugas. Una educación no intervencionista no es educación, es agricultura. Y condena al niño a ser un fracasado toda su vida. No hay ninguna excusa para los padres vagos.

Radical.
Una vez que el niño ya tiene cierta edad (entre los 10 y 14 años), y empieza a tener una vida cada vez más autónoma en la que la influencia de los padres es cada vez menor, se encuentra con situaciones que son contradictorias a aquellas en que lo han educado.

Póngame un ejemplo.
Si al niño lo han educado bien en su casa, tendrá un concepto claro de la justicia: yo puedo predecir qué voy a hacer y qué me va a pasar, en función de lo que haga, mis padres me van a premiar o castigar. Pero cuando sales al mundo te das cuenta que hay cosas que funcionaban en tu casa que en el ámbito macro no funcionan igual.

¿Entonces?
También es necesario dotar en cuanto es posible al niño de un criterio propio, sólido y fundamentado para que pueda resistir el contacto con la realidad sin considerarse idiota ni abjurar de sus principios.

¿Y cómo se hace eso?
A través de tres claves: Formación, información y ejemplo. No basta con decirle al niño desde pequeño que la honradez es un valor positivo, debes predicar con el ejemplo. Si tú admiras a un ladrón porque preside un gran banco te estas contradiciendo.

Las contradicciones son inevitables.
Hay que darle información para que comprenda que no tiene que cuestionar sus principios sino sobrevivir en un entorno donde no siempre se aplican. Intentar aislar al niño en una burbuja es un suicidio, porque en cuanto el niño sale al mundo se lo comen.

Glups.
Hay que prepararle para que cuando tú ya no estés tan presente, sea capaz de autoeducarse constantemente. Es lo que deberíamos hacer todos los adultos.

Usted bombardea el sistema educativo.
Año tras año, cuando salen los resultados del informe Pisa, el director general de turno o la ministra, si las elecciones están cerca, hace dos declaraciones tópicas típicas y hasta el año próximo. Con este planteamiento el fracaso está garantizado.

¿Qué propone?
Volver a implantar valores y mecanismos educativos contrastadamente eficaces y dejarnos de experimentos pedagógicos. Por ejemplo deberíamos agrupar a los niños por nivel, no por edad biológica. Eso de que los niños crecen industrialmente y el que nació el 31 de diciembre le corresponde otro nivel del que nació al día siguiente es una aberración que sólo cabe en la cabeza de los que perpetraron la Logse.

¿Qué más?
Instalar mecanismos de premio y castigo (que no significa tortura y mimo) que es como funciona nuestro cerebro. Si tratas igual al que estudia que al que no lo hace, estas incentivando que todo el mundo suspenda.

Aboga por una educación tradicional.
Estamos en un entorno políticamente correcto y blandito que nos está llevando al hundimiento colectivo. Ahora por ejemplo la competitividad no está de moda. Pero vivimos en una sociedad globalizada, la competencia está y hay que aprender a manejarla. Aprender a competir es no abusar cuando ganas ni frustrarte cuando pierdes.

¿Qué pasó entre usted y su padre?
Me permitió hacer lo que yo quería siempre que estuviera a la altura: si quieres tocar el piano, te comprometes a hacerlo lo mejor que puedas. Si pretendes ser libre tienes que demostrar que eres digno de esa libertad y que la ejerces bien. No ganas derechos por el hecho de crecer biológicamente.

Interesante matiz.
Si el niño aprende a abjurar del esfuerzo no sólo lo conviertes en un vago, sino que mediatizas todas sus decisiones de futuro, siempre va a hacer lo que le sea más fácil.

Además de educadores, ¿podemos ser amigos de nuestros hijos?
Los padres pueden decidir ser amigos de sus hijos, pero tienen que ser conscientes de que los dejan huérfanos.

jueves, 29 de diciembre de 2011

"Si anteponemos la convivencia al aprendizaje se hunde todo". "La buena y la mala educación, ejemplos internacionales" de Inger Enkvist

"De un buen profesor no te olvidas jamás"

FUENTE: LA CONTRA de LA VANGUARDIA, 23/12/2011 

Ima Sanchís

Inger Enkvist, hispanista, ensayista y pedagoga sueca. Foto: Maite Cruz

trbada gràcies a http://elblogdelpedagog.blogspot.com/2011/07/inger-enkvist-y-el-sistema-educativo.html



Fue profesora de ESO y de bachillerato, ha enseñado inglés, francés y español y llegó a la conclusión de que lo que proponían la mayoría de gobiernos en educación no cuadraba con lo que funcionaba en el aula, así que se especializó en pedagogía. Es asesora de educación del Gobierno sueco. Sus estudios se basan en el análisis de políticas educativas mundiales y la comparación entre ellas. Critica "la nueva pedagogía" y aboga por el esfuerzo del alumno y porque el aprendizaje de contenidos, en especial la lengua, ocupen un papel central. Ha venido a Barcelona invitada por Fundació Educativa La Trama y ha presentado La buena y la mala educación, ejemplos internacionales (editorial Encuentro).

¿Cuál es el problema?

Occidente ha creído que la educación era un bien ya conquistado y han dejado de exigir esfuerzo a los alumnos. Se da por supuesto que todos se esfuerzan y no se piden resultados. Así hemos llegado a la escuela comprensiva y a la intocable autonomía del alumno.

