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viernes, 27 de julio de 2012

Negar la educación, de Guadalupe Jover en El País

TRIBUNA

En la reforma que se plantea, hasta el momento, no hemos visto sino imprudencia, precipitación y una pavorosa falta de sentido común

Desde hace meses, muchos meses ya, nuestras vidas están a merced de los mercados. Es imposible abrir la prensa, encender la radio o la televisión, mantener una conversación incluso, sin oír hablar de recortes y despidos, de supresión de derechos sociales, de pérdida de civilización, en suma.
Entre tanto, intentamos educar a nuestros hijos a pesar de —o contra— esto. Y confiamos en que si aún queda un espacio de resistencia frente a los poderes financieros ese ha de ser el de la escuela. ¿Cómo imaginar entonces que la reforma del sistema educativo consista en hacer de estos grilletes sus cimientos? ¿Cómo reducir la educación a “motor que promueve la competitividad de la economía?”

Este vocabulario de guerra (“mercado”, “competitividad”, “éxito”, “arena internacional”) impregna cada una de las páginas del borrador del anteproyecto de ley, presentado hace unos días. Ni una sola vez se mencionan aquellas palabras que hasta ahora trazaban el horizonte de todo proyecto educativo: “democracia”, “ciudadanía”, “cooperación”, “diálogo”, “pensamiento crítico”. “Cultura”.

Tan inquietante como este objetivo es el camino previsto para alcanzarlo: el reconocimiento de la diversidad del alumnado como requisito para “canalizar a los estudiantes hacia las trayectorias más adecuadas a sus fortalezas, de forma que (…) se conviertan en rutas que faciliten la empleabilidad.”. Niños y niñas no son ya otra cosa en la futura ley de educación que mano de obra y nada más.

Es verdad que unos y otros tenemos talentos diversos y que la escuela no ha estado abierta hasta el momento más que a los perfiles de quienes se ajustaban a la escuela de antaño. Creíamos que al fin era el momento de abrirla a las artes, a la investigación, a la creatividad; a otras formas de aprender, cooperativas e interdisciplinarias. Pero no: no se trata de abrir, ensanchar, incluir. Se trata más bien de amputar, de mutilar, de segregar. De reducir materias – y “detectar las prioritarias”-; y de excluir alumnos y derivarlos, ¡desde los 12 años!, a “otras vías”.

¿Cómo se va a llevar todo esto a cabo? Recuperando “la cultura de la evaluación”. Para un estudiante esto será, a buen seguro, un sarcasmo. Quien señala que la selectividad “no funciona porque la aprueba el 94% de los alumnos”, ignorando que esos alumnos acaban de superar todas las pruebas de evaluación de un costosísimo segundo de bachillerato, está despreciando de un plumazo el trabajo de docentes y estudiantes. Las razones por las que la selectividad no funciona son otras, y haría bien el ministro en escuchar a la comunidad educativa para conocerlas.

Pero lo que se quiere implantar ahora es un sistema de reválida que evalúe exclusivamente lo que la OCDE tiene en cuenta: aquellos aprendizajes imprescindibles para ser un trabajador versátil y sumiso. Parecemos olvidar a veces que la educación, como ya dijera Neil Postman, ha de ayudarnos no solo a ganarnos la vida, sino también a construirnos la vida, individual y colectivamente.

Dos consecuencias inmediatas tiene esta “cultura de la evaluación”. Una, que lo que PISA no evalúa no tiene ya legitimidad académica. Por eso el ministro se permite hablar incluso de “asignaturas que distraen.” ¿Pero de qué distraen? Si queremos ayudar desde la escuela a desarrollar el talento que cada persona encierra, mal camino llevamos enarbolando las tijeras de podar. La manera de combatir la excesiva fragmentación del currículo no es “suprimir las optativas”, “especializar los centros”, “racionalizar la oferta”. De lo que se trata es de apostar por un aprendizaje por proyectos que ayude a integrar, a establecer vínculos, a conciliar las distintas miradas que la ciencia y el arte ofrecen sobre los problemas esenciales de la condición humana, del mundo que habitamos.

Causa estupor leer que “los alumnos españoles tienen más horas de clase en total, pero menos horas de clase en lectura y matemáticas que sus compañeros de la OCDE.” Pero, ¿no habíamos quedado en que enseñar a leer es una tarea conjunta de todo el profesorado, puesto que aprender a leer significa aprender a leer diferentes tipos de textos, también los específicos de cada una de las ramas del saber? ¿Y qué pasa en cambio con la oralidad, siempre extramuros de la escuela? Tanto empeño en preparar alumnos “excelentes” y olvidamos que para ser un buen médico hace falta también saber escuchar…
La segunda consecuencia tiene que ver con el para qué de tanta reválida. Una reválida que tiene como único objetivo premiar o castigar al examinando con su apto o no apto (examinando que se habrá examinado ya una y mil veces a lo largo del curso, pero de cuyos examinadores el Ministerio al parecer desconfía). Evaluar es otra cosa: es detectar —a tiempo— qué está funcionando y qué no para poner remedio temprano a los problemas.

