El IES Eduard Fonseré comenzó su proyecto en el 2005 para mejorar resultados e imagen | Los directores creen necesaria la libertad para escoger a ciertos perfiles de profesores | Ahora aprueba el 70% de los alumnos y las faltas de asistencia bajan del 18% al 1%
En la entrada del instituto Eduard Fonseré, de l'Hospitalet de Llobregat, cuelgan fragmentos de la historia del barrio. Un grupo de estudiantes de ESO entrevistó a vecinos ancianos que llegaron a La Florida –el barrio donde se ubica el centro– durante las oleadas de inmigrantes andaluces de los años 50 y 60. Ahora son otros recién llegados los que rescatan los orígenes de esta modesta zona de l'Hospitalet. En otra sala del instituto se ven dibujos en los que los alumnos han plasmado su opinión acerca de la igualdad de género. Además tendrán que preparar un debate sobre ello. "Es que sin igualdad no hay cohesión social", explica el director del IES, Jordi Ibáñez.
Aumentar esta cohesión social es uno de los tres objetivos que se ha marcado el Eduard Fonseré dentro de su programa de autonomía, un plan piloto que la Generalitat comenzó en el 2005 y que se extenderá a todos los centros de primaria y secundaria a través de la ley de Educación de Catalunya –el Departament d'Educació presentó el borrador de decreto que lo regula hace unos días–.
Autonomía significa libertad para diseñar el proyecto educativo y adaptar ciertos aspectos, como modificar parte del currículum, elegir algunos perfiles de profesores o disponer de recursos extra. Introduce una nueva filosofía en la que el centro se autoorganiza para alcanzar unos objetivos educativos según su contexto. Pero la autonomía también implica rendición de cuentas y vigilancia por parte de la administración. Así funcionan en el Eduard Fonseré desde el curso 2005- 2006, un instituto pionero en esta nueva forma de trabajar que todos los centros catalanes adoptarán en, como máximo, cuatro años tras la aprobación del decreto de autonomía.
Aparte de la cohesión social, en este instituto de l'Hospitalet se propusieron mejorar los resultados académicos y la imagen del centro. "Con la ayuda de Educació hicimos una radiografía del instituto, de nuestros puntos fuertes y débiles y diseñamos estrategias y actividades para alcanzar los objetivos", dice Ibáñez. El punto de partida era complicado. Con cerca de un 70% de inmigración –la misma proporción que el barrio de La Florida–, no era un centro muy solicitado y la matrícula en primera opción apenas llegaba al 50%. El porcentaje de alumnos que aprobaba la ESO era del 45%. Con el dinero adicional que les dio el departament crearon un aula de estudio en la que los alumnos pueden pasar una hora al día con un monitor que les ayuda a hacer los deberes. Además, ofrecen clases de inglés gratis a los estudiantes con buenas notas que no tengan dinero para pagarse una academia de idiomas. "Adaptamos parte del currículum y elegimos a tres docentes con un perfil singular: un profesor que estuviera dispuesto a trabajar con las entidades del barrio, otro que pudiera potenciar los deportes extraescolares y uno más que quisiera hacer la revista del instituto", explica Ibáñez. Colaborar con el esplai o avisar a través de SMS de las faltas de asistencia a los padres fueron otras de las iniciativas.
Con la implicación del profesorado han conseguido que el porcentaje de alumnos que aprueba suba a cerca del 70%, las faltas de asistencia han bajado del 18% al 1% y las matrículas en primera opción alcanzan casi el 100%. "Hay muchas cosas que mejorar aún y nos gustaría tener todavía más autonomía, pero creemos que la experiencia ha valido la pena", afirman en el instituto. En el centro de educación primaria Lola Anglada, de Esplugues de Llobregat, coinciden en que la autonomía que han tenido es "algo limitada", y esperan que con el decreto que Educació prevé aprobar el próximo verano tengan más margen de maniobra. "Diseñamos el proyecto de autonomía en el 2005, centrado en el impulso del lenguaje oral", dice su director, Domènec Anguera. En esta escuela han creado un sistema para evaluar la evolución lectora de los alumnos y también escogieron algún perfil de profesor. Cada fin de curso toca dar cuenta de los resultados. "Nunca antes habíamos estado tan vigilados por Educació", afirma.
Autonomía significa libertad para diseñar el proyecto educativo y adaptar ciertos aspectos, como modificar parte del currículum, elegir algunos perfiles de profesores o disponer de recursos extra. Introduce una nueva filosofía en la que el centro se autoorganiza para alcanzar unos objetivos educativos según su contexto. Pero la autonomía también implica rendición de cuentas y vigilancia por parte de la administración. Así funcionan en el Eduard Fonseré desde el curso 2005- 2006, un instituto pionero en esta nueva forma de trabajar que todos los centros catalanes adoptarán en, como máximo, cuatro años tras la aprobación del decreto de autonomía.
Aparte de la cohesión social, en este instituto de l'Hospitalet se propusieron mejorar los resultados académicos y la imagen del centro. "Con la ayuda de Educació hicimos una radiografía del instituto, de nuestros puntos fuertes y débiles y diseñamos estrategias y actividades para alcanzar los objetivos", dice Ibáñez. El punto de partida era complicado. Con cerca de un 70% de inmigración –la misma proporción que el barrio de La Florida–, no era un centro muy solicitado y la matrícula en primera opción apenas llegaba al 50%. El porcentaje de alumnos que aprobaba la ESO era del 45%. Con el dinero adicional que les dio el departament crearon un aula de estudio en la que los alumnos pueden pasar una hora al día con un monitor que les ayuda a hacer los deberes. Además, ofrecen clases de inglés gratis a los estudiantes con buenas notas que no tengan dinero para pagarse una academia de idiomas. "Adaptamos parte del currículum y elegimos a tres docentes con un perfil singular: un profesor que estuviera dispuesto a trabajar con las entidades del barrio, otro que pudiera potenciar los deportes extraescolares y uno más que quisiera hacer la revista del instituto", explica Ibáñez. Colaborar con el esplai o avisar a través de SMS de las faltas de asistencia a los padres fueron otras de las iniciativas.
Con la implicación del profesorado han conseguido que el porcentaje de alumnos que aprueba suba a cerca del 70%, las faltas de asistencia han bajado del 18% al 1% y las matrículas en primera opción alcanzan casi el 100%. "Hay muchas cosas que mejorar aún y nos gustaría tener todavía más autonomía, pero creemos que la experiencia ha valido la pena", afirman en el instituto. En el centro de educación primaria Lola Anglada, de Esplugues de Llobregat, coinciden en que la autonomía que han tenido es "algo limitada", y esperan que con el decreto que Educació prevé aprobar el próximo verano tengan más margen de maniobra. "Diseñamos el proyecto de autonomía en el 2005, centrado en el impulso del lenguaje oral", dice su director, Domènec Anguera. En esta escuela han creado un sistema para evaluar la evolución lectora de los alumnos y también escogieron algún perfil de profesor. Cada fin de curso toca dar cuenta de los resultados. "Nunca antes habíamos estado tan vigilados por Educació", afirma.
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