Angelismo escolar.
Sí, buenismo escolar donde la palabra clave es inclusión, pero no por el conocimiento y el esfuerzo sino porque sí. Si entre un grupo de chicos de 15 años hay muchos con un conocimientos de 9, no hay método que pueda ponerlos al día y se rompe la famosa convivencia.

¿Entonces?
Para que haya inclusión todo el mundo tiene que aceptar hacer su trabajo. Si anteponemos la convivencia al aprendizaje se hunde todo. Poniendo el acento en el aprendizaje mejora la convivencia, está comprobado.

¿Algún ejemplo que seguir?
Los que logran mejores resultados son los finlandeses con un estilo de escuela tradicional, la que había aquí hace medio siglo.

¿Cómo lo hacen los finlandeses?
Preparando muy bien a los niños en primaria, estableciendo buenas costumbres de trabajo con apoyo inmediato al alumno que lo necesita para que no acumule retraso. Es imprescindible asegurarse de que entran en el bachillerato con unas bases bien asentadas, porque a partir de ahí, si los alumnos se perciben como malos alumnos, la repetición no suele dar buen resultado.

¿Qué hacer con los niños que van atrasados en primaria?
Dejarles claro que no pasaran de curso si no se saben las materias y volver a los controles. Refuerzo real en la escuela, y organizar una escuela de verano obligatoria para los que van atrasados. Parece duro, pero lo peor es sentirse excluido intelectualmente, no entender lo que dicen los otros.

¿No nos iremos al otro extremo?
Si no llegan al segundo ciclo sabiendo leer de manera fluida y no tienen un conocimiento del mundo, están completamente perdidos en el entorno educativo, en su mundo privado, y lo estarán en el laboral.

¿No exagera?
Se sorprendería, para muchos adolescentes un documental sobre la Guerra Mundial es una película de tiros. Su mundo es muy reducido: programación infantil, entretenimiento, películas de acción y videojuegos; el resultado es que son completamente ignorantes de todo lo que está fuera de su barrio.

¿Sin lectura no hay comprensión?
Hay pedagogos que han trabajado con los alumnos utilizando el telediario y no les ha funcionado: no entienden las palabras abstractas, los adverbios ni las conjunciones. Si no conocen la geografía no saben dónde ubicar la noticia, y desconocen a los protagonistas políticos.

Entiendo.
Les habría ido mejor si en primaria les hubieran dicho: "No puedes pasar de curso si no sabes esto", porque es más fácil que lo acepte un niño de 6 años que uno de 16.

Lengua y matemáticas.
Sin un lenguaje bien estructurado no puedes avanzar. Las palabras son tu instrumento de trabajo, si no lees no consigues dominarlo y entiendes menos de lo que ves y de lo que oyes. El gusto por la lectura es uno de los índices más claros de éxito académico, muy por encima del nivel sociocultural.

Están ocho horas en el colegio, ¿no es suficiente tiempo de estudio?
Los finlandeses están 5 horas en el colegio y no tienen demasiados deberes, en casa se dedican a leer. Se trata de calidad en la enseñanza y del aprendizaje dentro del aula.

¿Qué opina de la inmersión lingüística?
Que la educación no debería de ser una cuestión política. Catalunya debería permitir a la familia elegir entre el castellano y el catalán como lengua vehicular si lo que queremos priorizar es el dominio del lenguaje.

Cuénteme.
Lo más importante es que los niños tengan vocabulario y conocimientos, y para eso escuela y padres deben estar de acuerdo y fortalecer la lengua materna, así es más fácil aprender el otro idioma, pero como materia. En mi país se dan tres clases por semana en sueco y todo el mundo habla sueco. La lengua es un instrumento, no una meta.

Entiendo.
Entre mi universidad y la catalana había un acuerdo de intercambio de estudiantes, pero no quieren venir por la cuestión del idioma, ellos han estudiado español y quieren perfeccionarlo. Si una sociedad se cierra está quitándole oportunidades a sus jóvenes.

Los presupuestos destinados a la educación adelgazan.
En Occidente se invierte mucho más dinero en educación que en los países asiáticos y ellos obtienen mejores resultados. Se trata del tipo de educación en el que se invierte. Hay que atraer a buenos profesores, pagarles bien, y recuperar su autoridad.

¿De dónde los sacamos?
En Singapur o en Finlandia a los profesores de preescolar se les exige una nota de corte muy alta, y todos tienen un máster. Los padres saben que están muy preparados y los alumnos que ser profesor es muy difícil y que los suyos están entre los mejores del mundo. Hay que entrar en ese círculo beneficioso como sea. En la docencia lo más importante es la persona. De un buen profesor no te olvidas jamás.


Una altra entrevista a Inger Enkvist a  http://sintesis-educativa.com.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=296:entrevista-a-inger-enkvist&catid=34:articulos&Itemid=33
trobada gràcies a http://elblogdelpedagog.blogspot.com/2011/07/inger-enkvist-y-el-sistema-educativo.html

domingo, 23 de enero de 2011

"Res resulta divertit fins a dominar la matèria". El llibre d'Amy Chua

Polémica en EE.UU. por un libro en el que se defiende la rígida educación china


http://www.lavanguardia.es/vida/20110121/54103618311/polemica-en-ee-uu-por-un-libro-en-el-que-se-defiende-la-rigida-educacion-china.html

¿Esa férrea filosofía es la razón de que China empiece a imponerse a Estados Unidos? | Amy Chua crió a sus dos hijas sin dejarles hacer lo que hacen la mayoría de los niños | La escritora alarma porque ve positivo llamar "basura" a un hijo si este falla

LA VANGUARDIA 21/01/2011

FRANCESC PEIRÓN

Nueva York Corresponsal

La sombra de China oscurece el sueño americano. La amenaza de la pesadilla, escenario previo a caerse de la cama y tener un mal despertar, no sólo viene por la evolución financiera y la producción industrial. O el temor de que en menos de tres décadas, el gran dragón rojo releve al Tío Tom en el primer lugar del ranking de las superpotencias del mundo. Hay más.

