La evaluación de rendimientos y de resultados, que tiene su origen en las cadenas de montaje industriales, ha inundado casi todos los ámbitos y prácticas profesionales. Su eficacia en campos como la sanidad y la educación es más que cuestionable, ya que el protagonismo concedido a la cifra y a la estadística, por la ideología de la evaluación, ahoga el deseo y la iniciativa personal.
La generalización de la evaluación favorece la burocratización y la uniformización estandarizada de las prácticas, y representa un obstáculo a la dimensión creativa del acto individual. La evaluación ha pasado a ser un fetiche de la modernidad. Sin embargo, los que la sufren suelen decir que el incremento de los gastos va parejo a la esterilidad de los resultados. Esto, siempre que el resultado buscado no sea el de incrementar el control social.
Font: La evaluación de Sarkozy, Manuel Fernández Blanco
http://www.efsp.eu/psy/prensa/20080109_VG_La_evaluacion_de_Sarkozy.pdf
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