No es este el caso. La administración se lava públicamente las manos de cualquier responsabilidad en el proceso: “El principal objetivo de esta reforma es mejorar la calidad educativa partiendo de la premisa de que esta debe medirse en función del output (resultados de los estudiantes) y no del input (niveles de inversión, número de profesores, número de colegios, etc.)”. Para dar —añadimos nosotros— más complementos de hierro a quien más hierro tiene. Esto es, sencillamente, hacer dejación de la responsabilidad de educar. Negar la educación.

Ojalá fuera cierto, como rezaba la nota de prensa con que fue presentada, que la reforma que se plantea pretende ser gradualista, prudente y basada en el sentido común”. Habremos de confesar que hasta el momento no hemos visto sino imprudencia, precipitación y una pavorosa falta de sentido común. Confiamos en que sea cierta la voluntad de diálogo con la comunidad educativa, porque una Ley de Educación no debiera aprobarse, pese a lo afirmado por José Ignacio Wert en el Campus FAES 2012, con consenso o sin consenso y además contrarreloj.

Y mientras tanto, sigamos hablándoles a nuestros jóvenes de la necesidad de “incentivar el esfuerzo” mientras nos peleamos en público por instalar Eurovegas a la vuelta de la esquina.
Frenemos esto. Todo esto.

Guadalupe Jover es profesora de educación secundaria y socia de Ciudadan@s por la Educación Pública.

Comentari d'aquest blogaire: 

Em remeto al post:
"Lliçons fineses" de Greogorio Luri a Ara

domingo, 3 de junio de 2012

El proyecto INCLUD-ED y las prácticas de éxito en las escuelas europeas

 El proyecto INCLUD-ED analiza qué estrategias educativas contribuyen a superar las desigualdades y a fomentar la cohesión social y cuáles generan exclusión social, prestando especial atención a grupos vulnerables o desfavorecidos.

Europa necesita identificar dichas estrategias, que serán, a su vez, empleadas por legisladores, gestores, profesorado, alumnado y familias, y que contribuirán a diseñar nuevas políticas que permitan alcanzar los objetivos de la Estrategia Europea 2020. Con este objetivo en mente, el programa INCLUD-ED tiene previsto:

1) Indagar sobre las características de aquellos sistemas educativos y reformas que están logrando las menores tasas de exclusión social y educativa, así como las de los sistemas que generan índices
elevados de exclusión;
2) Analizar los distintos aspectos de la práctica educativa que contribuyen a reducir los índices de fracaso escolar y aquellos que provocan tasas más elevadas;
3) Estudiar el efecto que la exclusión educativa tiene sobre distintos ámbitos sociales (sobre el empleo, la vivienda, la salud y la participación política) y qué clase de oferta educativa contribuye a
superar dicha exclusión;
4) Investigar en qué medida la exclusión educativa afecta a distintos sectores sociales, sobre todo a los grupos más vulnerables (mujeres, jóvenes, inmigrantes, minorías culturales y personas con discapacidades), y qué modelos de oferta educativa favorecen la superación de la discriminación en cada caso;
5) Examinar las intervenciones mixtas entre políticas educativas y otras políticas sociales, e identificar qué medidas se orientan a eliminar la exclusión social y a contribuir a la cohesión social en
Europa;
y 6) Estudiar a las comunidades implicadas en proyectos de aprendizaje que han desarrollado iniciativas integradas de carácter social y educativo, y que han contribuido a reducir las desigualdades y la marginación, y a fomentar la integración y la capacitación social.






VEGEU:

http://educacion.gob.es/dctm/?documentId=0901e72b81205e88

lunes, 4 de enero de 2010

La crisi de la cohesió social

Robert Castel.
Sociòleg i director d'estudis a l'École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) de París.

FONT:  http://www.debats.cat/cat/2009/castel/index.html



Síntesi d'idees

Què ha provocat la crisi actual? 
 
La crisi que vivim actualment és un episodi dramàtic d'un procés més profund de crisi que es va començar a originar al final dels anys setanta i que té tres eixos principals:
• El canvi d'un capitalisme industrial a un capitalisme ferotge i salvatge de caire multinacional amb gran domini del món financer.
• L'entrada en crisi del sistema de protecció social, que afecta també estructures socials com l'educació.
• L'augment de la importància de l'individu enfront de la col·lectivitat.