“Los chinos no nos conquistarán con A-bomb (artefactos nucleares) sino con A-pluses”, ha comentado Ed Rendell, hasta hace tres días en el cargo de gobernador de Pensilvania. El A-pluses se refiere a la nota de sobresaliente en la enseñanza escolar. Pero un sobresaliente de 10, no de 9,9.

Amy Chua, profesora de Derecho en la Universidad de Yale, acaba de publicar un libro para explicar el método de educación que ha aplicado a sus hijas, ahora ambas adolescentes ejemplares. Su método, que denomina “libremente” de las madres chinas o de Oriente, es más que estricto, a veces denigrante bajo el punto de vista occidental. Incluso de malos tratos según la consideración de muchos que se han echado las manos a la cabeza al saber que esta mujer llamaba “basura” a sus niñas cuando estas fallaban.

“La práctica tenaz, práctica y práctica, es crucial para conseguir la excelencia; la repetición rutinaria está infravalorada en EE.UU.”. Esta hija de inmigrantes, aunque nacida y formada en Estados Unidos, sostiene que “las familias occidentales” se centran más en la autoestima de los niños que en su esfuerzo personal. Asegura que ha utilizado idéntico sistema al que la criaron a ella, siempre aderezado con “el amor” de sus progenitores.* “Lo que los padres chinos entienden –teoriza Chua– es que nada resulta divertido hasta que uno no domina esa materia. Para esto se ha de trabajar duro y los críos, por sí mismos, nunca quieren trabajar, por lo que es esencial anular sus preferencias.

Su Battle hymn of the tiger mother (himno de lucha de la madre tigre) se ha instalado en el centro de la discusión en la sociedad estadounidense en una cuestión tan sensible como la educación de los hijos, un territorio ambivalente, entre la competitividad y el dejar hacer. En el reverso, “los padres chinos requieren la perfección a sus hijos porque saben que la pueden alcanzar”.

Amy Chua ha abierto una verdadera batalla. En medios como la CNBC, cadena especializada en economía e información bursátil, ya se plantean la pregunta: “¿Puede ser que la rígida filosofía de los padres sea la razón por la que China empieza a imponerse sobre Estados Unidos?”.

La respuesta pone el dedo sobre una de las heridas de esta sociedad, como es la del sentimiento de que a los críos se les dan “demasiados mimos” –en palabras de la profesora– para compensar las horas de ausencia de los padres. Chua explica que hacía repetir los ejercicios de piano o violín de sus niñas, pero estaba ahí, con ellas. Hay estudios, remarca, en los que se indica que los padres orientales dedican diez veces más de tiempo a la formación de los hijos que los occidentales.

Ni a Sofia ni a Lulu las dejaba ir a dormir a casa de compañeras –“se pasan las horas en el Facebook”–, ni quedar para jugar con otras amigas, ni participar en los juegos escolares o quejarse por esa prohibición, ni les permitía ver la tele o jugar con el ordenador, ni elegir sus actividades extraescolares. Tocan el piano y el violín, respectivamente, porque para ella no hay otros instrumentos. Tampoco aceptaba que tuvieran un grado menor a la A o que no fueran las número uno.

David Brooks, columnista del The New York Times, le replicó este martes. Brooks indica que no son pocos los que ven a Chua como “una amenaza para la sociedad”, porque creen que su procedimiento anula la capacidad creativa de los críos o que aniquila su pasión por la música. Los críticos recuerdan que las mujeres asiático- americanas de entre 15 y 24 año tienen el porcentaje más alto de suicidios. Para el columnista, “hay millones de otras habilidades que se adquieren en el proceso informal de maduración que no se desarrollan monopolizando el tiempo formal de aprendizaje”. La relación con el grupo no se aprende, subraya, “en el refugio de Amy Chua”. La cafetería también es escuela.

El debate, en plena efervescencia estos días en que el presidenteHuJintao visita EE.UU., arrancó el pasado sábado 9 de enero. El origen hay que buscarlo en The Wall Street Journal, que avanzó un extracto. Lo titularon “Por qué las madres chinas son superiores”. La polémica ha ido a más, aunque la autora insista en que ese titular no es suyo.

El Journal ha recibido cerca de 8.000 comentarios, prácticamente todos los medios han rebotado el asunto, mientras que en la red social el conflicto cultural sobre la forma de ejercer la paternidad se ha convertido en tema estelar. Chua reconoce que ha recibido centenares de e-mails. A pesar de lo que diga, de entrada advierte que su libro se supone que es un relato sobre cómo los padres chinos –concepto en el que incluye a indios, coreanos o jamaicanos, gente en general de la inmigración pobre– son mejores criando a sus hijos que los occidentales. “También es el amargo choque de culturas”, precisa.

Su irrupción ha hecho que se recuerde los éxitos de los estudiantes de Shanghai, líderes mundiales en matemáticas, ciencias y lectura. Los estadounidenses ocupan los lugares 31, 23 y 15. Sin embargo, pese a este agujero, predomina la opinión de condenar el método expuesto por Amy Chua.

