Polémica en EE.UU. por un libro en el que se defiende la rígida educación china
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¿Esa férrea filosofía es la razón de que China empiece a imponerse a Estados Unidos? | Amy Chua crió a sus dos hijas sin dejarles hacer lo que hacen la mayoría de los niños | La escritora alarma porque ve positivo llamar "basura" a un hijo si este falla
LA VANGUARDIA 21/01/2011
FRANCESC PEIRÓN
Nueva York Corresponsal
La sombra de China oscurece el sueño americano. La amenaza de la pesadilla, escenario previo a caerse de la cama y tener un mal despertar, no sólo viene por la evolución financiera y la producción industrial. O el temor de que en menos de tres décadas, el gran dragón rojo releve al Tío Tom en el primer lugar del ranking de las superpotencias del mundo. Hay más.
“Los chinos no nos conquistarán con A-bomb (artefactos nucleares) sino con A-pluses”, ha comentado Ed Rendell, hasta hace tres días en el cargo de gobernador de Pensilvania. El A-pluses se refiere a la nota de sobresaliente en la enseñanza escolar. Pero un sobresaliente de 10, no de 9,9.
Amy Chua, profesora de Derecho en la Universidad de Yale, acaba de publicar un libro para explicar el método de educación que ha aplicado a sus hijas, ahora ambas adolescentes ejemplares. Su método, que denomina “libremente” de las madres chinas o de Oriente, es más que estricto, a veces denigrante bajo el punto de vista occidental. Incluso de malos tratos según la consideración de muchos que se han echado las manos a la cabeza al saber que esta mujer llamaba “basura” a sus niñas cuando estas fallaban.
“La práctica tenaz, práctica y práctica, es crucial para conseguir la excelencia; la repetición rutinaria está infravalorada en EE.UU.”. Esta hija de inmigrantes, aunque nacida y formada en Estados Unidos, sostiene que “las familias occidentales” se centran más en la autoestima de los niños que en su esfuerzo personal. Asegura que ha utilizado idéntico sistema al que la criaron a ella, siempre aderezado con “el amor” de sus progenitores.* “Lo que los padres chinos entienden –teoriza Chua– es que nada resulta divertido hasta que uno no domina esa materia. Para esto se ha de trabajar duro y los críos, por sí mismos, nunca quieren trabajar, por lo que es esencial anular sus preferencias”.
Su Battle hymn of the tiger mother (himno de lucha de la madre tigre) se ha instalado en el centro de la discusión en la sociedad estadounidense en una cuestión tan sensible como la educación de los hijos, un territorio ambivalente, entre la competitividad y el dejar hacer. En el reverso, “los padres chinos requieren la perfección a sus hijos porque saben que la pueden alcanzar”.
Amy Chua ha abierto una verdadera batalla. En medios como la CNBC, cadena especializada en economía e información bursátil, ya se plantean la pregunta: “¿Puede ser que la rígida filosofía de los padres sea la razón por la que China empieza a imponerse sobre Estados Unidos?”.
La respuesta pone el dedo sobre una de las heridas de esta sociedad, como es la del sentimiento de que a los críos se les dan “demasiados mimos” –en palabras de la profesora– para compensar las horas de ausencia de los padres. Chua explica que hacía repetir los ejercicios de piano o violín de sus niñas, pero estaba ahí, con ellas. Hay estudios, remarca, en los que se indica que los padres orientales dedican diez veces más de tiempo a la formación de los hijos que los occidentales.
Ni a Sofia ni a Lulu las dejaba ir a dormir a casa de compañeras –“se pasan las horas en el Facebook”–, ni quedar para jugar con otras amigas, ni participar en los juegos escolares o quejarse por esa prohibición, ni les permitía ver la tele o jugar con el ordenador, ni elegir sus actividades extraescolares. Tocan el piano y el violín, respectivamente, porque para ella no hay otros instrumentos. Tampoco aceptaba que tuvieran un grado menor a la A o que no fueran las número uno.