Antecedents 
 
• Als anys seixanta el capitalisme industrial havia aconseguit una situació d'equilibri entre els interessos del capital i el proletariat, que es va resignar a un cert sotmetiment salarial, però que es va beneficiar d'una certa protecció laboral: salari mínim, dret a la salut, atur, jubilació, indemnització.
• Les condicions laborals garantien la independència econòmica i social de l'individu. Els treballadors aconseguien ser individus de ple dret en la societat.
• Predominava l'interès col·lectiu i les reivindicacions també eren col·lectives. És l'època dels convenis col·lectius, els sindicats de masses, de molts treballadors en les mateixes condicions laborals.
• Els individus tenien dret a serveis públics eficaços. L'Estat vetllava perquè determinats serveis, considerats prioritaris (com ara l'educació), no quedessin en mans privades. L'Estat era el col·lectiu de col·lectius que garantia els serveis i els donava valor de llei.

El final del capitalisme industrial als anys setanta

S'inicia una dinàmica de descol·lectivització i reindividualització.

A. Canvis en les relacions laborals 
 
• Individualització del treball. Es demana al treballador individual (no al col·lectiu) mobilitat, adaptabilitat i flexibilitat.
• Carreres professional més precàries i menys regulades. Augmenten els contractes temporals i el personal subcontractat. Es passa de gairebé la plena ocupació a l'atur massiu. Els treballadors han de conviure amb canvis de feina continus i amb períodes de feina i d'atur.

B. Canvis en el sistema de garanties socials 
 
• Des de fa trenta anys es repeteix que els drets laborals són un obstacle per al desenvolupament lliure de les empreses i les lleis tendeixen a desregular la protecció social.
El nou sistema no garanteix la feina per a tothom, i, per tant, tampoc no es poden garantir els sistemes de protecció social (finançats pels salaris i per les empreses).
• Les formes de treball precari (contractes temporals, economia submergida) no donen dret al mateix nivell de protecció social que el treball estable.
• Els treballadors en precari acaben essent mig treballadors mig marginats, perquè els recursos que obtenen de la feina i de la protecció social no són suficients per a desenvolupar-se com a individus de ple dret.
L'exemple francès: Es viu un procés de mercantilització dels ajuts socials. És l'exemple del contracte assistit i de les rendes de solidaritat activa. Es promou que la gent es reinsereixi a la feina unes hores a la setmana o uns quants mesos l'any per tal d'obtenir ajuts socials. Per a obtenir compensació econòmica cal una contrapartida. «És una exigència massa elevada a gent que no la pot assumir.»

C. Canvi en l'individu 
 
• Creixent degradació de l'individu a causa de la precarització laboral i social. L'individu modern recolza sobre la propietat. Si l'individu no té prou recursos, torna a ser com a l'època de la Revolució Industrial: el proletari no era considerat un individu sinó un bàrbar; el proletari sense recursos no podia ser lliure i responsable.
• Els aturats de llarga durada o els joves que no troben feina són individus més fràgils que no tenen mitjans per a autorealitzar-se.
• Es produeix una confrontació: d'una banda, s'enalteix l'individualisme (la iniciativa individual, lliurar-se dels límits estatals) i, de altra, no hi ha les oportunitats perquè tothom visqui com un individu lliure.

Conclusió

El detonant de la crisi actual ha estat la crisi financera, però en realitat darrere hi ha una crisi del sistema. Aquesta crisi no s'hauria esdevingut si no existís també una crisi en l'organització del treball i en la protecció social.

Com afecta la crisi del sistema a l'educació 
 
• La crisi afecta tots els àmbits socials, com ara l'escola o la família. Es pot parlar de crisi en el sistema educatiu, entès com una faceta de la crisi general. La crisi de l'escola es produeix per les situacions de precarietat i de marginació de determinades categories de la població.
• En el cas francès, l'escola d'abans de la crisi tenia un paper homogeneïtzador (pel que fa a coneixements i a oportunitats de desenvolupament) i era un element rellevant de socialització.
L'escola moderna té dificultats per a ser homogeneïtzadora. L'alt índex de fracàs escolar o d'abandonament entre determinats grups socials així ho demostra. L'ideal d'oferir a tots les mateixes oportunitats per a aconseguir l'èxit no funciona en situacions socials precàries.
• A França s'aposta per la discriminació positiva, perquè els col·lectius amb més dificultats d'èxit aconsegueixin millors resultats. Però és una iniciativa controvertida i que té l'oposició dels que continuen defensant que l'escola sigui homogènia.