Y no sólo se trata de comentarios viscerales sobre su poco respeto a la personalidad de los niños. Nicholas Kristof, otro periodista del Times, experto en el gigantesco país, apunta que tal vez los menos impresionados por el éxito escolar chino son “los propios chinos”, donde hay una tendencia hacia el estilo americano. Muchos emigran a EE.UU. para completar su educación.

La madre tigre se confiesa. Su hija Lulu le plantó cara. Se cortó ella misma la melena como rechazo a las tácticas de su madre. Amy Chua no renuncia a su método, pero apuesta por combinar lo mejor de cada casa.

"Los fundadores del país tenían valores chinos"

El libro de Amy Chua contiene numerosas afirmaciones que se podrían tomar como la receta de la madre tigre sobre la educación al estilo chino.

La responsabilidad

“Cuando los niños fallan en algo, en lugar de decirles que hay que trabajar duro, la primera cosa que los padres occidentales hacen es plantear un pleito”

La tradición de EE.UU.

“Rechazo doblegarme a la corrección política de las madres occidentales, que es una estupidez. ¿Crees que los padres fundadores de EE.UU. tenían sleepovers? (niños que van a dormir a casa de un amigo). Estoy convencida de que tenían valores chinos”.

Perder el tiempo

“No estoy segura de que los occidentales tenga opción de elegir. Los padres sólo hacen lo mismo que hacen los demás. No se cuestionan nada. Simplemente repiten las cosas, que a los niños les has de dar libertad para que persiga su pasión, que no es más que dejarlo diez horas con Facebook, una total pérdida de tiempo”.

Las diferencias


“Los padres chinos pueden ordenar a sus hijos que tomen una dirección. Los occidentales sólo pueden pedirles que intenten ser mejores”.

El trato


“Los padres chinos pueden decir a su hijo que es un perezoso, que sus compañeros van por delante. Los occidentales tienen un conflicto e intentan persuadirles pero sin que esto suponga para ellos una decepción”. 

Diferentes maneras de rugir 

El libro sobre el estilo chino de educación ha provocado un alud de comentarios


La aparición del libro de Amy Chua, la pasada semana, ha provocado una cascada de opiniones, tanto de los lectores de los diarios como de sus columnistas o los analistas audiovisuales. Aquí se aporta una selección de esta avalancha, que ha capitalizado The Wall Street Journal, diario que avanzó el 8 de enero un capítulo de Battle hymn of the tiger mother.


DAVID BROOKS

The New York Times

“No estoy en contra del libro de Amy Chua, adoro su coraje y su provocador pensamiento. Sólo desearía que no fuera tan indulgente. Me gustaría que reconociera que en aspectos importantes la cafetería de la escuela es intelectualmente más formativa que la biblioteca. Espero que sus hijas crezcan y escriban sus propios libros y tal vez adquieran las herramientas para anticipar mejor cómo serán acogidas”.

NICHOLAS KRISTOF

The New York Times

“Los propios chinos están poco impresionados por su sistema educativo. Siempre que entrevisto a algún chino hay más quejas que alabanzas. Muchos se quejan de que sus sistema mata el pensamiento libre y la creatividad y envían a sus hijos a Estados Unidos para alimentar su autoconfianza, así como hacer del aprendizaje algo fascinante y no una simple tarea rutinaria”.

ALEXANDER NAZARYAN

Analista de Daily News

“Tengo una experiencia similar a la de Amy Chua con mi padre oso, un científico soviético. Yo tenía diez años al llegar aquí y de inmediato consideró que el sistema escolar era inadecuado. Me torturó con problemas de matemáticas. Todo lo tenía que hacer sin calculadora y debía repetirlos hasta que los resolvía correctamente. El saber es esquivo, pero hubo un tiempo en que los estadounidenses lo perseguimos. Inventamos coches, enviamos un hombre a la Luna, curamos enfermedades antes que India o China. No fue fácil y seguro que no fue divertido”.

AYELET WALDMAN

Escritora

“Estas son algunas de las cosas que mis cuatro hijos demadre judía siempre tuvieron permiso para hacer. Dejar de tocar el piano, ir a dormir a casa de amigos, surfear en el ordenador, participar en actividades extraescolares, dejarlas... Rugir como un tigre puede convertir a un niño en pianista y hacer que debute en el Carnegie Hall, pero sólo aplastando a los demás. Un mismo hecho da a uno la excusa para el fracaso y a otros para el éxito. Amyy yo entendemos nuestro trabajo de madres como una manera de tigres que por diferentes sendas busca lo mejor para sus cachorros.”

WENDY MOGUL

Escritora

“Una de las vías para que los niños aprendan la importancia del trabajo duro es sufriendo las consecuencias de su pereza y holgazanería. Los padres sabios se resistirán a interferir con las naturales consecuencias, incluso si esto significa conseguir un grado inferior al que desearían”.

RICHARD MANGO

Lector WSJ

“Que los padres tengan un papel activo no equivale a abusar de los hijos. A la mayoría de los chicos de hoy se les permite ir a lo loco y el resultado es visible y audible en cualquier lugar. Me educaron en una escuela católica y las monjas nos daban con la regla habitualmente. Esta mujer (Amy Chua) tiene unos objetivos y no creo que eso sea malo”.

