Ninguna otra especie tiene adolescentes. ¿Por qué entonces los humanos se pasan alrededor de una década de sufrimiento ocultos bajo sus capuchas? David Bainbridge, de la Universidad de Cambridge, Inglaterra, dice que hay dos pistas importantes. La primera es el momento en que surgió la adolescencia.
La evidencia de crecimiento en los huesos y dientes de los hominidos fosilizados indica que la adolescencia emergió en un período entre los 800 y 300 mil años atrás. Esto, señala, antecede en "un período fascinantemente breve" al gran salto de tamaño del cerebro humano, cuando el cerebro de nuestros antepasados experimentó su última gran expansión hasta alcanzar su tamaño actual.
La segunda pista procede de la neurobiología y el estudio por imágenes del cerebro, que revelan que durante la adolescencia se produce una reorganización general del cerebro.
Para Bainbridge, la adolescencia no es tanto el período en que se concreta la madurez sexual sino aquel en el que se desarrolla una mente capaz de negociar el paisaje psicológico y social que diferencia tanto la vida humana de la del resto de los animales.
"Sin adolescencia nunca nos hubiéramos convertido en humanos plenos", afirma Bainbridge.
Font:http://www.taringa.net/posts/info/3192630/Solo-en-los-seres-humanos.html
Queridos padres o abuelos: ¿permanece a menudo su hijo/a, o nieto/a adolescente encerrado en su cuarto, con la música del mp o del iPod a todo volumen, mientras por debajo de la puerta se expande por toda la casa un humo dulzón e intenso que, como gaseosa y lejanísima magdalena proustiana, les trae a la memoria la edad (entonces algo superior: el tiempo se acelera) en que ustedes se reunían con contemporáneos para escuchar la música que les gustaba (desde, pongamos, King Crimson o Pink Floyd hasta Guns N'Roses o Clash)? ¿A sus hijos les salen sin parar repulsivos granos y espinillas, duermen como plantígrados hibernantes, se enamoran compulsivamente en el resto de su tiempo libre y cultivan en casa un silencio desdeñoso que sólo hacen añicos para mofarse ferozmente de las opiniones y requerimientos de sus mayores (ustedes)? ¿Les asombran sus repentinos cambios de humor, la facilidad con que sostienen una cosa e, inmediatamente, la contraria (incluyendo risas y llantos), la vehemencia de obsesiones y gustos (ropa, música, comida, amigos) que mañana serán arrumbados para siempre? ¿Les angustia que esos insufribles vástagos, ahora desconocidos e infestados por el insidioso virus de la adolescencia, se conviertan en unos tarambanas estúpidos y -lo que es peor- incapaces de "salir adelante"? ¿Contemplan con espanto la posibilidad de que sigan viviendo a su costa más allá de la edad en la que ustedes los engendraron? No sufran más. Encuentren explicación (aunque no remedio) a sus zozobras en un auténtico manual que lo aclara casi todo: Adolescentes, una historia natural (Duomo), un vademécum en el que David Bainbridge, profesor de anatomía y clínica veterinaria (ojo: he escrito veterinaria) en Cambridge sostiene que la adolescencia es el gran momento en la vida de todos los animales superiores, la erupción del volcán interno que dará paso al esplendor (es un decir) de la madurez. La adolescencia, argumenta Bainbridge (un darwinista con cierta tendencia a verlo todo bajo tal prisma), no es un invento "cultural" moderno, sino un fenómeno biológico presente en el reino animal. Nosotros -ustedes y yo- también fuimos igualmente odiosos, insoportables y creativos. Entérense de por qué. Y, mientras tanto, tómense un lexatín de vez en cuando: no hay mal que cien años dure.
Font: http://www.elpais.com/articulo/portada/blues/deja/vivir/babe/elpepuculbab/20100320elpbabpor_16/Tes
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