La ONG Balia combate la deserción escolar con pactos individuales dentro del colegio
Mejor alumno por contrato
http://www.lavanguardia.es/premium/epaper/20100712/53962135556.html
LA VANGUARDIA, 12-7-2010
ALICIA RODRÍGUEZ DE PAZ - Madrid
Balia se centra en el estudiante expulsado: busca una vía para desarrollar sus aficiones
Los grandes números sobre el fracaso escolar y el abandono prematuro del sistema educativo representan una auténtica losa. Es de difícil digestión que tres de cada diez jóvenes en España no hayan conseguido, como mínimo, el título de bachillerato ode formación profesional, una proporción que dobla la media de la denominada Europa de los 27. El sociólogo Mariano Fernández Enguita ya advirtió hace apenas unos días de cómo la deserción en la escuela viene precedida de claras señales de "desconexión", como el absentismo o la incomparecencia sistemática a los exámenes.
En su informe Fracaso y abandono escolar en España,perteneciente a la colección Estudios Sociales de la Fundació La Caixa, se habla de un desapego generalizado que viven no sólo aquellos que desgraciadamente dejan de estudiar pronto sino también parte de los que se quedan. Fernández Enguita habló de cómo la actual sociedad de la información ha acabado con el paradigma de la escuela como medio para acceder al conocimiento. "Muchos alumnos se preguntan: ´¿Por qué tengo estudiar eso?´", señaló el sociólogo.
Sea cual sea la raíz del problema, lo que está claro es que muchas aulas están sufriendo esta desafección. Por eso, la ONG de Madrid Fundación Balia por la Infancia apuesta por atacar el problema desde los centros de secundaria. En el curso que acaba de concluir, ha aplicado su programa contra la desmotivación y los conflictos de convivencia en cuatro institutos públicos de los barrios populares de Tetuán y La Latina, atendiendo de manera directa a 159 jóvenes, e indirectamente a medio millar más.
"El proyecto surgió hace cinco años - explica la directora general de la Fundación Balia, Teresa Rodríguez Hervás-,cuando nos pidieron ayuda para contribuir a mejorar la convivencia de un instituto cercano, y señalamos como objetivo prolongar la permanencia en los estudios de chicos y chicas nada motivados, con expedientes académicos bajos y cero habilidades sociales".
Son las unidades de orientación de los propios centros y los equipos docentes los que indican a los educadores de Balia con qué estudiantes han de realizar un seguimiento personalizado. Se trata, sobre todo, de atender a los que han sido expulsados, porque sufren un riesgo mayor de abandonar los estudios. ¿El primer paso? "Conocerlos, saber qué les interesa, o en realidad qué creen que les interesa. Aunque tengan una sanción, es preferible que la cumplan en el centro, antes que estén sin supervisión fuera del instituto". Cuando ya saben qué le puede motivar, en esta ONG dedicada desde el 2001 a la infancia y la juventud en riesgo se busca una vía para desarrollar esos intereses. Unos quieren bailar, otros hacer grafitis. Tal como señala la directora general de la fundación, "les buscamos una actividad en el barrio que les permita desarrollar sus inquietudes pero, a cambio, se deben comprometer a llevar a cabo unos retos concretos. Y lo hacen en un contrato por escrito". Allí figura, por ejemplo, el compromiso de ser puntuales a la hora de entrar al instituto, de mantener la disciplina en el centro, de ser respetuosos con los profesores, acudir a todas las clases...
El grupo también se beneficia de la iniciativa: se actúa sobre todo en los recreos, buscando de nuevo implicar a todos los estudiantes y conseguir que estrechen sus lazos. "Les apoyamos para que ellos se animen a organizar competiciones deportivas en el tiempo de descanso. Son ellos los responsables del desarrollo, nosotros sólo les animamos y aconsejamos. Han creado ligas de distintos deportes e incluso un periódico", señala la responsable de Balia. Además organizan en el horario lectivo debates sobre cuestiones no académicas como el medio ambiente, la sexualidad o la violencia, y cada semana montan en el centro puntos de información sobre los recursos y las actividades que tienen a su disposición en el barrio.
Esta implicación colectiva fomenta la participación y contribuye también a una reducción al mínimo de la conflictividad.
En general, aseguran en la fundación, muchos de estos alumnos que requieren un seguimiento personalizado acaban respondiendo. Los avances son "complicados" en el rendimiento académico y mucho más notables en cuanto a la conducta. "Cuando les pones retos que se pueden medir, es sencillo aplaudirles después los avances o advertirles de que no van bien. Porque los chicos se alegran de cumplir. Lo que no sirve es ser blandos con ellos. Hay que hablarles claro, explicarles bien cuál es el acuerdo y después ser exigentes. Siempre con compromisos razonables, claro", concluye Rodríguez Hervás.
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