JONATHAN ZHANG

Lector WSJ

“Mientras leo esto (el adelanto del libro), rezo para que sea algún tipo de broma. Como adolescente chinoamericano sé que este artículo no representa a los padres chinos. Seguro que muchos de los padres chinos ponen más énfasis en la educación, pero la mayoría no son demonios e inhumanos como la señora Chua”.

MATT COMYNS

Director de Pacific Epoch

“Las habilidades de la disciplina las aprenden los niños a edad temprana, que es cuando se ponen los cimientos para salir luego al mundo. Los chinos, sin duda, logran los mejores resultados escolares, saben cómo resolver problemas aunque no desarrollan las aptitudes para edificar equipos y corporaciones. Tal vez les falta creatividad”.

miércoles, 14 de julio de 2010

Excel·lència educativa a Nova York. L’esforç és la base de l’aprenentatge.


Excel·lència educativa per a tothom: una realitat possible
Roser Salavert
Doctora en Gestió Educativa i directora general de les escoles públiques del districte escolar 3 de Nova York


Síntesi d'idees
Idea principal

L’excel·lència educativa és possible en una realitat social multicultural, amb un índex de nouvinguts elevat, amb nivells educatius de base baixos i amb problemàtiques socials associades (com és el cas de molts districtes de Nova York). Per a fer-la possible cal passar d’una cultura de la conformitat a una en què es vol l’èxit per a tothom, en què s’estableixen unes metes clares, en què els directors i els professors exerceixen un paper de lideratge i en què es ret compte de la feina que s’ha dut a terme.

Com era l’educació «tradicional» a Nova York

• El procés educatiu es basa en tres elements: ensenyament, aprenentatge i continguts. En l’educació «tradicional», l’ensenyament preval sobre els altres elements. Hi ha pressa per cobrir un currículum i això obliga el mestre a fer lliçons magistrals.

• Quan s’avalua el procés, el que es fa és avaluar si s’han assimilat els continguts del currículum. En escoles amb una gran diversitat d’orígens i de nivells i amb molts alumnes que no parlen anglès, no tothom assolirà els objectius curriculars.

• Les avaluacions externes són normatives.

• Conclusions: els mestres, i el sistema en general, pensen que no tots els estudiants poden arribar als nivells establerts: «No se’ls pot demanar més». És un tipus d’educació de dèficit. En escoles com les que gestiona Roser Salavert, només el 10% dels estudiants superava les proves estatals normatives.


Canvi a una educació que busca l’èxit de tothom


Bases del canvi

• La llei federal No Child Left Behind (NCLB, 2001).

• Diverses iniciatives per a passar de l’educació basada en l’ensenyament a l’educació basada en l’aprenentatge: tots els alumnes tenen la capacitat i el dret d’aprendre i poden assolir unes competències estàndard.

• Canvi en la gestió de les escoles. Més autonomia, lideratge de directors i professors, i avaluació interna i externa.


Principis en què es fonamenta l’ensenyament basat en l’aprenentatge

L’esforç és la base de l’aprenentatge: «No regalem res».

• Les expectatives són clares. L’alumne i la família saben quines competències s’han d’assolir.

Reconeixement dels èxits com a element motivador (per exemple, una classe mostra als companys dels altres nivells o als pares els resultats d’una determinada feina que s’ha fet).

Avaluació justa. Es tendeix a fer proves de situació.

• Intel·ligència aplicada. Es busca que els alumnes responguin de manera raonada.

Aprendre aprenent. No només es memoritza, sinó que també té una gran importància la pràctica del que s’aprèn.

Resultats: als mateixos barris de Nova York on abans només el 10% superava les proves normatives, ara hi ha un 70% d’èxit escolar.


La llei No Child Left Behind (NCLB)

La llei no determina currículums. Estableix unes puntuacions en cada matèria a les quals cal arribar. Cada estat desenvolupa els seus estàndards per a assolir aquesta puntuació. Aquests estàndards es basen en competències i no en currículums.

• Els estàndards s’estableixen a partir de l’estudi de moltes mostres exemplars.

• Als alumnes que no saben anglès se’ls demana el mateix nivell que als altres, però l’aprenentatge és dual (en les dues llengües).

• Es busca la coresponsabilitat de les famílies amb informes estatals regulars sobre la progressió dels alumnes.

• Si el centre no ha assolit els objectius, es dóna la possibilitat a les famílies de canviar de centre.

• La llei s’ha traslladat a les aules en forma d’estratègies per a assolir l’èxit.

Exemple: es fan tutories setmanals de 45 minuts en què els professors parlen amb els alumnes de qüestions no acadèmiques per intentar resoldre problemes emocionals. El director del centre també fa aquesta tutoria i la dedica als estudiants més difícils.


Canvi en la gestió escolar (lideratge + autonomia + avaluació del rendiment)

• Fins al 2002, la gestió escolar i les idees d’innovació anaven de l’oficina del districte a les escoles. L’èxit era limitat perquè s’era lluny de l’acció, de la realitat concreta i individual de cada centre.

• A partir del 2002 es dóna autonomia en la gestió i un alt grau de responsabilitat als centres escolars.

• El director ja no és un mestre líder, ara és un gestor líder que administra el pressupost i que desenvolupa un pla estratègic de centre. Avalua el professorat. Al final de l’any, ha de retre compte davant del director general de si ha assolit els objectius establerts en aquest pla estratègic.

• Es donen eines per tal que el director senti que rep el suport necessari per a assumir aquest alt grau de responsabilitat. Es treballa en xarxa amb altres directors i amb el professorat del centre.

