martes, 29 de junio de 2010

Fracaso escolar: "Qué sabe el cerebro y cómo aprende" y "Deshomogeneizar la enseñanza"

Fracaso escolar: Qué sabe el cerebro y cómo aprende

Xaro Sánchez | 17/06/2010 - 12:32 horas

Archivo Escritura incipiente en niños de 4 años, con esmalte y aerógrafo sobre acetato, realizada en 2006
Preocupados en los Estados Unidos por el bajo rendimiento escolar de las asignaturas de ciencia, el Comité para el Aprendizaje de la Ciencia del "National Research Council of The Nacional Academies" publicó ya en el 2006 unas nuevas directrices (el documento puede consultarse free-online en www.nationalacademies.org). El comité tiene muy claro que antes de proponer medidas pedagógicas concretas es imprescindible 'ponerse al día" sobre los recursos innatos del cerebro humano para aprender, en este caso materias escolares relacionadas con la 'ciencia". Sustentan así su Plan Director en el saber procedente de las ciencias del comportamiento que investigan cómo se aprende y se adquiere conocimiento. El planteamiento puede extrapolarse al resto de las asignaturas, incluso evidentemente a las de 'letras". Si no sabemos cómo aprendemos, cómo es nuestro cerebro, no podemos planificar cómo enseñar eficazmente!!!

Antes de los 3 años de edad, incluso antes de que se desarrolle el lenguaje, los niños/niñas sea cual sea la cultura o el país de origen, poseen ya habilidades intelectuales para aprender ciencia y 'pensar científicamente'. Tienen un rico conocimiento del mundo natural, una capacidad de razonamiento causal (son capaces de detectar las causas de algunos fenómenos físicos, biológicos e incluso psicológicos) y son capaces de discriminar entre las fuentes de conocimiento fiables y las que no lo son. No piensan sólo de manera concreta y simplificadora sino de manera extraordinariamente sofisticada, lógica y operacional. El pensamiento en edades precoces es concreto pero también extremadamente abstracto. No pasan del primero al segundo sino que disponen de ambos. Antes de 'pensar con palabras' ya entienden que una cosa puede representar a otra, son capaces de generalizar, de hacer inferencias, de asociar, de buscar explicaciones, y de pensar simbólicamente. Para pensar no necesitan saber hablar. Antes de ir a la escuela los niños/niñas saben más de ciencia que de lectura y escritura. Es posible que algunas materias no deban traducirse en palabras para ser enseñadas por que tienen vías naturales diferentes de procesamiento cerebral (por ejemplo, el razonamiento matemático y el lenguaje dependen de áreas cerebrales independientes). También las habilidades plásticas usan el cerebro visual y no el del lenguaje. ¿ Por que nos empecinamos entonces en transmitir los conocimientos principalmente vía lenguaje?

Como educadores infravaloramos lo que en la infancia se es capaz de aprender. Se parte más de la idea sobre lo que los alumnos no saben hacer que sobre lo que ya saben. No son recipientes vacíos esperando ser instruidos ni grados que se suceden uno tras otro (una idea distorsionada del trabajo de Piaget que se mantiene desde hace más de 85 años). El desarrollo intelectual en cambio ha de entenderse 'como una espiral'. Los estudiantes han de tener la oportunidad de poner a prueba un mismo concepto durante semanas, meses o incluso años, cada vez con un mayor grado de sofisticación y complejidad. Se aconseja subir el listón de 'los conocimientos'.

Contrariamente, desprotegemos emocionalmente demasiado rápido. Preocupados por impartir conocimientos no se tiene en cuenta que el desarrollo emocional debe ir parejo y precisa ser moldeado. Una transmisión emocional eficaz es crucial. Infraestimamos lo que son capaces de aprender y sobreestimamos la capacidad de adaptación emocional. Sólo la incorporación del saber científico en los planes educativos prevendrá el fracaso escolar. Para ello es preciso que la sociedad esté dispuesta a perder el miedo a cambios de gran magnitud.


