miércoles, 6 de enero de 2010

"Hemos sido libres antes de aprender a serlo" Ejemplaridad pública



 Javier Gomá, ensayista; director de la Fundación March; autor de ´Ejemplaridad pública´
"Hemos sido libres antes de aprender a serlo"

 LLUÍS AMIGUET  - 23/12/2009

 Tengo 44 años. Nací en Bilbao. Soy letrado del Consejo de Estado en excedencia. Casado, cuatro hijos: aún no tenemos un lenguaje para hablarles. Soy un creyente que ve en el nihilismo y el antitradicionalismo una oportunidad para la fe. Soy de un conservadurismo progresista
Vivimos en el albor de una nueva era en la que todos hemos  asumido que somos mortales y por ello también todos iguales.  

Nuestros padres, en cambio, creían en la vida eterna. Fundaron su convivencia en una jerarquía cuya legitimidad no dependía de ellos ni su presente, sino de una tradición anterior proyectada en la eternidad.
Había sido así, lo era y lo sería. La autoridad última que fundaba todas las demás venía de Dios, la patria, la tradición.
El vivir aquí se fundaba en el más allá.Hoy nos hemos sacudido toda teología política; toda fundamentación divina o histórica del espacio público. Ahora cualquier organización se erige únicamente sobre la voluntad de quienes la forman: aquí y ahora.  
Un experimento igualitario inédito. Antaño, un niño cuando nacía iba siendo moldeado por el efecto combinado de la religión, el patriotismo y la moral...  
... Que con palo entraban si hacía falta. El chaval era encajado en su lugar en una sociedad jerárquica y coactiva donde una elite se había hecho con el monopolio de la violencia y se había autoconstituido en ejemplo de todos.  
¿Y cómo se lima al joven hoy? Se le dice que sea libre, original, sobre todo él mismo, y que cuestione toda autoridad. Pero esa libertad no la ha conquistado, sino que la ha heredado sin apreciarla en un ocio subvencionado por padres e instituciones.  
Eterna hoy sólo es la adolescencia. Educamos jóvenes imbuidos del lenguaje de la liberación y de la queja a quienes cuesta hallar incentivos para civilizarse.  
Defina civilizarse. Aprender a subordinar tus impulsos a la exigencia de la convivencia para integrarte al fin como miembro fecundo de la sociedad.  
¿Aprender la disciplina de la libertad? ¿Cómo? En la sociedad autoritaria, la transgresión y el nihilismo fueron emancipadores, pero hoy la transgresión sólo es manierismo afectado, como el del trasnochado artista que proclama: "Yo soy un transgresor".
Original no es. El problema es que al ampliar la esfera de la libertad - algo muy saludable-no hemos ampliado al mismo tiempo la esfera de la civilización. Y sólo somos más libres si somos también más civilizados.  
¿Y qué propone para civilizarnos? Hay quien intenta reconducir la historia pegando un puñetazo sobre la mesa y proclamando: "¡Volvamos al orden".  
¿Y no es eso? No es eso. No es volver a la arbitrariedad lo que nos va a civilizar en la madurez de nuestra nueva libertad.  
¿Entonces...? Ha muerto la vieja educación fundada en valores autoritarios, pero aún no ha nacido una nueva que, sobre la libertad y el saludable igualitarismo, construya una conciencia cívica y civilizatoria contemporánea.  
Para ser ciudadanos libres. Sí, pero ¿cómo motivas a los chavales educados en la indolencia y la gratificación inmediata a que crezcan, maduren, se civilicen? ¿Cómo guiarlos hasta la autodisciplina si has deslegitimado antes toda coacción en nombre de la libertad? ¿. ..? Yo propongo la ejemplaridad. A saber. Creo más en la nueva persuasión de la ejemplaridad que en la coerción tradicional de los poderes públicos.  
¿Pero quién es ejemplar? ¡Dígame uno! ¿Ha ido usted de copas con el superhombre de Nietzsche? ¿Y con el absoluto de Hegel? ¿Y con el sujeto moral autónomo de Kant? ¡. ..! Una cosa es apuntar una dirección y otra darle una receta.
Tal vez sea el vicio de la autoayuda. La ejemplaridad reside en la doble especialización: la adolescencia vive para sí misma en narcisista autocontemplación sin oficio ni beneficio como Aquiles en el gineceo cuando aún no acepta que debe ir a Troya.  
Concretar, decidir... es envejecer. Es madurar. La adolescencia vive en potencia porque todo es posible para ella y el joven es eterno viviendo en potencia; te vuelves mortal cuando te conviertes en acto, cuando decides ser productivo y vivir al fin para los demás: fundas casa y tomas oficio. ¿Sientas la cabeza? Escoges pareja, fundas familia y trabajas.  
Si encuentras pareja, piso y empleo. Desde ese momento, eres hombre público. La ejemplaridad reside en la aceptación de la mortalidad a través de la aceptación de esa doble especialización: casa y oficio.
Te civiliza, pero no te hace artista. La historia del arte debería explicar con quién convivían y cómo se ganaban la vida los creadores: esa es su mortalidad y su ejemplaridad, tan importante como su obra.  
¿Somos el país más libre de Europa? Mientras Occidente conquistaba poco a poco durante tres siglos sus libertades y aprendía a utilizarlas, España sufría trescientos años de moral militarizada y tradicionalista. Recuerde los años 60 en los países libres y compárelos con los de aquí en la dictadura. Recuerdo. Aquí llegó la libertad de golpe en 1975 y la asumimos de forma precipitada y adolescente. No nos ha dado tiempo de madurarla. Hemos sido libres antes de aprender a serlo.
miércoles, 23 de diciembre de 2009
"Hemos sido libres antes de aprender a serlo"
Envejecer juntos
"Vivimos en sociedad, pero no socializados; en ciudades, pero no civilizados: nos apiñamos en urbes, pero no para crecer juntos sino para consumirnos unos a otros. La sociedad es un mercado donde nos consumimos como empleados, como amantes, como parejas, como amigos. Y vamos reemplazándonos sin haber llegado a convivir plenamente en madurez, porque cambiamos de pareja; de amigos o familia sin hacer en cada ocasión el necesario esfuerzo de cambiarnos - de mejorarnos-a nosotros mismos. Tenemos todos los incentivos para prorrogar la adolescencia hasta las canas pero ninguno para empezar a madurar, que es la aceptación de ese común vivir y envejecer juntos".

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