• Es dóna un gran valor a la capacitació del professorat, que ha de dedicar una part del temps a formar-se i a innovar dins del mateix centre. En una primera etapa cada escola havia de tenir un equip d’innovació (estudiava una de les problemàtiques més greus de l’escola i aportava possibles solucions a curt termini, que s’anaven aplicant en el dia a dia i que, si eren vàlides, es generalitzaven). Ara es demana que tots els professors del centre estiguin implicats en algun equip d’innovació.

• Cal retre compte de tota la tasca que s’ha fet al final de l’any. Es fan enquestes a mestres, famílies i alumnes. També hi ha una avaluació externa. Les dades del progrés són públiques i es pengen a internet.


Conclusió

S’ha passat d’una cultura de la conformitat a una de l’excel·lència sostinguda, d’una cultura en què el docent actua individualment a una de la col·laboració estratègica i el lideratge distributiu, d’una cultura de la uniformitat a una cultura de la diferenciació. L’avaluació no és l’objectiu, sinó una eina per a assolir l’excel·lència.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Eduquem l'esforç; Ens ho agrairà (TV)



Com ensenyem els nostres fills a esforçar-se per aconseguir les coses. Déu n’hi do, oi? Si els poguéssim donar una càpsula i aconseguir-ho, tot seria més senzill. La realitat, però, és que aquest és un dels maldecaps més importants dels pares. Com ens ho fem, per transmetre als fills que esforçar-se, perseverar, és una de les actituds més importants en la vida? Programes de TV on hi ha joves que guanyen milions sense fer res, ofertes d’oci atractives que gairebé no deixen temps per l’estudi... els pares que volem educar l’esforç no ho tenim fàcil! Per tant, fer entendre que l’esforç és la clau de moltes coses i que, fins i tot, en l’esforç podem trobar-hi molta satisfacció, segueix essent un dels nostres grans reptes com a pares. Hi ha estudis fets que demostren que les coses aconseguides amb esforç generen més plaer que les que s’aconsegueixen sense fer res, però... crec que amb això no n’hi ha prou, per convèncer els joves, oi? Convidats: Xavier Papasseit i Anna Arenas, de l'Ametlla del Vallès, i l'experta que els acompanyarà: Mª JESÚS COMELLAS, Doctora en Psicologia i professora de l’UAB

domingo, 21 de febrero de 2010

Escolares sin motivación. "La escuela tiene que reinventarse, pensar para qué sirve, y una de las respuestas ha de ser para que al alumno le guste aprender"

Las enseñanzas han de conectar con la vida e intereses de los alumnos

Si los niños son curiosos por naturaleza, ¿por qué muchos se pasan el día diciendo que aprender es aburrido? ¿Qué pasa en su cole? ¿Por qué tenemos la sensación de que muchas escuelas no motivan?


MAYTE RIUS | 20/02/2010 |SUPLEMENTO | Ciudadanos

La desmotivación de los alumnos, su falta de interés por aprender, es objeto continuo de debate y reproches entre la comunidad educativa. Para algunos progenitores, la falta de motivación de los estudiantes es culpa de la escuela, que no se ha adaptado a los cambios sociales, y de los profesores, que se han quedado obsoletos, están deprimidos o estresados y no tienen autoridad. Para algunos profesores, los responsables son los padres porque no inculcan cultura del esfuerzo a sus vástagos y estos rechazan cualquier actividad que no les divierta o que exija esfuerzo.

PARTICIPACIÓN

Escuelas elitistas de principios del siglo XX, la escuela pública y laica de la Segunda República, la rigidez en el franquismo, la renovación pedagógica de la transición y los numerosos cambios en el currículum escolar de los últimos años. Detrás de todos estos modelos educativos existen experiencias personales, positivas y negativas.

¿Qué recuerda de la educación que se impartía en su escuela? Explique su historia y envíe sus fotos a participacion@lavanguardia.es


Para no aburrir...

El educador estadounidense Horace Mann aseguraba que "el maestro que intenta enseñar sin inspirar en el alumno el deseo de aprender está tratando de forjar en un hierro frío". Y los especialistas en educación consultados apuntan una serie de cuestiones que contribuyen a alentar ese deseo.

Contenidos atractivos

Hay que llevar la vida real al aula y hacer ver a los alumnos la aplicación presente o futura de lo que estudian para evitar el aburrimiento. Ello exige, según muchos expertos, renovar los contenidos curriculares y adaptarlos a la nueva sociedad del conocimiento.

Actitud entusiasta

Para crear un clima estimulante en clase, es imprescindible que el docente esté motivado y se entusiasme con su trabajo. Si el profesor ya espera desmotivación por parte de sus alumnos, transmitirá ese mensaje con su lenguaje no verbal y no obtendrá una respuesta positiva de ellos. Conviene evaluar periódicamente las propias estrategias para ver qué conviene mejorar.

Nuevos métodos

Las nuevas tecnologías, los museos, las exposiciones, las empresas... Hay material suficientemente variado para hacer más atractivo el aprendizaje y promover la enseñanza práctica, más que teórica, pues la información está al alcance del alumno por muchas y muy distintas vías. Se puede trabajar en grupo, promover el aprendizaje por proyectos, simultanear varios aprendizajes en el aula de la mano de varios profesores, especializar aulas por materias... Se pueden combinar y adaptar las metodologías y los estilos de aprendizaje (pragmático, teórico, reflexivo, activo...) según el perfil de los alumnos de cada grupo; y fomentar la versatilidad y el dinamismo en función de las actividades que se van a realizar, recurriendo a los ejemplos de forma habitual.