David Brooks, columnista del The New York Times, le replicó este martes. Brooks indica que no son pocos los que ven a Chua como “una amenaza para la sociedad”, porque creen que su procedimiento anula la capacidad creativa de los críos o que aniquila su pasión por la música. Los críticos recuerdan que las mujeres asiático- americanas de entre 15 y 24 año tienen el porcentaje más alto de suicidios. Para el columnista, “hay millones de otras habilidades que se adquieren en el proceso informal de maduración que no se desarrollan monopolizando el tiempo formal de aprendizaje”. La relación con el grupo no se aprende, subraya, “en el refugio de Amy Chua”. La cafetería también es escuela.
El debate, en plena efervescencia estos días en que el presidenteHuJintao visita EE.UU., arrancó el pasado sábado 9 de enero. El origen hay que buscarlo en The Wall Street Journal, que avanzó un extracto. Lo titularon “Por qué las madres chinas son superiores”. La polémica ha ido a más, aunque la autora insista en que ese titular no es suyo.
El Journal ha recibido cerca de 8.000 comentarios, prácticamente todos los medios han rebotado el asunto, mientras que en la red social el conflicto cultural sobre la forma de ejercer la paternidad se ha convertido en tema estelar. Chua reconoce que ha recibido centenares de e-mails. A pesar de lo que diga, de entrada advierte que su libro se supone que es un relato sobre cómo los padres chinos –concepto en el que incluye a indios, coreanos o jamaicanos, gente en general de la inmigración pobre– son mejores criando a sus hijos que los occidentales. “También es el amargo choque de culturas”, precisa.
Su irrupción ha hecho que se recuerde los éxitos de los estudiantes de Shanghai, líderes mundiales en matemáticas, ciencias y lectura. Los estadounidenses ocupan los lugares 31, 23 y 15. Sin embargo, pese a este agujero, predomina la opinión de condenar el método expuesto por Amy Chua.
Y no sólo se trata de comentarios viscerales sobre su poco respeto a la personalidad de los niños. Nicholas Kristof, otro periodista del Times, experto en el gigantesco país, apunta que tal vez los menos impresionados por el éxito escolar chino son “los propios chinos”, donde hay una tendencia hacia el estilo americano. Muchos emigran a EE.UU. para completar su educación.
La madre tigre se confiesa. Su hija Lulu le plantó cara. Se cortó ella misma la melena como rechazo a las tácticas de su madre. Amy Chua no renuncia a su método, pero apuesta por combinar lo mejor de cada casa.
"Los fundadores del país tenían valores chinos"
El libro de Amy Chua contiene numerosas afirmaciones que se podrían tomar como la receta de la madre tigre sobre la educación al estilo chino.
La responsabilidad
“Cuando los niños fallan en algo, en lugar de decirles que hay que trabajar duro, la primera cosa que los padres occidentales hacen es plantear un pleito”
La tradición de EE.UU.
“Rechazo doblegarme a la corrección política de las madres occidentales, que es una estupidez. ¿Crees que los padres fundadores de EE.UU. tenían sleepovers? (niños que van a dormir a casa de un amigo). Estoy convencida de que tenían valores chinos”.
Perder el tiempo
“No estoy segura de que los occidentales tenga opción de elegir. Los padres sólo hacen lo mismo que hacen los demás. No se cuestionan nada. Simplemente repiten las cosas, que a los niños les has de dar libertad para que persiga su pasión, que no es más que dejarlo diez horas con Facebook, una total pérdida de tiempo”.
Las diferencias
“Los padres chinos pueden ordenar a sus hijos que tomen una dirección. Los occidentales sólo pueden pedirles que intenten ser mejores”.
El trato
“Los padres chinos pueden decir a su hijo que es un perezoso, que sus compañeros van por delante. Los occidentales tienen un conflicto e intentan persuadirles pero sin que esto suponga para ellos una decepción”.