Fracaso escolar: 'Deshomogeneizar' la enseñanza


Xaro Sánchez | 26/06/2010 - 19:27 horas

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El fracaso escolar es multicausal. Varios factores se combinan de manera distinta y compleja según el caso. Pero es posible clarificar el factor quizás más importante: conocer con rigor y detalle al estudiante y a su entorno más cercano.

A lo largo de tantos años de escolarización hay tiempo suficiente, si se dispone del equipo y la formación necesarios, de llevar a cabo una especie de "historia clínica" completa (una "historia educativa" en este caso). Desde el primer momento (incluso ya en el jardín de infancia) todos los niños/niñas deberían tener acceso a una extensa entrevista y a unas pruebas neuropsicológicas que respondan a los educadores (padres incluidos) sobre cómo es y cómo aprende cada uno de sus alumnos. No sólo cuando hay o se intuyen problemas sino en todos los casos, por que dentro de la normalidad hay diferencias entre las personas. El resultado de esas pruebas debería responder sobre el desarrollo neuropsicológico concretando el grado y tipo de cada una de las habilidades y la facilidad-disposición o dificultad para cada una de ellas. Vendría a ser una especie de test de inteligencia puesto al día y adaptado a cada momento del desarrollo evolutivo. También debería hacerse una "historia psiquiátrica" muy parecida a la que se realiza en medicina que incluyera sobretodo cómo es emocionalmente el alumno, cuales son sus tendencias motivacionales, su personalidad, si hay o no antecedentes psiquiátricos o signos y síntomas que predispongan a problemas mentales. Y finalmente a todo lo anterior debería añadirse un estudio familiar completo: los miembros que componen la familia, su estado actual y pasado más relevante, cómo se relacionan entre sí, si la transmisión emocional es eficiente, si hay conflictos familiares o sociales cercanos, cual es la historia educativa, las habilidades o dificultades neuropsicológicas en los familiares de primer grado, si hay antecedentes de problemas psiquiátricos, qué hábitos familiares tienen que puedan influir directa o indirectamente en el fracaso o el éxito escolar, las opiniones de los padres sobre el centro y la educación actual que están recibiendo sus hijos, …

Las entrevistas y las pruebas deberían irse repitiendo con frecuencia para ir retocando los planes de estudio individualmente. Por que de eso se trata, de conocer bien a cada estudiante para facilitar la aplicación de las diferentes técnicas educativas. Incluso un mismo estudiante puede ser más o menos hábil en una misma asignatura según el contenido temático o la tarea concreta que debe desarrollar. Supongamos por ejemplo, que sin llegar a ser disléxico, un niño tiene menos habilidades por su constitución neuropsicológica para la lectura y la escritura, que demuestra con cierto retraso en su adquisición respecto a los otros niños, pero en cambio demuestra tener una gran facilidad para el razonamiento espacial. Sin dejar de insistir en que aprenda a leer y escribir con soltura pero teniendo en cuenta sus limitaciones, determinados conocimientos se le deberían facilitar por vías no escritas complementarias. Mediante diferentes "protocolos flexibles" para enseñar según el perfil neuropsicológico del estudiante, los educadores podrían hacer su trabajo más fácilmente. Todo ello puede hacerse de manera elegante y sin caer en marginalidades.

La evolución ha favorecido las diferencias neuropsicológicas entre las personas para que la sociedad disponga de un amplio espectro de habilidades y alternativas que no "cabrían" en un solo individuo. La variabilidad interpersonal es consustancial con la evolución humana e indispensable para su progreso. No debe acabarse con ella sino favorecerla. Debe deshomogeneizarse más la educación, conocer mejor al estudiante y adaptar individualmente mucho más las técnicas educativas en base a los datos científicos, por que no somos idénticos en la manera de adquirir conocimiento del mundo y de adaptarnos a él.

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