Mejor comunicación

Los profesores deben saber hablar muy bien, modular su habla con cambios de tono y ritmo, utilizar un discurso jerarquizado y coherente y un lenguaje evocador, sugerente. También hay que favorecer la conversación con los alumnos, permitir que puedan preguntar y comentar para así conocer su situación, deseos y necesidades, y conectar mejor con ellos. Esa comunicación ha de servir también para valorar éxitos y fracasos, y para crear sentimiento de grupo, de modo que el alumno sienta el apoyo del profesor y de sus compañeros.

Compromiso familiar

"Dad al niño el deseo de aprender y cualquier método será bueno", decía Rosseau. Y las familias resultan decisivas a la hora de despertar ese deseo, tanto por la vía de inculcar interés por la actividad intelectual y alentar el esfuerzo, como de respaldar y enaltecer la tarea de la escuela y de los maestros.

Más medios

Contar con unas buenas instalaciones para hacer de las aulas un lugar agradable o impartir algunas clases al aire libre, y disponer de los medios suficientes para poner en marcha nuevos recursos didácticos, como la fotografía, el cine, internet o la pizarra digital, siempre estimula.



En uno y otro bando, y en otros ámbitos relacionados con la educación, hay quienes consideran que esto de la motivación es una falacia, porque los alumnos llegan a la escuela o al instituto queriendo que se les entretenga, como si fuera un circo, "y eso es engañarles, porque la escolarización es una obligación, aprender requiere esfuerzo, nadie puede hacerlo en lugar del alumno y éste es el único responsable de su fracaso", dicen. Hay, por tanto, versiones para todos los gustos. Pero, después de escuchar a psicólogos, pedagogos, maestros, estudiantes y padres reflexionar sobre el tema, parece claro que la motivación sí es importante para el éxito educativo, y que lo que ocurre en la escuela –y en cada aula concreta– año tras año tiene una influencia directa y determinante en la capacidad o incapacidad de los alumnos para la motivación y el esfuerzo. De ahí que, sin menospreciar la complejidad del tema ni esconder que hay muchos otros factores que influyen, como la familia, los cambios sociales, la tecnología o los siempre criticados medios de comunicación, hayamos puesto el foco de atención en qué pasa en las aulas para que muchos escolares se aburran y no consideren útil la escuela ni el esfuerzo de aprender.

Y en ese ámbito, los especialistas consultados coinciden –aunque con diferentes intensidades y matices– en que hay problemas de adaptación, de contenidos, de métodos, de estrategias e incluso de compromiso por parte de los profesores y también de las familias. "Muchos alumnos, aun sin ser plenamente conscientes, se desmotivan por falta de estímulos suficientes en el aula; en las programaciones no siempre se tienen en cuenta sus intereses, y el proceso educativo sigue más centrado en la enseñanza y el profesorado que en el aprendizaje y en el alumnado", opina Valentín Martínez-Otero, psicólogo, pedagogo y profesor en la facultad de Educación de la Universidad Complutense.

Pedro Rascón, presidente de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (Ceapa), cree que el problema estriba en que la sociedad ha cambiado mucho en los últimos años y esos cambios no se han trasladado a la escuela. Coincide con él Rafael Feito, profesor de Sociología de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid: "La escuela es una institución moderna, pero la sociedad ya es posmoderna; la escuela era una institución con un papel trascendental que llevaba el conocimiento a gentes y lugares que no tenían acceso a él, y ahora su relevancia es menor, porque los niños y niñas llegan a la escuela sabiendo ya muchas cosas, y vivir en la sociedad del conocimiento implica que hay muchas más instituciones educativas, desde Atapuerca hasta el CosmoCaixa, pasando por el ordenador o la televisión".

Y añade que todos estos cambios, sumados al de la escolarización obligatoria hasta los 16 años, han sido retos que la escuela y muchos docentes no han sabido asumir. "Cuando muchos de los actuales profesores comenzaron a trabajar, lo hacían en centros casi de élite, y ahora en esos centros se escolariza a todo el mundo; además, esos profesores que se incorporaron en la transición, que eran jóvenes y próximos a sus alumnos, que compartían con ellos la lucha por la democracia, ahora están al borde de la jubilación y a gran distancia generacional de los alumnos, y tienen un poco la sensación de que les han cambiado su contrato y condiciones de trabajo", dice Feito.

Martínez-Otero considera que la falta de motivación no es responsabilidad exclusiva del profesor o de la institución escolar (incluye entre los culpables a la televisión e internet, que han creado el "puer videns" o videoniño, acostumbrado a ver pero no a leer ni a pensar, y que ofrecen modelos de triunfo sin esfuerzo ni preparación), pero enfatiza que hay todo un sector docente instalado en el malestar, "cuando no en un estado depresivo, en un trastorno de ansiedad o en el estrés, siquiera sea por la inseguridad laboral en que se encuentran, por la sobrecarga e indefinición de tareas, por la falta de un sistema apropiado de evaluación del profesorado –cada vez más burocrático y deshumanizado–, por el desconcierto ante una legislación que no cuenta con ellos todo lo que debiera, porque se realizan demasiados experimentos pedagógicos, porque algunos padres renuncian a su labor educadora primera y principal, porque algunos escolares conocen sus derechos pero no sus deberes, porque los alumnos nacen y crecen en entornos crecientemente tecnificados muy expuestos a nuevos sabios virtuales que desplazan a los profesores en credibilidad, etcétera".