Diferentes maneras de rugir
El libro sobre el estilo chino de educación ha provocado un alud de comentarios
La aparición del libro de Amy Chua, la pasada semana, ha provocado una cascada de opiniones, tanto de los lectores de los diarios como de sus columnistas o los analistas audiovisuales. Aquí se aporta una selección de esta avalancha, que ha capitalizado The Wall Street Journal, diario que avanzó el 8 de enero un capítulo de Battle hymn of the tiger mother.
DAVID BROOKS
The New York Times
“No estoy en contra del libro de Amy Chua, adoro su coraje y su provocador pensamiento. Sólo desearía que no fuera tan indulgente. Me gustaría que reconociera que en aspectos importantes la cafetería de la escuela es intelectualmente más formativa que la biblioteca. Espero que sus hijas crezcan y escriban sus propios libros y tal vez adquieran las herramientas para anticipar mejor cómo serán acogidas”.
NICHOLAS KRISTOF
The New York Times
“Los propios chinos están poco impresionados por su sistema educativo. Siempre que entrevisto a algún chino hay más quejas que alabanzas. Muchos se quejan de que sus sistema mata el pensamiento libre y la creatividad y envían a sus hijos a Estados Unidos para alimentar su autoconfianza, así como hacer del aprendizaje algo fascinante y no una simple tarea rutinaria”.
ALEXANDER NAZARYAN
Analista de Daily News
“Tengo una experiencia similar a la de Amy Chua con mi padre oso, un científico soviético. Yo tenía diez años al llegar aquí y de inmediato consideró que el sistema escolar era inadecuado. Me torturó con problemas de matemáticas. Todo lo tenía que hacer sin calculadora y debía repetirlos hasta que los resolvía correctamente. El saber es esquivo, pero hubo un tiempo en que los estadounidenses lo perseguimos. Inventamos coches, enviamos un hombre a la Luna, curamos enfermedades antes que India o China. No fue fácil y seguro que no fue divertido”.
AYELET WALDMAN
Escritora
“Estas son algunas de las cosas que mis cuatro hijos demadre judía siempre tuvieron permiso para hacer. Dejar de tocar el piano, ir a dormir a casa de amigos, surfear en el ordenador, participar en actividades extraescolares, dejarlas... Rugir como un tigre puede convertir a un niño en pianista y hacer que debute en el Carnegie Hall, pero sólo aplastando a los demás. Un mismo hecho da a uno la excusa para el fracaso y a otros para el éxito. Amyy yo entendemos nuestro trabajo de madres como una manera de tigres que por diferentes sendas busca lo mejor para sus cachorros.”
WENDY MOGUL
Escritora
“Una de las vías para que los niños aprendan la importancia del trabajo duro es sufriendo las consecuencias de su pereza y holgazanería. Los padres sabios se resistirán a interferir con las naturales consecuencias, incluso si esto significa conseguir un grado inferior al que desearían”.
RICHARD MANGO
Lector WSJ
“Que los padres tengan un papel activo no equivale a abusar de los hijos. A la mayoría de los chicos de hoy se les permite ir a lo loco y el resultado es visible y audible en cualquier lugar. Me educaron en una escuela católica y las monjas nos daban con la regla habitualmente. Esta mujer (Amy Chua) tiene unos objetivos y no creo que eso sea malo”.
JONATHAN ZHANG
Lector WSJ
“Mientras leo esto (el adelanto del libro), rezo para que sea algún tipo de broma. Como adolescente chinoamericano sé que este artículo no representa a los padres chinos. Seguro que muchos de los padres chinos ponen más énfasis en la educación, pero la mayoría no son demonios e inhumanos como la señora Chua”.
MATT COMYNS
Director de Pacific Epoch
“Las habilidades de la disciplina las aprenden los niños a edad temprana, que es cuando se ponen los cimientos para salir luego al mundo. Los chinos, sin duda, logran los mejores resultados escolares, saben cómo resolver problemas aunque no desarrollan las aptitudes para edificar equipos y corporaciones. Tal vez les falta creatividad”.
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