Lourdes Bazarra, profesora y formadora de profesores y equipos directivos de Arcix, cree que la sociedad exige demasiado a la escuela, más de lo que la institución y los profesores pueden hacer, y que eso ha provocado una ruptura con las familias que debe superarse. "La escuela tiene que reinventarse, pensar para qué sirve, y una de las respuestas ha de ser para que al alumno le guste aprender; porque se ha pasado de una escuela en la que el profesor era un sabio y lo que decía iba a misa, a una escuela al servicio de la sociedad, donde todo el mundo es experto en educación, y por eso muchos niños piensan que no vale la pena ir a la escuela", señala. El primer reto, en su opinión, es conseguir que la escuela seduzca, interese y provoque curiosidad. "Esto, que es excepcional, debería ser lo habitual; los alumnos deberían ir a clase pensando "a ver qué descubrimos hoy"; y eso se consigue implicándoles en su aprendizaje, porque si no, son espectadores y jueces", apunta la especialista de Arcix.

Y hay bastante unanimidad entre los especialistas consultados en que la implicación se logra conectando las enseñanzas con la vida de los niños, acercando los contenidos curriculares a sus intereses. "No es cuestión de que la clase sea un espacio circense donde el profesor tenga que hacer de todo –disfraces y tecnología incluidas– para captar la atención y motivar a sus alumnos, pero eso no implica que no haya que revisar los temarios y mirar qué necesitan a día de hoy saber los alumnos, porque el acceso a la información ya lo tienen, no necesitan más libros que la amplíen, pero sí necesitan pensamiento crítico y desarrollar las nuevas habilidades que requiere la sociedad del conocimiento", afirma Virginia García-Lago, profesora de Psicología de la Educación de la Universidad Camilo José Cela de Madrid.

"La mayor parte del conocimiento tiene fecha de caducidad y no sabemos qué conocimientos, más allá de la alfabetización fundamental, serán precisos para cuando los escolares de hoy sean adultos; la escuela sigue pensando que los conocimientos académicos tradicionales son lo más importante, pero quizá necesiten aspectos menos intelectuales, como relaciones interpersonales, comunicación, introspección, pensamiento crítico, creatividad, innovación o imaginación", remarca el sociólogo Rafael Feito. Está convencido de que la falta de motivación responde a que lo que enseña la escuela está muy alejado de la realidad de los alumnos. "Hay colegios que sí resultan motivadores porque los niños eligen qué proyecto trabajarán cada trimestre; esos alumnos se entusiasman por el conocimiento porque aprenden cosas que les interesan", asegura.

Incluso quienes como Ricard Aymerich, presidente de la Confederación Estatal de Movimientos de Renovación Pedagógica, matizan la afirmación de que la escuela no motiva –"el problema es que exige trabajo"–, admiten que el gran reto de la enseñanza y de los docentes es que el alumno perciba que lo que se le plantea en clase tiene que ver con su vida, que le interesa. "Cuando en la escuela primaba la disciplina, los chavales no se planteaban si lo que les explicaban tenía que ver con ellos, pero ahora se lo plantean y lo pueden expresar, y el gran reto es adecuar la planificación y las actividades para dar respuesta a esas inquietudes, y hacer uso de los recursos del entorno más próximo de los alumnos para conectar más con su vida", reflexiona Aymerich. En ese marco, considera indispensables la incorporación de las pantallas y del lenguaje de imágenes a la escuela, y su dominio por parte del profesorado para poder dar una formación crítica.

Pedro Rascón, el presidente de la Ceapa, piensa que para que la escuela motive hacen falta más cambios de metodología que de contenidos. "Tenemos el currículum más denso de toda la Unión Europea, y hoy día no hace falta inculcar muchos conocimientos porque gran parte de ellos los puedes adquirir en cualquier momento; el papel del profesor ha cambiado, y más que transmitir conocimientos, que son universales y accesibles, debería enseñar a discernir, a saber qué hacer con toda esa información que pulula por ahí", declara. Por ello, Rascón incide en la necesidad de mejorar la formación del profesorado, "de dotarle de capacidad y herramientas para que lo que haga en el aula resulte motivador para el alumno".

José Escaño, orientador escolar del instituto Gabriel García Márquez de Madrid y coautor de Cinco hilos para tirar de la motivación y el esfuerzo (Horsori), considera demasiado superficial vincular la motivación a las estrategias o los ardides que tienen que llevar a cabo los maestros o los padres para que el alumno trabaje. "La motivación debería tener un carácter más permanente, no depender sólo de un tema atractivo o de un extraordinario profesor; tiene más sentido plantearla como un desarrollo de capacidades en el alumno", indica. Escaño está convencido de que la motivación por el trabajo escolar no es una disposición natural, sino que se aprende y, por tanto, ha de enseñarse: "Es una actividad que supone esfuerzo intelectual, que no se le da bien a todo el mundo, y que requiere tanto enseñar buenos motivos para trabajar como soportar el esfuerzo y hacerlo eficaz". Recuerda que el currículo educativo ya establece que hay que enseñar a motivarse y a desplegar un esfuerzo eficaz, aunque no todos los docentes impartan estas enseñanzas. "Los profesores, al mismo tiempo que enseñamos una materia, deberíamos enseñar estrategias para estudiarla y aprenderla", comenta. Y propone convertir el estudio en "deberes", con un cuaderno de estudio donde el profesor pueda mandar y controlar estrategias de aprendizaje.